Pedro y el lobo

Martín Yeza

Se cree por diversas fuentes que Esopo vivió –tal vez- en el siglo VI antes de Cristo. Esopo creó, a lo largo de su vida, una serie de fábulas que fueron tomadas por la cultura griega de la época y que contemporáneamente fueron compiladas en un libro que hoy se obtiene bajo el título de Fábulas en casi cualquier librería. Algunos de sus cuentos los conocemos desde el jardín como el de “Pedro y el lobo”, que también puede ser conocido como “Juanito y el lobo”.

No creo que haga falta resumir el cuento de “Pedro –o Juanito- y el lobo” porque lo conocemos casi todos. Básicamente podríamos decir que es un cuento que se enseña con el objetivo de enseñarnos a no mentir. Esta enseñanza, si bien importante, constituye un problema, que es que también nos enseña a creer que la culpa del otro nos libera de asumir una actitud solidaria.

La política es en muchos casos una construcción que se debe hacer en contra del instinto.

Los científicos científicos Stanley Milgram y Philip Zimbardo saltaron a la fama en la segunda mitad de siglo XX por sus experimentos sobre la obediencia y sometimiento ante la violencia. Los resultados son terribles, solo un 10% de las personas se resisten a hacer el mal o infringir violencia y lo mismo, un 10% aproximadamente se rebela ante la autoridad. Incluso, en el experimento de Milgram se evidencia que un 65% de los sujetos está dispuesto a infligir daños severos. En una reciente entrevista, Philip Zimbardo dijo que la mejor forma de luchar contra esta tendencia natural hacia la violencia está en hacer un ejercicio diario y continuo de autocrítica, que es la mejor manera de mantener la conciencia entrenada para no deshumanizar las decisiones personales.

Hay una patología política que nos inunda por estos días, ostensible en jóvenes, adultos y gente mayor, que es la de desconfiar absolutamente de todo. Es cierto, existen elementos por los que se podría llegar a dudar de algunas cosas pero eso no nos hace mejores que el que nos engaña si es que lo estuviera haciendo.

La república o más bien la actitud republicana debe ser un ejercicio de fe y confianza, contrainstintivo, que requiere un altruismo necesario para ir en auxilio de quien lo necesita o al menos solidarizarse. La actitud republicana no es posible en la desconfianza.

John Lennon y Yoko Ono crearon un cartel minimalista y profundo que decía, en épocas de la guerra de Vietnam: “War is over (if you want it)”. Y acá es lo mismo, no se puede resolver una crisis institucional y social de desconfianza sobre los otros con más desconfianza.

La actitud republicana es luchar contra la natural tendencia de creer que los errores del otro nos liberan, e ir a ayudar a Pedro cada vez que éste pida auxilio, por más que nos esté mintiendo.