Por: Mónica Gutiérrez
No fue magia. Ni empresario exitoso ni mago de las finanzas. No hay manera.
Con la constatación en el terreno de la descomunal fortuna acumulada por Báez y familia, todos los caminos y explicaciones conducen a Néstor Kirchner.
En unos pocos años, un modesto empleado bancario del sur-sur, un sencillo hombre de provincia, deviene multimillonario terrateniente.
Es amigo del Presidente. Un emprendedor. De la nada misma construye un imperio.
Apenas unos días antes de que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia de la Nación, Lázaro Báez crea Austral Construcciones, la empresa insignia de la obra pública de la provincia natal de los K.
Sin “expertise” que se conozca en obras viales ni ingeniería financiera, pasa a concentrar contratos con el Estado como ningún otro en la provincia presidencial y a partir de allí se obliga a hacer pases de prestidigitador con carradas de plata viva.
La levanta en pala y la pone en tierra. En contenedores, y bolsos o en metros cuadrados.
A las 427.000 hectáreas conocidas sobre las que se planificó el desembarco judicial se suman ahora decenas de nuevas propiedades no declaradas. Plata lavada en bienes registrables y de los otros.
Datos de catastro que nunca llegaron a los registros nacionales. Ocultamiento feroz.
Un latifundio de crecimiento vertiginoso para respaldar una concepción feudal de la riqueza.
No cuesta imaginar dónde y cómo debería terminar esta causa.
La cabeza de playa que más tarde que temprano habilitó en “slow motion” Sebastián Casanello pone en imágenes el espectacular desprejuicio que animó el caso de corrupción explícita más grotesco de la historia reciente. Cobertura e impunidad para poderlo todo.
Cualquiera sean las intenciones finales que animan al juez de la causa, hay que reconocer que habilitó un camino sin retorno. Un pasaje de ida.
Los allanamientos arrancaron tarde pero ocurren en vivo y en directo ante un país que observa con perplejidad el trabajo de perros y retroexcavadoras.
Lázaro aparece ante los ojos de todos como un mutante que pasa del Renault 6 a la Porsche Cayenne sin escalas. De los enterramientos clandestinos a las profundas oscuridades de la banca off shore.
Un “ muñeco maldito”, una suerte de mandadero mal terminado que, en el mejor de los casos, cobra vida propia tras la prematura e inesperada muerte de su creador.
La partida de este mundo de su amigo y mentor deja al engendro vagando por las cloacas del poder, buscando a “tontas y a locas” un refugio antinuclear para el reino construído.
Algo falla en la atropellada. No contaban con Fariña o no lo mimaron lo suficiente. Le soltaron la mano o en orden a aplacarlo lo encerraron. Desesperado Leo pasó de ser el primer y único detenido sin proceso por deudas impositivas a inaugurar la condición de “imputado arrepentido”.
La partir de allí todo se precipita y hasta la Justicia, que sale a destiempo, compelida por el video de corrupción explícita más impactante de la historia de la Argentina queda atrapada en su laberinto.
Difícil saber si Báez pretendió quedarse con la parte de la viuda. Tampoco importa demasiado.
Por acción u omisión la tropelía siguió adelante. De lo que no quedan dudas es que no la hizo solo. Imposible.
Hoy el Juez investiga lavado de activos.
El delito preexistente es hasta dónde se escribe en los expedientes la evasión impositiva mediante facturas apócrifas pero los últimos movimientos ponen en un camino que no admite vuelta atrás: el pago de sobreprecio en la obra pública.
Lo admitió el fiscal Guillermo Marijuán ante los periodistas y lo ratifica el sentido común de todo el que sigue el detalle de las actuaciones.
Hasta dónde se sabe, Baez no se dedicaba ni al narcotráfico, ni a la trata, ni al terrorismo era solo un sencillo padre de familia contratista del Estado.
¿De dónde entonces salió y tan rápido tanto dinero?¿ Quién decidió favorecerlo con decenas de contratos millonarios con el Estado ? ¿Quiénes se distrajeron o miraron para otro lado a la hora de ponderar los precios que se pagaron por obras inconclusas y algunos casos innecesarios? ¿A quién le tocaba controlar y no lo hizo? ¿ Quien pudo omitir u ocultar tanto desaguisado?
¿Es cierto que CFK fue advertida en tiempo y forma de que uno de los empresarios estrella de la década ganada sacaba plata de país en sospechosas cantidades y no hizo nada?
No sabemos si laJjusticia pasará a dedicarse a estas cuestiones.
Por el momento todo el empeño parece estar puesto en desguazar el “Frankenstein” de cabotaje que llevó prolijamente el plan diseñado adelante hasta que le soltaron la mano y quedó al garete.
Podrá el hombre sobrellevar en soledad el peso de pasar a la historia con toda su descendencia como el protagonistas central de una historia de corrupción única e inolvidable o reaccionara facilitando el trabajo de la justicia arrastrando consigo toda la estantería.
¿Habrá una sanción cierta a todos y cada uno de los responsables de esta trama o volveremos a consagrar el reino de la impunidad? ¿Hará el juez su trabajo o nos defraudarán una vez más?
Las cartas están echadas. Solo resta esperar.