“Desconocer la naturaleza es la causa de la desgracia humana” (Epicuro)
La última Navidad nos sorprendió a todos con un ataque masivo de palometas en la ciudad de Rosario, en la rambla Catalunya sobre el Paraná, con un saldo de más de cuarenta heridos. Casi un mes después en la misma localidad hubo un segundo ataque con otros diez heridos. En ambos casos se atribuyó el ataque a dos especies de palometas que habitan las cuencas del río Paraná: Serrasalmus spilopleura (palometa brava) y Pygocentrus nattereri (palometa mora). También hubo ataques en balnearios de Misiones a los que se sumaron también ataques de tarariras en enero de este año. Todos estos hechos han tenido un denominador común: ocurrieron en verano y durante una de las olas de calor más intensas que registró nuestro país. Si bien no podemos predecir qué sucederá en el inminente verano, de repetirse esas altas temperaturas durante mucho tiempo es probable que nos encontremos con casos similares. Conocer un poco más sobre la biología de las palometas/pirañas puede ser útil para reducir posibles daños a bañistas.
La explicación más razonable de lo sucedido es que, debido al gran calor, los peces estaban muy cerca de la costa y, al ser un feriado, había muchísimos bañistas en el agua. Son varias las explicaciones alternativas y complementarias para este fenómeno. Sin embargo, es importante aclarar antes de comenzar a enumerarlas, que son todas hipótesis basadas en conocimientos de la biología de estos animales, pero que hay que ponerlas a prueba a través de la realización de estudios científicos. La rama de la biología que se ocupa del estudio de los peces se denomina Ictiología y en todas las provincias de nuestro país hay destacados especialistas. Para empezar a clarificar algunas cuestiones cabe aclarar que hablar de palometas o pirañas es lo mismo. Se trata de una familia de peces denominada Serrasalmidae que incluye más de 40 especies de agua dulce y que se caracterizan por tener mandíbulas fuertes generalmente armadas con dientes muy afilados y colocados en una sola hilera. De hecho, una de las especies que se encuentra en el Paraná es denominada palometa en Argentina y piraña en Brasil. Dentro de esta familia tenemos también a los conocidos pacúes, una especie de agua dulce muy consumida en nuestro país por su exquisita carne, pero que no tiene tanta mala fama ya que una especie es mucho menos agresiva debido a su dieta omnívora.
Las pirañas suelen formar grandes cardúmenes. Eso les trae varios beneficios: (1) hace más eficiente la defensa contra predadores mejorando la detección de éstos y diluyendo la posibilidad de ser capturadas, (2) mejora la eficiencia en los ataques sobre sus presas y (3) facilita la formación de parejas y el establecimiento de vínculos sociales. La mayoría de los ataques registrados a personas se dan durante el verano, que es la época reproductiva de estos animales, momento en el cual cuidan ferozmente su nido y su crías. Los cardúmenes de palometas detectan el movimiento de animales grandes, muchas veces heridos y moribundos, y eso hace que los ataquen con ferocidad. Esa ferocidad comienza a escalar a medida que más animales se incorporan al ataque. Es en esos momentos cuando el cardumen -al igual que las jaurías de perros, los enjambres de abejas, las mangas de langostas o las tropas de monos- se consideran como un súper-organismo con características propias y diferentes a la de los individuos aislados. Es por este tipo de comportamiento que las pirañas son especies muy importantes en el equilibrio de los ecosistemas, ya que evitan que los animales muertos se pudran en el agua y transmitan enfermedades. Las altas temperaturas registradas en los días de los ataques a bañistas en combinación con la baja en el caudal de agua del Río Paraná podrían haber sido responsables de que los peces se encuentren en altas densidades y con poca disponibilidad de presas/alimento. Tenemos que tener en cuenta también que los peces no tienen una temperatura corporal constante como los mamíferos y las aves, y por lo tanto al subir la temperatura del agua aumenta su propia temperatura, metabolismo, voracidad y agresividad. También hay que tener en cuenta lo que pueda estar sucediendo con la abundancia de las poblaciones de los predadores naturales de las pirañas: dorados, yacarés y varias especies de aves. Si las poblaciones de estos predadores se redujeran significativamente, esto podría generar un aumento en las poblaciones de pirañas. Pero, como mencioné antes, todo esto es especulativo y hay que realizar estudios científicos concretos para poder realizar estas afirmaciones de modo contundente.
Qué hacer
No es mucho lo que podemos hacer para evitar estos ataques. Tenemos que recordar que somos nosotros los que estamos invadiendo el hábitat de estos animales. Se recomienda no bañarse cerca del mediodía (entre las 13 y las 15 horas), que es el horario donde se registran la mayor cantidad de ataques ya que es cuando estos peces están más agresivos. Se recomienda también bañarse en zonas alejadas de la vegetación acuática que es donde se encuentran los huevos y larvas de estos animales tan territoriales. Es preferible elegir zonas más abiertas, menos vegetadas y más correntosas que suelen ser más frías y que no tienen densidades tan altas de palometas. Dado que la mayoría de los ataques se dan sobre los pies y piernas, es aconsejable que, ante la duda, los niños entren al agua con algún tipo de calzado que amortigüe un poco la potente mordida de estos peces, capaz de seccionar alguno de sus dedos o pequeñas falanges. Es deseable también no entrar al agua con heridas sangrantes abiertas ya que atraen a estos predadores, y ante el primer inconveniente o alerta retirarse de inmediato del agua. Siempre es bueno consultar a los lugareños que son quienes más saben sobre los animales presentes y sus características.
Tenemos que ser conscientes de que mientras siga dándose el fenómeno de calentamiento global por emisión de gases que generan efecto invernadero, estos eventos extremos (lluvias y sequías intensas, frío y calor intensos que se alternan en distintos períodos) serán más frecuentes. Probablemente nos sigamos encontrando en nuestra región con hechos de esta naturaleza, que solían ser exclusivos de zonas más tropicales. Lo importante es que estemos informados para tomar las medidas que reduzcan al mínimo el daño sobre los bañistas pero respetando también el ecosistema.