PRO, ECO y los espacios verdes públicos

Matías Pandolfi

Un estudio comparativo publicado este año en el World Cities Culture Forum mostró que Buenos Aires tiene un 8,9 % de su superficie destinada a espacios verdes. Para comparar con otras ciudades: Hong Kong (41 %), Londres (38,4 %), Madrid (35 %), Río de Janeiro (29 %) y Nueva York (14 %). Lejos de mostrar preocupación, el Gobierno de la ciudad continúa reduciendo los espacios verdes de nuestra ciudad, siguiendo un claro modelo de extractivismo urbano.

En cuanto a políticas ambientales, el PRO ha tenido una historia poco feliz en sus ocho años de gestión en la ciudad y en el debate PRO contra ECO de la segunda vuelta electoral esta fue una de las disidencias entre ambos partidos. Si bien ECO surgió como una especie de lista complementaria al PRO, a la hora de decidir ir a la segunda vuelta y dar el debate político -pese a la presiones del macrismo y destacados columnistas-, su candidato Martín Lousteau ha sido muy crítico, entre otras cosas, de las políticas ambientales del PRO y ha presentado propuestas diferentes que deberían ser tenidas en cuenta.

El PRO, entre lo dicho y lo hecho. En el año 2014 el Gobierno de la ciudad presentó el programa Buenos Aires Verde. Un programa absolutamente marketinero, ya que en ningún lado -ni al anunciarlo, ni después, ni antes- se dijo cómo iban a poner en vigencia un plan que plantea aumentar los metros cuadrados de espacio verde de la ciudad en forma tan exponencial: construir 78 nuevas plazas, ampliar 30 ya existentes y construir 12 grandes parques. Particularmente hoy los vecinos del parque Chacabuco y el parque Sarmiento se encuentran en estado de alerta a fin de proteger sus espacios verdes de las políticas extractivistas del PRO.

El parque Chacabuco será el primer espacio verde en el que se establecerá un bar que estaría terminado para octubre y será concesionado por un privado, de acuerdo con la ley de bares en parques y plazas sancionada en la Legislatura porteña en mayo de 2014. El pliego licitatorio especifica que la obra dispondrá de una superficie total de 260 m2 y contará con un espacio para venta de bebidas y comidas, sanitarios, áreas para mesas y sillas, estacionamientos para bicicletas y una biblioteca. Se estima que hay lugar en el parque para tres bares más, pese a que solo quedan 8 hectáreas de espacio verde de las 20 que tenía cuando se inauguró en 1903. ¿Estas son políticas destinadas a aumentar los espacios verdes? Cuando diferentes organizaciones ecologistas y vecinales se manifestaron contra esta ley, en la Legislatura se les dijo que “hacían demasiado lío por unos barcitos” y luego se los echó a empujones. Ahora estamos viendo los primeros frutos de esta errada ley.

El parque Sarmiento también está en peligro. La Unión Argentina de Rugby, en concordancia con el Gobierno de la ciudad, tiene planeada la construcción de un microestadio de rugby en el parque. La Agrupación Vecinos por la Ecología ha manifestado su oposición rotunda a dicha construcción y a cualquier modificación en el parque con el solo objeto de concesionar, enrejar o privatizar de algún modo este o cualquiera de sus sectores, o modificar ediliciamente sobre espacio parquizado. No es la primera modificación que se hace en ese espacio. Ya en el año 2011 el jefe de gobierno anunció allí el proyecto llamado -paradójica o irónicamente- Golf para Todos. Un emprendimiento, si bien fue resistido, terminó por ocupar 6,5 hectáreas del parque con confitería, estacionamiento y noventa gateras. Si consideramos al espacio público como el espacio democrático por excelencia: ¿Creerá nuestro jefe de gobierno que la igualdad se obtiene desparramando sus gustos personales entre los ciudadanos, en desmedro de otras necesidades, como espacios verdes necesarios para la socialización, el control natural de la contaminación del aire, la oxigenación y la regulación térmica de una ciudad cada vez más calurosa? ¿Por qué un parque público como el Sarmiento tiene privatizadas o tercerizadas el 70 % de sus instalaciones?

ECO y una postura diferente. Martín Lousteau ha admitido, con bastante sobrestimación, que la ciudad cuenta con 6 m2 de espacios verdes/habitante, lejos del mínimo de 11 m2/habitante que recomienda la Organización Mundial de la Salud y además manifestó que en los últimos años ciertas concesiones con precios irrisorios, diversos proyectos inmobiliarios y cambios de zonificación de las urbanizaciones han generado una reducción aún mayor. En sus propuestas, planteó la rezonificación de espacios para incorporarlos como parques, propició la participación comunal y vecinal en el plan de manejo de los grandes parques, propuso el cuidado de las superficies absorbentes de los espacios verdes y un control de estos espacios por guardaplazas y guardaparques. En una entrevista reciente citó un relevamiento de la Asamblea por los Espacios Verdes Urbanos (Apevu) que plantea la posibilidad de incrementar la superficie de parques y plazas en 1 m2/habitante a través de un rol activo del Estado. También, y a diferencia de lo que ha hecho el PRO, ECO se manifestó en contra de demandar judicialmente a organizaciones de la sociedad civil que velan por el interés colectivo como Basta de Demoler, que luchan contra la destrucción del patrimonio de la ciudad y protegen los espacios públicos. ¿El PRO y ECO eran entonces “lo mismo”, como plantearon los partidos políticos que quedaron afuera de la segunda vuelta? Si bien PRO y ECO coincidían en muchas cosas, hay matices diferenciadores, como es el caso de las políticas ambientales y así lo demostró el electorado porteño en su elección de este domingo, más allá de las diversas interpretaciones del resultado hechas con el diario del lunes en la mano.

Perspectivas futuras. Esperemos que la nueva gestión de la ciudad, que llevará adelante el economista Horacio Rodríguez Larreta, haga suyas algunas de estas propuestas y lleve adelante una gestión superadora de la de Mauricio Macri en materia ambiental. Para lograrlo deberá contar con una mejor planificación urbana, una mayor sensibilidad social, un mayor respeto por el patrimonio histórico de la ciudad, un mejor asesoramiento en temas de ecología de las ciudades, una mejor capacidad de escuchar a los vecinos organizados y a los especialistas (biólogos, arquitectos, urbanistas, agrónomos, sociólogos y abogados ambientalistas, entre otros). El cambiemos bien entendido empieza por casa.