¿Quién es este hombre que se alza, desafiando a Occidente sin titubear, y que parece estar dispuesto a todo por honor, sed de venganza o simplemente ambición? ¿ Hasta dónde está dispuesto a llegar en esta escalada de violencia por recuperar lo perdido, tras la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la URSS ( Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas ) en 1991?
Ucrania, un nuevo país que se le escapa de las manos truncando así su sueño de crear la Unión Euro Asiática. Por esto, parece dispuesto a todo. Ya son muchas las naciones que, habiendo estado bajo su órbita durante años, una vez libres, eligieron colocarse del lado de los países con fuertes raíces democráticas, transparentes y libres, que crecen y se desarrollan proporcionando un mejor nivel de vida a toda su población. Alemania Oriental, República Checa, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Hungría, Polonia y Rumania, todos países satélites de la Unión Soviética en el pasado, hoy ya son parte de la Unión Europea (UE). También los países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, estratégicamente esenciales para Rusia, dijeron sí a la UE , dándose vuelta y hasta atreviéndose a ser parte de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte ). Macedonia, Montenegro y Serbia son candidatos oficiales a formar parte de este exitoso bloque que pareciera garantizar cierto grado de seguridad económica. Bosnia y Herzegovina junto con Kosovo son candidatos potenciales. Turkmenistan y Georgia son países asociados. ¿ Cómo no sentir frustración e irá cuando todos se alejan en busca de un futuro mejor dejándolo solo?
Vladimir Putin nace en Leningrado, hoy San Petersburgo , un 7 de octubre de 1952. Obtiene el título de abogado en su ciudad natal, y más tarde se une a la KGB donde permanecerá largos años de su vida. Durante el gobierno de Boris Yeltsin en 1998, es nombrado jefe del servicio federal de seguridad. En 1999, Yeltsin lo convierte en primer ministro, accediendo finalmente a la presidencia en el año 2000, a través de elecciones democráticas. Hace 14 años que se encuentra al frente de Rusia, de una manera u otra, poniendo en riesgo todo principio democrático, concentrando poder, y enriqueciendo principalmente a aquellos que participan del gobierno o son aliados del Kremlin. Si bien en el 2008 se ve impedido de participar en las elecciones presidenciales por haber cumplido los dos mandatos consecutivos, el presidente electo, Dimitri Medvedev, lo nombra primer ministro, poniendo en duda quien verdaderamente detentaba el poder. En el 2012 vuelve a convertirse en presidente , esta vez por un período de 6 años, previa reforma constitucional en el 2011.
Su figura se va agrandando en el tiempo, transformándolo en héroe nacional gracias al crecimiento consecuencia de los altos precios del petróleo, su principal fuente de riqueza. La revista Forbes lo consagra en el 2013 el hombre más poderosos del mundo, seguido por sus pares Barack Obama (EEUU) , Xi Jinping (China) y el Papa Francisco. Tanta gloria y poder pareciera alentarlo a emprender aquella titánica cruzada que llevara adelante en los viejos tiempos el zar Pedro el Grande, transformando a Rusia nuevamente en una gran potencia europea. Putin carga con un gran resentimiento contra Occidente ya que lo considera culpable de la desintegración de la URSS a la que califica como “la gran catástrofe geopolítica del siglo XX” .
En el 2008, Putin da su primer paso imperialista, entrando en guerra contra Georgia, logrando anexar dos de sus regiones pro rusas, sur de Ossetia y Ajkasia. Al no encontrar resistencia alguna por parte de Occidente, en diciembre del año pasado va por más, aprobando un paquete de ayuda económica a Ucrania a cambio de que ésta rechazara asociarse a la Unión Europea. Luego de los recientes acontecimientos y habiendo fracasado en su intento, decide ir por la península de Crimea, mayormente pro rusa, hoy parte de Ucrania, con el falso argumento de que debe respaldar y proteger la integridad de los ciudadanos rusos donde quiera que ellos se encuentren, violando los derechos de una nación a resolver sus propios conflictos, como ya lo hiciese en Georgia. Apoya y promueve la insurrección, logrando que se llame a un referéndum el 16 de marzo que establecerá si la población quiere volver a ser parte de Rusia. Necesita mantener su flota en el Mar Negro ya que es su único acceso a aguas cálidas.
Tiene razones para creer que cuenta con ventajas, pero rápidamente se le pueden revertir. Rusia tiene tratados preferenciales con Alemania y Francia. Vende a Europa el 21% de su petróleo y el 41% de su gas. Por un lado los tiene atrapados pero, por otro, necesita de este ingreso de divisas para sostener su frágil economía debilitada, como tantos otros países emergentes, por la desaceleración del crecimiento de China que trae aparejada una menor demanda mundial de bienes. Estados Unidos por su parte, se encuentra replegado y concentrado en su recuperación económica, recomprando sus bonos. En un año crucial de elecciones legislativas, en el que los demócratas irán por la cámara de representantes y tratarán de mantener la supremacía en el Senado, la sociedad condenaría al gobierno americano si éste avanzara en un conflicto tan lejano y de poca incidencia en su economía. Pero Obama debe mostrarse firme para contrarrestar su actual imagen negativa en lo referente a manejo de la política exterior.
Hasta ahora, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos se han limitado a aprobar un paquete económico en favor de Ucrania para evitar que entre en default. Esto por si solo no va a resolver mucho, ni va a detener el avance del mandatario ruso.
Pero Putin también tiene su talón de Aquiles: su endeble economía. Bastaría con pegar allí para frenarlo. Rusia depende básicamente de su petróleo como fuente de ingreso y no ha aprovechado la época de bonanza económica para reestructurarse de otra manera. El crecimiento ruso fue de tan sólo el 1.5 % en el año 2013. El rublo no cesa de depreciarse, lo que podría llevar a una espiral inflacionaria con sus nefastas consecuencias, su bolsa se desploma como resultado de la incertidumbre y desconfianza. Europa y Estados Unidos pueden optar por esperar a que caiga por sí mismo -lo cual puede llevar un buen tiempo- o tomar medidas que impliquen severas sanciones económicas y prohibición de visados a ciudadanos rusos en el poder o relacionados con él que hayan violado derechos humanos. Amenazar con la no asistencia a la reunión del G 8 a realizarse en Sochi en el mes de junio también podría contribuir a disuadirlo. La pulseada recién comienza.