¿Cuánto utiliza su empresa las redes sociales con el objetivo de mantener la relación con sus clientes y entender si está satisfaciendo adecuadamente sus expectativas? Los escándalos de empresas no son poco frecuentes, y parecen ser cada vez más difícil de predecir o controlar. Hoy en día, son los consumidores quieres rastrean las posiciones jerárquicas de las empresas en busca de escalar sus reclamos. Un cliente descontento puede ingresar en Linked-In en busca de empleados de una empresa con quienes poder dirigir su disconformidad.
Todos los individuos pueden llegar a participar de la reputación de una empresa. Si las opiniones de los clientes, empleados, analistas, reguladores y otros interesados clave se desplazan en contra de una empresa, el impacto negativo causado por la mala reputación puede llegar a repercutir a través de casi todos los aspectos de la organización -desde la capacidad de reclutar a los mejores talentos y el valor de las acciones- incluyendo su capacidad para sobrevivir.
La conectividad 24/7 a través de las redes sociales permite a las malas noticias viajar mucho más rápido que nunca, por lo que el control de exposición luego de que el daño está hecho, es igualmente difícil. La naturaleza cada vez más global e interdependiente del mercado actual hace que la gestión de la reputación corra el riesgo de un desafío aún mayor que hace una década.
La mayoría de los empresarios respetan el valor extraordinario de una buena reputación y entender los desafíos inherentes a conseguirla y mantenerla. La reputación es, después de todo, uno de esos atributos intangibles que sólo se pueden definir por lo que perciben los demás. Se gana y se otorga, no se compra, ni se comercializa. Por lo tanto, cuando una reputación está intacta, puede ayudar a mantener una empresa a la vanguardia, pero en la otra cara de la moneda, cuando las cosas van mal, los resultados y las posibilidades de crecimiento futuro pueden verse seriamente afectadas y deterioradas.
La efectiva gestión de riesgos de reputación involucra un proceso de tres pasos de reconocimiento interno: análisis de los grupos de interés, de los desafíos y oportunidades del mercado, y una proactiva gestión de acciones diseñadas para proteger e incrementar la reputación y el valor de la empresa. La implantación de una adecuada metodología de gestión integral de riesgos y de herramientas especializadas, facilitan la identificación, medición y monitoreo de dichos riesgos.