Por: María Julia Oliván
Bien lo saben los gobernadores de nuestro país. Es difícil gobernar sin el apoyo de la Rosada, sobre todo porque el esquema de fondos coparticipables es más discrecional que automático. También lo saben los intendentes, quienes a partir de la última decisión del gobierno van a recibir de manera directa los fondos que le gire la Rosada. Pero esta cuestión económica sobre el financiamiento de las economías provinciales y distritales es sólo un matiz del asunto de la coparticipación.
El otro es, obviamente, el político. Y a partir de la reedición de este antiguo conflicto por el reparto de los fondos coparticipables, Scioli ha dado una pista de cómo en 2013 su planteo será más combativo que años atrás. Porque si así arrancó enero, no se cómo va a ser la pelea en junio.
No en el sentido de la confrontación lisa y llana, porque ésa no esa no es la forma de Scioli. Pero sí con algunos condimentos nuevos. Primero que nada, ya a esta altura del partido podemos decir que existe el sciolismo. Un movimiento político con militancia liderado por funcionarios del gobierno bonaerense. Eso que parece obvio, es todo una novedad en territorio bonaerense de la gestión Scioli.
Este verano, La Juan Domingo y La DOS tuvieron fuerte presencia en los actos que lanzó la provincia en la Costa. Recién fue en 2012 que el sciolismo se empezó a mover como un cuerpo político con vida propia.
Ahora, sus dirigentes más cercanos, liderados por el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, reclaman al gobierno nacional. Piden cambios y algunos son más intensos que otros. Scioli alude a Néstor Kirchner. Cita la propia frase que pronunció el ex presidente en 2008 sobre “lo necesario” que es “devolverle” a la Provincia de Buenos Aires los 6 puntos de coparticipación que perdió.
Y reitera su storytelling. “La gente sabe que soy, ante todo, confiable, y que no miento”. Sobre la decisión del gobierno nacional de puentear a la Provincia y otorgarle directamente fondos a los municipios dijo: “Lo importante es que le sirva a la población. Porque cuando la gente tiene un problema no pregunta si la solución es municipal, nacional o privada. Ojalá los municipios , a partir de esa decisión, resuelvan sus problemas. Habrá que ver cómo usan el dinero”.
La discusión había comenzado la semana pasada cuando Pérez, le mandó una carta al titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Todos los funcionarios enrolados en su espacio político sostuvieron un debate duro por el reparto de fondos. Desde Nación, saltó Amado Boudou, quien tildó de “cobarde” el reclamo por fondos y le pidió al gobernador que explicite sus diferencias con el gobierno central.
Esta semana, la orden fue aquietar las aguas. El titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, salió a decir que es justo el reclamo por la coparticipación pero que Scioli sigue perteneciento al proyecto kirchnerista.
Del otro lado, el diputado Roberto Felletti fue más allá de los fondos. “Ningún gobernador bonaerense llegó a la presidencia”, sentenció.
Si en enero empezaron así, ni qué pensar qué se van a decir en junio.
Con la coparticipación federal sucedieron dos cosas fundamentales. Una es que las provincias han recibido en 2012 dos puntos menos que en años anteriores en concepto de fondos coparticipables. Ese porcentaje fue de 19,3 el año pasado, mientras que en 1995, cuando se creó es sistema, llegó al 25%.
La otra cosa que sucedió es que de la cantidad de recursos coparticipables, Nación disminuyó el porcentaje que es automático y subió el discrecional. Es decir que decide según el caso si envía o no esa ayuda. Los recursos que reciben las provincias en forma discrecional desde Nación pasaron del 2,5% promedio en la década del noventa al 5% en 2012.
Si sumamos todo tipo de transferencias, la provincias perdieron en 2012 4,5 puntos porcentuales de la recaudación tributaria nacional, con relación a lo que ocurría en los años noventa.
El sciolismo puso primera, el kirchnerismo más duro no bajó la apuesta y, se podría decir que con esta pelea, el año electoral arrancó oficialmente.