Por: Martín Simonetta
La salida de divisas es uno de los temas calientes que el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich apunta a encaminar. La brecha entre el dólar oficial y el “blue” así como la aparentemente imparable sangría de reservas del Banco Central son algunos de las cuestiones a resolver.
En este contexto, se anuncia la medida de un aumento del 20% al 35% del recargo para compras con tarjeta de crédito en moneda extranjera así como para las operaciones turísticas. Al nivel del tipo de cambio oficial actual, el nuevo dólar turístico rondaría los 8,30 pesos mientras que la vieja versión se ubicaría cerca de los 7,40 pesos. La medida parece reforzar la tendencia hacia un retorno a los tipos de cambio múltiples existentes en otros momentos de la historia económica argentina. Hoy encontramos, a primera vista, una amplia variedad de “dólares”: el oficial, el “blue”, el “celeste” inmobiliario, el turístico (al cual algunos llaman con cierta ironía “dólar Susana”), por apenas mencionar algunas de las variedades.
Pasar el verano
En el contexto de un cercano verano, el turismo de argentinos en el exterior acreciente -como factor estacional- la demanda de divisa extranjera. Datos oficiales señalan que alrededor de uno de cada tres argentinos veranea en el exterior y la proporción se ha acrecentado en los últimos años así como el monto de dinero gastado por este segmento de población a través de tarjeta de crédito. Esto se da, obviamente, a partir de la importante diferencia existente entre el dólar tarjeta (cercano a 7 pesos hasta la reciente medida) y el dólar “blue” (cercano a 9,50 pesos). Por su parte, la inflación ha dado lugar al llamativo hecho de que veranear en el exterior sea más barato que hacerlo en la propia Argentina. La actual medida -con gran sabor a tango- parece un intento de retornar a los tipos de cambio múltiples vigentes en otras épocas de la Argentina. Se esperan cuestionamientos a partir de la compatibilidad de estas prácticas con los compromisos internacionales contraídos por el país, entre otros ante el GATT/OMC (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio/Organización Mundial del Comercio), dado lo extemporáneo de la medida en un mundo global.
¿Inflación mata competitividad?
Las respuestas de fondo debieran apuntar a fortalecer la competitividad de la economía pero no sólo a través de artificiales medidas, sino a través del ataque del problema de fondo que atenta contra la competitividad: la inflación. El hecho de que resulte más caro veranear en la costa Atlántica que en playas griegas, españolas o de los Estados Unidos tiene que ver con este impuesto inflacionario que no parece cesar. Así como en otras épocas escuchábamos la frase “hay que pasar el invierno”, hoy el gran desafío para el gobierno y el nuevo jefe de Gabinete parece ser “pasar el verano”.