Por: Martín Yeza
El truco de la Presidente es mostrarse débil cuando es fuerte y mostrarse fuerte cuando es débil, tal como recomienda Sun Tzu en El arte de la guerra al decir que este arte es básicamente “el arte del engaño”. Este 25 de Mayo la Presidente se quiso mostrar fuerte.
Néstor Kirchner inauguró esta táctica el 28 de junio de 2009, la misma noche en que su lista de diputados nacionales perdió con él a la cabeza, siendo santacruceño, en la Provincia de Buenos Aires, e interpretó la derrota como un llamado a “profundizar el modelo”.
El pasado sábado la Presidente comenzó su discurso diciendo que la Plaza de Mayo era una “plaza de alegría y amor”, trazando un paralelo por omisión con los cacerolazos sucedidos hasta el momento; hacia el final del discurso advirtió a los presentes: “si no se organizan, si no participan, si no cuidan ustedes mismos lo que es de ustedes, van a venir otra vez por todos ustedes como lo han hecho a lo largo de toda la historia”. Como decía Nietzsche, “con las palabras se pueden mentir, son los gestos los que nos delatan”.
Esta convocatoria, extraña, a que se organicen hay que contextualizarla en una semana en que se anunciaron las patrullas militantes de control de precios, acción que ya se ensayó en Venezuela justo en una semana en que Nicolás Maduro decidiera entregar 2 millones de armas a militantes. Se quieren disfrazar de duros y fuertes.
Me pareció interesante algo que escribió Victor Beker al advertir que el 5 de noviembre de 1934 Hitler creó el Comisariado de control de precios, cuyo control estaba a cargo de las juventudes hitlerianas. Es una suerte que no estemos en la Alemania Nazi y que La Cámpora diste de ser juventud hitleriana, pero pretender frenar la inflación con militantes gritones no suena a plan inteligente.
Detrás de toda esta estrategia de hacerse los rudos está oculta la implantación de una semilla poderosa en el imaginario colectivo: que el 2015 es un escenario caliente sólo apto para rudos, que gane quien gane los que van a decidir la permanencia en el poder del próximo Presidente van a ser ellos; así entonces, sería menos traumático elegir a un kirchnerista.
Que me perdonen los que espontáneamente o por convicción militante fueron el sábado a la plaza, pero bien saben que para llenarla tuvieron que llenar los bolsillos de punteros para que lleven gente. Los que no somos kirchneristas con apenas un par de fotos en Facebook y algún twitt logramos llenar no solo la Plaza de Mayo sino muchas más.
Quienes integramos proyectos mayoritarios tenemos el deber moral de hacer estas advertencias sin eufemismos. Quieren que tengamos miedo porque las sociedades con miedo son más fáciles de dominar y domesticar.
No se puede pensar el 2015 como el final del mundo. Planificar, en política, siempre consiste en prever lo peor y entender qué es lo peor sirve mucho para entender que mientras más normales actuemos frente a esa eventualidad más poderosos nos hacemos. El kirchnerismo en algún momento se va a terminar y eso es una certeza, aunque no les guste y la Presidente deba aclarar que no es eterna.
Mientras tanto deberemos pensar cómo lograr una mejor democracia, una libertad más amplia y en cómo incluir a los sectores más vulnerables dentro del sistema a partir de la recuperación de la cultura del trabajo entre otras cosas.
Es por eso que no les tengo nada de miedo, no caigo en su truco, y espero que usted tampoco. O, como dice el Martín Fierro, “Soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno”.