El pasado sábado 20 de julio me ocurrió algo poco habitual para lo que es la realidad política argentina. Pude dialogar con un funcionario kirchnerista. En este caso se trató de Mercedes Marcó del Pont, actual presidenta del Banco Central. No es un cargo menor. Probablemente sea, luego del cargo de presidenta y de ministro de Economía, el de mayor grado de importancia en nuestro país. Al menos históricamente fue así. Es algo lógico. Si bien la Argentina no emite una moneda de reserva mundial y aun cuando el peso hoy en día sea una moneda de invernadero, inconvertible contra cualquier moneda del mundo, y sólo utilizada dentro de la economía cárcel que es hoy la Argentina, nuestra atribulada historia monetaria y cambiaria pone necesariamente al presidente del Banco Central en el centro de la escena económica y política del país.
Resulta que el sábado por la mañana junto con el resto del equipo de PRO Libres que lidera el histórico Pedro Benegas nos desplegamos por varios puntos de la capital porteña para realizar las habituales “panfleteadas” y charlas con los vecinos. En la esquina en la cual estaba mi grupo también estaban los militantes del Frente para la Victoria, todos muy jóvenes y como es esperable para su edad, bastantes entusiastas. Obviamente terminamos hablando de política.
Finalizando nuestra charla se acerca fugazmente la funcionaria Marcó del Pont, quien venía a buscar a sus militantes con quienes estábamos debatiendo junto a Facundo Chidini (presidente de la Juventud), los únicos dos militantes de PRO Libres que nos habíamos quedado. A los pocos segundos de llegada la funcionaria se produjo lo inevitable.
Reproduzco a continuación el fugaz debate que mantuve con la funcionaria.
Mariano Muruzábal (MM): –Dejen de darle a la maquinita que vamos a volar por los aires.
Marco del Pont (MdP): –¿Por qué decís eso?
MM: –Lo digo porque hace seis años que tenemos una inflación superior al 20% anual. Y este año la proyección se ubica nuevamente por arriba de dicha cifra. Desde que están ustedes la canasta básica de alimentos se multiplicó por siete. ¿Les parece poco?
MdP: –No vemos que la inflación sea un problema mientras los sueldos acompañen la suba de precios.
MM: –Lo que ustedes no se dan cuenta es que la renegociación de sueldos en el sector privado raramente logra igualar el aumento de precios. A su vez, dichas “actualizaciones” se realizan en su mayoría una vez al año, mientras que los precios se incrementan a diario. Y a esto hay que sumar a todos los trabajadores que se encuentran en la informalidad (cerca de 1/3 del total según cifras de la propia OIT) y que están fuertemente limitados a la hora de renegociar sus sueldos.
MdP: –Se viene trabajando para que ello no ocurra y para que las negociaciones sean lo más abarcativa posible.
MM: –Es que el problema no es sólo de los trabajadores. Miren lo que están haciendo con los actuales jubilados y con los que se van a jubilar en las próximas décadas. Con los primeros, y debido a estos niveles de inflación, han aplanado la pirámide jubilatoria, a tal punto que actualmente cerca del 85% de la clase pasiva cobra la mínima ($2200 aprox.), amén de todos los juicios que se han activado por reajuste de haberes (y que los pobres jubilados nunca van a cobrar ya que los plazos de resolución pueden durar años). Ni quiero pensar en los que hoy están aportando pesos al sistema previsional y que se van a jubilar dentro de dos o tres décadas.
MdP: –¿A qué te referís?
MM: –A que el peso ha perdido desde el 2003 a la fecha más del 75% de su poder de compra. Con la inflación acumulada hasta hoy, un peso de 2003 hoy tiene un poder de compra de casi 20 centavos. Con estos niveles de inflación y de depreciación del peso ¿qué perspectivas puede tener alguien que hoy aporta pesos y que espera seguir recibiendo pesos dentro de treinta años?
MdP: –Es que nuestra política monetaria busca apuntalar varios frentes, no solo el consumo, sino también la oferta de crédito. En este sentido también estamos tratando de ampliar las líneas hipotecarias que es una deuda pendiente.
MM: –Eso también es parte del problema. En primer lugar porque todo el dinero nuevo que crean del aire y que vuelcan a la economía, termina empujando los precios ya que la capacidad productiva no puede expandirse al mismo ritmo. Y todo ese dinero nuevo que crean, indefectiblemente se termina “reciclando” a través de los bancos, quienes incrementan aún más la cantidad de “dinero” al convertir esos mayores saldos ociosos en nuevos préstamos. Es lo que dicen los balances de los principales diez bancos privados de la Argentina. Su cartera de préstamos está compuesta en mayor medida por préstamos al consumo, y descuento de documentos y cheques. Estos conceptos prácticamente explican más del 60% de la capacidad prestable de los bancos. Son todos fondos que empujan el consumo más allá de las capacidades reales de nuestra economía. Claro está que el mecanismo para ajustar este desequilibrio es a través de la suba de precios. Las líneas hipotecarias representan menos del 8% de los fondos prestados. Es algo lógico. Los bancos no prestan su dinero sino el que captan de los depositantes. Pero a estos últimos hay que pagarles (tasa de interés pasiva). Y a esta última tasa también hay que sumarle los costos de la intermediación más las primas por inflación y devaluación. Hoy no es negocio para los bancos otorgar créditos hipotecarios. Se están llenando de plata financiando el consumo de corto plazo.
MdP: –Ya me tengo que ir, pero lo que te puedo decir es que uno de nuestros principales problemas es que la gente sigue pensando en dólares. Hay que terminar con esta “lógica del dólar”.
MM: –Lo que ustedes tienen que entender es que la gente cuando toma decisiones, no sólo está influenciada por lo que le ocurre y lo que espera para el futuro, sino que también está condicionada por los propios recuerdos y las pasadas experiencias. Toda esta información constituye un estímulo demasiado fuerte. Es en base a estos estímulos que la gente decide. Nuestros niveles de inflación son inéditos en el mundo y en el propio vecindario. El mercado de cambios está destruido y el riesgo devaluatorio acecha. Nuestra “memoria monetaria” incluye la destrucción de cinco monedas en menos de un siglo y recurrentes episodios inflacionarios. Toda la batería de controles y regulaciones que han impuesto incluyendo la imposibilidad de convertir el peso al dólar, han sido siempre la antesala a episodios de fuerte devaluación y espiralización inflacionaria. Para que la gente deje de pensar en el dólar la política monetaria y cambiaria tiene que ser radicalmente opuesta a la actual.
MdP: –Chau.
MM: –Nos vemos.
A confesión de parte relevo de prueba. Que cada uno saque sus conclusiones.
N. de E.: Voceros de Mercedes Marcó del Pont hicieron llegar a Infobae la siguiente aclaración:
Mientras acompañaba a militantes del Frente para la Victoria en una actividad en una esquina de la Ciudad, Marcó del Pont conversó también con militantes de otros partidos. Pero el contenido del diálogo que transcribe el columnista Muruzábal es una creación propia y no se ajusta en absoluto a lo que ocurrió.