De dónde venimos y hacia dónde vamos

Marianela Arista

En las últimas semanas varias han sido las informaciones en torno a la cantidad de personas que se encuentran bajo la línea de pobreza en nuestro país. Un informe publicado por el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) y datos relevados por el Observatorio de Datos Económicos y Sociales perteneciente a la Confederación General del Trabajo (CGT), ponen en tela de juicio las estimaciones que en ese sentido realiza el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), a la vez que acrecientan la incertidumbre social respecto a la creencia y veracidad de los datos oficiales.

Dichos estudios afirman que la pobreza alcanzaría en la actualidad al 27% de la población argentina, lo cual representa aproximadamente 11 millones de habitantes, y concluyen que las causas de ello podrían atribuirse a “una combinación entre un bajo nivel de capital humano concentrado en el cuartil más pobre de la población y una tasa de empleo informal todavía muy elevada en pequeñas empresas de baja productividad (…) asimismo, los salarios reales del sector informal han caído durante estos últimos años de alta inflación”.

Ahora bien, independientemente de quién realice las estimaciones, parece claro que el análisis en perspectiva podría aportar nuevos argumentos a los tradicionalmente expuestos por quienes se oponen a este proyecto político.

Haciendo un simple relevamiento de los datos oficiales arrojados por el Indec, desde el primer semestre de 2003 hasta igual semestre de 2012, podemos observar que la cantidad de personas bajo la línea de pobreza se redujo en un 88%. En otras palabras, mientras en el período de enero a junio de 2003 la cantidad de personas pobres representaba al 54% de la población, en igual período de 2012 se registró un porcentaje del 6,5 %. De 4.899.164 habitantes sumergidos en la pobreza se pasó a 2.605.938, teniendo en cuenta que el Censo 2010 registró un total de 40.091.359 habitantes en Argentina.

Ello se explica por las políticas impulsadas desde 2003, que han sido direccionadas hacia la inclusión social, siendo uno de los ejes la lucha contra la pobreza. Algunas medidas emblemáticas en ese sentido son: la Asignación Universal por Hijo (AUH), que comenzó siendo en 2009 de $180 y hoy alcanza los $340; la Asignación Universal por Embarazo (AUE) de igual monto que la AUH; los incrementos periódicos en los haberes de los jubilados y pensionados (+1.438%), en los salarios de los trabajadores formales según los acuerdos de las paritarias y en el Salario Mínimo Vital y Móvil (+1.038%); la creación de aproximadamente 5 millones de puestos de trabajo; y la reforma previsional que extendió el aumento de la cobertura previsional a más del 90% de jubilados y pensionados. Al mismo tiempo, también han cumplido un rol fundamental los dos grandes programas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación: Argentina Trabaja y Familia Argentina. Ambos comprenden diferentes líneas de acción para lograr el desarrollo de la familia y los individuos a través del trabajo y la educación. El primero de esos programas incluye como subprogramas: Ingreso Social con Trabajo, Proyectos Socioproductivo, Manos a la Obra, Marca Colectiva, Microcréditos y el Monotributo Social, los cuales promueven el crecimiento y el desarrollo productivo, más puestos de trabajo y la creación de empresas sociales en el marco de la economía social y solidaria. Por su parte, el Programa Familia Argentina apunta al mejoramiento en la calidad de vida como así también el desarrollo educativo y social de los niños/as, adolescentes, adultos mayores y de los pueblos originarios.

Sintetizando, se ha logrado equiparar relativamente no sólo los niveles de ingresos sino también las condiciones sociales y derechos de cada argentino. Independientemente de las diferentes concepciones y/o clasificaciones que se puedan atribuir al término de la pobreza, ésta se caracteriza por la “carencia”, la carencia de salud, vivienda, ingresos, empleo, nutrición, educación, entre otras.

Y en este sentido, el objetivo de las diferentes políticas socioeconómicas ha sido la atención de todas esas carencias desde la asunción de Néstor Kirchner al gobierno nacional en 2003. En un informe leído hace unos días sobre la pobreza y el desarrollo humano, tomando el caso particular de República Dominicana, se alude a que una de las formas de erradicar la pobreza y aumentar el desarrollo humano es “buscando la equidad de valores nacionales, la equidad en la competitividad, la equidad de derechos internacionales y estamentos de comercio, así como el respeto a las poblaciones existentes partiendo de un marco humanista”. En este camino ha marchado el Gobierno Nacional, pero la lucha más grande ha sido, y sigue siendo, contra las recetas neo liberales y los sectores que las promulgan en pos de sus propios intereses y beneficios.