Por: Martín Yeza
“Tu mejor testigo se puede contradecir”
Al kirchnerismo le encantan las batallas simbólicas y en ese sentido Lanata hizo algo genial: puso al kirchnerismo por primera vez en mucho tiempo en la incómoda posición de tener que explicar quién fue verdaderamente Néstor Kirchner. El corazón del modelo.
Es una estocada profunda y diferente a las anteriores, como el del caso Schoklender y las viviendas de las Madres de Plaza de Mayo que relativizó su integridad moral y el compromiso con los derechos humanos, o el de accidentes producto de la ineficiencia y corrupción como el de la Tragedia de Once, que desdibujó su imagen de buenos gestionadores.
Lo de Lanata es profundo porque da un vuelco total a la situación anormal de tener a una Presidente de luto desde hace 2 años, que cada vez que puede lo trata de “Él” como si se tratara de Dios, omnipresente, y que a partir de la película producida por Paula Luque poco más parecía que Néstor Kirchner era un tierno soñador venido de las lejanas y frías tierras del sur de nuestra Patria a ponerle el pecho a la difícil situación que atravesaba el país.
Herir la figura de Néstor Kirchner es herir la épica imaginaria kirchnerista, que el mejor testigo del modelo se puede contradecir. No en vano salieron a defenderlo todas las capas de funcionarios del Gobierno Nacional. Saben lo que implica herir a Néstor. El kirchnerismo se desespera por las batallas simbólicas, más aún cuando las está perdiendo.
Lo del kirchnerismo -¿o cristinismo?- tomó un tono de tragedia griega, se enfrentan al dilema, cual Edipo, de tener que matar al padre.
“Ella es bailarina de la caja musical”
Una de las versiones sobre la historia de Siddharta -quien nunca había salido de un perfecto palacio construido para él- cuenta que una vez oyó un lamento proveniente de afuera del palacio y decidió salir de allí. Prepararon un camino pintado de dorado para simular que todo era como dentro del palacio hasta que se filtró un hombre anciano y desnutrido. Siddharta lo siguió y descubrió la verdad, que no todo era como en su palacio. Así descubre la pobreza, la vejez -muerte- y el ascetismo para convertirse en Buda. A la Presidente le sucede exactamente al revés, oye un lamento y se encierra. Construyó una bóveda mediática para no oír nada de “afuera”.
Como a la Presidente no le gustaba lo que medios independientes tenían para decirle creó la ley de medios, generando un monopolio estatal creciente, que con cierta ironía no puede utilizar para sus cadenas nacionales porque cuando lo hace, resta. Entonces se dedica a twittear. La nueva forma -no invasiva- de cadena nacional.
Hay rumores crecientes y hechos concretos, de público conocimiento, que alimentan la posibilidad de que el Gobierno Nacional se quede con el control de Papel Prensa para limitar la tirada de los dos diarios tradicionales de la Argentina: Clarín y La Nación.
Si esto se consuma va a obligar a que todos los que de alguna manera somos críticos del proceso que está viviendo Argentina debamos volcarnos a potenciar el trabajo en Internet a través de las redes sociales, así como intentar sortear el escollo de reconectar la política con las congregaciones productivas. Todo un desafío luego de la experiencia con sabor nostálgico que han dejado los cacerolazos, masivos como ningún partido político en Argentina pero no producen efectos concretos.
Datos feos, por eso brindamos
El kirchnerismo logró una serie de victorias en la cultura popular, que ganaron por cansancio y también por repetición. Lograron que la gente conviva con la idea de que siempre se va a vivir con inseguridad.
También lograron que no importa que el Estado mienta o diga la verdad, que si se grita más fuerte y se repite más, la cancha se embarra. Que somos todos lo mismo. Que no existe tener la razón “todos tenemos nuestras verdades”. Verso.
Que la democracia es votar cada dos años. Que la participación política y el Estado son lo mismo.
Que está bien hacer control policial en casas de periodistas opositores pero no es tan grave que no suceda a los inculpados de ser socios y enriquecerse ilegalmente con Néstor Kirchner.
Que el progreso no existe, que está bien ser pobre, que la educación siempre fue mala y nada va a cambiar.
Pero por el dato feo que más brindo es por eso que dicen, que hay kirchnerismo por 20 años más.
No me digas nada, ladrón de mi cerebro.