Por: María Julia Oliván
La solicitada publicada hoy por el diputado Franscisco de Narváez en los principales medios del país plantea a disyuntiva. Ella o vos es el título; y al vos, suma el nosotros, deseando la empatía de su espacio político (el Frente Celeste y Blanco, que en 2009 venció al kirchnerismo en las legislativas y que ahora pelea por sostener sus bancas) con el hartazgo ya generalizado al clima de confrontación permanente del oficialismo.
Entre el ella o vos aparece el nosotros como la estrella del relato político de cualquiera que pretenda construir poder. Esa es la palabra clave en la que nosotros, los argentinos, hacemos agua. Esa disociación entre la construcción social y la individual, entre el interés común y el personal. No por nada a lo largo de nuestra historia el sálvese quien pueda o el yo argentino han tenido tantos retweets entre nosotros -permítanme la licencia, ya que estamos comunicándonos vía web-. Son esos dichos populares que nos han pintado de pé a pa.
Paradójicamente, ese nosotros inclusivo fue la clave del relato que el kirchnerismo supo formular, sobre todo, en su primera etapa. Que en 2003 se indentificó con los gestos de reconocimiento a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y con los juicios por los crímenes cometidos durante la dictadura militar. Que abrazó la ampliación de las jubilaciones en el momento en el que en nuestro país ser jubilado era sinónimo a ser indigente y que aplaudió la reapertura de paritarias suspendidas desde los ’90. Y que sirvió para contextualizar también la decisión de realizar la mayor cancelación de deuda externa de la historia de nuestro país. Y la reestatización de algunos servicios públicos, que no han mejorado como se esperaba.
El kirchnerismo incorporó el nosotros en el discurso político y logró en su momento -y no hace tanto, si se tiene en cuenta que hace un año Cristina Fernández ganaba la presidencia, por segunda vez, con el 54% de los votos- movilizar políticamente a una sociedad que estaba peligrosamente quieta. Generó militancia juvenil después de décadas y armó lío, como diría Vicky Donda.
Muchos pensarán, el kirchnerismo movió las aguas de una sociedad abúlica, pero con un tsunami. Sobre esto, el analista político Jorge Giacobbe me dijo hace unos meses que CFK es demasiado intensa. Y que, tal como sucede, por caso, en una relación de pareja, la intensidad cansa. Desgasta. Nadie puede todos los días salir a pelear contra un enemigo distinto y salir indemne del desafío. Y ese desgaste se nota sobre todo en los datos sobre imagen. Según Isonomía, CFK conserva un 38% imagen positiva y acumula un 46 de negativa.
Pero volviendo a la solicitada de De Narváez, ¿es cierto entonces que los argentinos estamos cansados de la división que planteó el kirchnerismo?
Los principales políticos de nuestro país, dentro del justicialismo, el sindicalismo y también en la oposición, consideran que sí. Que llegó el momento de plantear una manera menos confrontativa de hacer política, de generar consensos y subir la bandera de rendición a las dicotomías bipolares.
El tema es cómo. Porque ¿puede la dirigencia política no kirchnerista encarar esta etapa si ni siquiera logra sentarse en una mesa a generar consensos que les permitan ponerse de acuerdo, en principio, en cómo generar un espacio propio?
Miren estos ejemplos:
- Las dos CGT están de acuerdo en todo menos en que tienen que unirse. Es decir, Oscar Lescano (Luz y Fuerza) y Hugo Moyano dicen que sí, pero se atacan mutuamente y nadie levanta el teléfono para armar la date.
- Los justicialistas no kirchneristas están con el cuchillo entre los dientes, esperando al acecho que alguno de los que mide mejor (esto es, Daniel Scioli o Sergio Massa) saque los pies del plato y arme un espacio propio que los aglutine. Eso no sucede. Nadie da un paso en falso.
- El propio De Narváez, que dio el pie de esta columna, hoy propuso el fin de la dicotomía justamente con una dicotomía: ella o vos. También se puso en la vereda opuesta del kirchnerismo pero muy cerca de Scioli, quien reitera a quien quiera preguntarle que sigue perteneciendo al espacio que lidera Cristina Fernández.
Encontramos el qué pero si no resuelven el cómo, todo muy lindo pero el asunto va a quedar sólo en una solicitada o una buena acción de marketing. Y sólo con eso no se gobierna. Si no, pregúntenle a Ramiro Agulla.