Cómo ponerle muletas al pato rengo

Martín Yeza

El síndrome del pato rengo es como se conoce a la imposibilidad de un mandatario de volver a ser electo y el vaciamiento de poder que se produce a su alrededor.

Luego de las elecciones de 2011, donde la presidente Cristina Kirchner se alzó con un porcentaje histórico, se abrió un proceso en el que el kirchnerismo apostó a morigerar los efectos del pato rengo con una fuerte apuesta a lo propio y a la necesidad de reformar la constitución nacional para habilitar un tercer mandato presidencial. No prosperó.

En las elecciones legislativas de este año se cerró un capítulo del kirchnerismo en el que quedó claro que con lo suyo no alcanzó. Sobre el cierre de la campaña electoral la Presidente debió ser atendida quirúrgicamente y en su regreso tomó una serie de decisiones que en apariencia lucen más efectivas que las anteriores, y de esta manera parece posible llegar a 2015 con un margen de gobernabilidad suficiente como para incidir en el siguiente turno presidencial.

Método

Incorporación del factor desestabilizador

“Los enemigos nunca traicionan, traicionan los amigos”. Pese a las diatribas, denuncias y ambientaciones generadas desde los cañones mediáticos oficialistas, el factor de desestabilización nunca fue la oposición, ni el Grupo Clarín, ni la iglesia, ni los cientos de miles de personas que se movilizaron en los distintos cacerolazos. El verdadero factor de desestabilización de los últimos 30 años de la democracia Argentina ha sido el PJ. Con la incorporación de Capitanich, la Presidente incorpora un actor con “hambre de gol” e indiscutiblemente PJ -y que quiere ser competitivo en 2015-. De esta manera, practica un equilibrio a tres bandas donde pone un freno a las ansiosas pretensiones de Urribarri y Scioli, y un límite al éxodo por goteo dirigencial que había iniciado Massa.

Método Clinton o gatopardismo

Lo practicaron entre las PASO y las elecciones generales; es una constante del kirchnerismo en la adversidad la incorporación de “títulos” de la oposición, modificándoles el contenido y haciéndolos a su manera. Sucedió en 2009 por ejemplo con la asignación universal por hijo, que no solo no es una ley sino que no es universal, y en 2013 sucede con otro grado de complejidad donde se cambian nombres polémicos de funcionarios pero se mantienen ejes del gobierno. Así se hacen propias ideas ajenas y se recupera una agenda conectada con asuntos normales que vuelve más cercano al gobernante con los problemas.

Reconocimiento profesional de los problemas

El principal fracaso de la comunicación del kirchnerismo es que mentían. Podés comprar mil medios, lograr que ver fútbol sea un derecho, pero si mentís estás jodido. Tiene sentido que descienda el nivel de conformidad. La soberbia gubernamental con el relato del éxito integral le trabajaba la culpa al laburante de todos los días que iba al súper y le aumentaban los precios o salía a pasear con alguien a la noche con la posibilidad de que le roben. Dejar de mentir permite recuperar cierta autoestima ciudadana, tener el sentimiento de que al menos no te están estafando tanto.

Recuperación del Congreso como actor

La vocación republicana, de división de poderes no sólo implica un palo en la rueda del Poder Ejecutivo -como puede ser percibido desde quienes ocupan el Poder Ejecutivo- sino que además es una manera de redistribuir la responsabilidad de los problemas y sus soluciones. En 2009 la oposición ganó y la agenda que prometió era tan enorme que le quedó grande y en 2013, algunos dirigentes opositores también van a pagar el costo del exceso de responsabilidad -que deviene en irresponsabilidad-. Integrando al Congreso como un actor el Gobierno Nacional redistribuye responsabilidad y puede dedicarse a dar las batallas que la gestión tiene por delante con mayor capacidad de concentración de esfuerzos.

Administración eficiente de la figura presidencial

Con los cuatro factores anteriores, la figura de la Presidente recupera prestigio y potencia. Antes única vocera de todos los temas, había encontrado un mecanismo de comunicación directa con la ciudadanía mediante la cadena nacional. Hoy se ve en la obligación de dosificar sus apariciones, medir sus palabras y el impacto que pueden causar las mismas para recuperar el misterio y la posibilidad de seducir.

La Presidente parece, así, haber encontrado un método inteligente para superar el síndrome del pato rengo, con una serie de medidas que parecen adaptarse mejor a sus virtudes que el heredado sistema anterior.