Por: Martín Yeza
Se harán innumerables juegos de palabras sobre la década que se cumple de kirchnerismo en el poder, en la que ellos prontamente se apuraron en denominarla “ganada”.
Es un Gobierno Nacional que según mediciones como las del Observatorio Social de la UCA hay un 26,5% de pobres. Un Gobierno Nacional que deja como legado de un millón de jóvenes que ni trabajan ni estudian, cuando han sabido crear la juventud política más influyente de las decisiones estatales de los últimos 40 años. También deja el flagelo del narcotráfico instalado en los barrios más carenciados y una generación de pibes esclavos del “paco”, que no tienen ningún tipo de expectativa de crecimiento.
En 2015 se abre la oportunidad histórica de darle finalmente a la Argentina un rumbo estratégico en un contexto mundial en el que las relaciones de poder se están reconfigurando y el tipo de necesidades nos posicionan como un país productor de insumos que el mundo requerirá, por motivos aritméticos, cada vez con mayor necesidad.
De todos modos, un estudio afirma que si Argentina fuese todo campo, solamente trabajarían 650 mil personas. Es indudable que el campo es importante, pero aún en el mejor de los casos no puede ser nunca nuestra salvación, debemos pensar un sistema de desarrollo productivo que prescinda intelectualmente de la posibilidad de contar con el campo.
El próximo Presidente deberá fijar el rumbo de nuestra relación con la República Popular China y qué posición internacional tomaremos respecto a ellos. Esto implicará de alguna manera explicar de qué mundo queremos participar, porque si bien la globalización ha derribado muchas barreras, no es menos cierto que tenemos un marcado anclaje cultural vinculado a la sociedad occidental: libertad, fraternidad, progreso, democracia.
También deberá brindar una visión de cómo asociarnos estratégicamente a los Estados latinoamericanos que más se están desarrollando de manera tal que el progreso regional potencie las cualidades y las fuerzas espirituales de la ciudadanía.
El próximo Presidente tendrá el deber de resolver algo que el kirchnerismo no pudo, que es recuperar y reinsertar socialmente a los jóvenes que ni trabajan ni estudian. Esto exigirá por un lado reflexionar sobre la naturaleza del trabajo como factor de redistribución de la riqueza y el tipo de sociedad que se pretende a partir de un modelo de progreso determinado, así como desarrollar una visión actualizada al siglo XXI sobre qué rol debe cumplir la educación y el ridículo que implica que jóvenes de 15 años que apenas saben leer y escribir lean el Lazarillo de Tormes en la secundaria.
La tecnología va a cambiar todo y los mecanismos de transparencia y participación democrática van a empezar a mutar hacia nuevas formas para los que muchos políticos de la generación que no nació con una computadora bajo el brazo desconocen.
Las demandas del calentamiento global implicarán iniciar un camino hacia el consumo responsable de energía, así como la concepción de una política energética estratégica y limpia que nos permita aprovechar el potencial de energías alternativas que permite nuestra variedad de climas y geografías.
Normalizar el funcionamiento de las instituciones y amigarlas con las posibilidades de transformación, adecuarlas a los nuevos tiempos y forjar una mejor y más sólida democracia. Fortalecer y recuperar la confianza en la Justicia luego de un proceso histórico que se dedicó a destruir la fe pública de manera sistemática también será fundamental.
La generación de oportunidades para el progreso, saber cuáles son los factores que se deben cumplir para poder vivir cada vez mejor. Permitir un horizonte de progreso estable, ostensible, pero por sobre todas las cosas posible.
El Perón del siglo XXI va a ser quien sepa comprender sensiblemente el fenómeno de la pobreza estructural para poder incorporar a los más vulnerables dentro del sistema con dignidad. El abuso de los sistemas clientelares son un boomerang que tarde o temprano va a volver y nos va a golpear duro si no utilizamos con inteligencia una imaginación que productivamente suponga crecimiento y desarrollo económico. Aquí jugará un rol importantísimo la posición que el Estado tome de toda actividad que sea capaz de generar puestos de trabajo.
Definir el tipo de liderazgo y el tipo de sociedad que queremos ser. Cuánto nos importará ser parte de las decisiones de manera democrática, recordando que cuando hay bonanza económica concedemos nuestro poder y cuando hay crisis lo queremos recuperar.
No sé si esta fue una década ganada, perdida, oxidada, rifada, etc. Lo importante es pensar la década que sigue, la que queremos… y la que ya no queremos.