Por: María Zaldívar
Hoy es el mejor día de lo que va del año para Boudou. Las noticias le dieron respiro. Lo sustituyeron por los buitres.
Doce horas nos duró la euforia futbolera. Nos fuimos a dormir con una sonrisa y nos estaban esperando para amargarnos la fiesta. El lunes siguiente al debut del equipo argentino en la Copa del Mundo, la Corte Suprema norteamericana nos sacudió feo al rechazar la apelación presentada por nuestro país en el larguísimo litigio que tenemos con acreedores de la deuda impaga.
Hasta el timing esta vez nos jugó en contra, porque de conocerse el fallo el viernes anterior, la mala noticia se hubiese licuado entre el fin de semana y el partido de futbol de la selección argentina. Pero no. Estos tipos son tan perversos que lo dieron a conocer el lunes. Chau alegría. Ahora, salvo Canal 7 -que sigue transmitiendo tonterías desde Brasil-, los medios están abocados a analizar probables consecuencias de tamaño tropezón judicial.
Seis horas después de conocerse la noticia, la única reacción del gobierno argentino fue anunciar una cadena nacional para las nueve de la noche. Eso estaría indicando la estrategia a seguir: enojarse con la justicia americana y de ahí, “linkear” con el proyecto nacional, la victimización y el revoleo de culpas. Más de lo mismo.
Lo cierto es que estamos en una encrucijada grave. O pagamos o se nos cae la estantería completa, lo que es decir mucho. Esto viene a desmentir a quienes sostienen que ya lo habíamos visto todo. No señores; esto todavía puede empeorar. Como bien acotó Roberto Cachanosky en Twitter, el gobierno tenía la intención de “patear” el problema al próximo y no le salió.
Hasta acá, kirchnerismo puro. Desastroso pero previsible. Ahora es tiempo de analizar a la oposición. Porque no eran sólo K los que fueron a Washington a dar vergüenza. Había gente del radicalismo, de Massa y de Macri. ¡Qué momento! Si para implorar estuvieron alineados con el oficialismo, no estaría bien que ahora saltaran de vereda y lo dejaran solo. Cabe suponer, entonces, que efectivamente lo van a acompañar en las malas como lo hicieron en este tour de política y compras a los Estados Unidos. Vendrían a configurar un Congreso esquizo, que aplaudió el default, luego aplaudió pagar en dos oportunidades (con Néstor Kirchner primero y recientemente con Cristina Fernández) y ahora de nuevo se resiste a devolver plata prestada. A esto hay que agregar el ingrediente de ignorar el fallo judicial americano. Porque en la Argentina nos parece cotidiano que el Poder Ejecutivo ignore lo que disponen los jueces pero no es así en el mundo civilizado.
Dada la independencia de poderes que rige en otras latitudes, era esperable un fallo adverso, como es esperable el “yo no fui” kirchnerista. Casi nadie alienta esperanzas de que algo bueno venga del kirchnerismo. ¿Qué se puede esperar del burro sino una patada, ¿no? Lo peor de los últimos tiempos es la inacción o la acción deficiente del resto. Hoy hay otro escenario en el que, seguramente, tampoco habrán de estar a la altura de la necesidad. Es muy probable que se abroquelen en la corporación que los contiene.
Y en ésta ni siquiera cabe gritar un “Yankees, go home” porque hace tiempo nos hicieron caso y prácticamente no quedan inversiones americanas significativas en la Argentina. Como un scketch, somos nosotros los que fuimos a Washington. A varios miembros del Honorable Congreso se los vio abasteciéndose de productos de difícil acceso para los que vivimos en el país. El lote de diputados que viajó a hacer lobby por el gobierno más incumplidor de la historia trae de vuelta una monumental derrota y los electrónicos que se compraron. Los electrónicos, para ellos; la derrota para todos y todas.