Por: Mundo Asís
Es la línea que baja La Doctora mientras Capitanich gobierna.
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella
Quién iba a decir que La Doctora iba a destacarse, al final, como una discípula aventajada, indeseablemente indirecta, de Carlos Menem, El Bellow de la Línea Hamlet.
Para hacer La Gran Menem, La Doctora escogió, según nuestras fuentes, el adversario para ayudar.
Es Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, imantado cuadro del PRO (estructura institucional del macricaputismo).
La epopeya de “duhaldizarlo a Scioli y delarruizarlo a Macri” ya fue anticipada en “Ascochinga en Olivos”.
Lo novedoso, en la versión de La Doctora, es la designación, según nuestras fuentes, del enemigo para destruir.
Es Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II. Su Ex Premier (que no fue tal).
Y a Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol I, se lo deja suelto. Como se cree que Menem lo dejó históricamente a Duhalde, El Piloto de las Tormentas (generadas).
Cuentan que cuando Duhalde fue a reprocharle a Menem la presunta falta de apoyo, recibió una respuesta genial.
“Eduardo, no podés culparme a mí de tu derrota. Si ganaste en Anillaco y perdiste en Lomas de Zamora”.
Que Scioli crezca, si puede, por su cuenta. No se lo va a ayudar especialmente para ser el heredero. Pero tampoco se lo va a trabar.
Ahora no existe, según nuestras fuentes, la menor intención de obstaculizarlo a Scioli. Ni de hacerle las travesuras que supieron tributarle durante años.
Porque Daniel no es, según nuestras fuentes, el enemigo.
Es Sergio. Quien tendrá que batirse, en adelante, para el cristinismo, contra dos gobiernos. O sea, contra dos estados.
El Nacional (con La Doctora y Capitanich). Y -descuentan- el Provincial.
Aunque brota una gran diferencia que puede desmoronar el cálculo estratégico. Otra vuelta de tuerca, como en el libro de Henry James.
Que Sergio, para Daniel, no es de ningún modo el enemigo. Como lo es para La Doctora.
Sergio y Daniel son vecinos cordialmente pícaros que se mienten, aunque en cualquier momento pueden visitarse.
Significa confirmar que Scioli, si aún sabe deslizarse, perfectamente puede eludir el camino (o el destino) de Duhalde.
Días tristes del Camisón
En “Daniel, Mauricio y Sergio”, protagonistas iniciales de la célebre miniserie, se aguarda el capítulo que desmenuce las consecuencias de la brillante jugada de La Doctora.
Derivó en la incorporación del cuarto protagonista.
La jugada previsiblemente efectista fue decidida en secreto, durante los interminables “días tristes del camisón”.
En la plenitud de la Residencia en la Lona. Mientras La Doctora se reponía de la intrusión quirúrgica en la cabeza. Pero sobre todo se recuperaba de la paliza moral de la derrota.
Fue asestada por el enemigo número uno de la actualidad. Massa.
Debía La Doctora delegar para no partir.
Es el fundamento estricto de la designación sigilosamente programada de Milton Capitanich, El Premier.
Trátase del player que, por mera presencia, modificó la visión el aburrimiento paulatinamente declinante del escenario.
O sea del país, donde transcurre la miniserie de referencia. Entre la sucesión de catástrofes seriales. Y el desfile de insolvencias que lega, estructuralmente, “el modelo”.
Con el estrago cotidiano de la inflación (que reclama su necesario Cavallo).
Con la impresionante fuga de las reservas que llevan al Banco Central hacia la bancarrota (para legitimar tardíamente las peores advertencias de Roberto Cachanosky y Agustín Monteverde).
La sangría
“Con Capitanich, Rocamora, Cristina detuvo la sangría hacia Massa. No es poco”, sintetiza la Garganta.
En Tercera Recuperación se dijo que el Efecto Capitanich transformó inmediatamente a los opositores, que venían en alza, en prudentes comentaristas.
El Efecto detuvo, en principio, “El vuelo de los garrocheros”, que se registraba hacia la Franja de Massa.
Cuando los medialuneros clavaban la garrocha, desde todos los confines de la patria, con destino fijo en “Tigre, Tierra Santa”.
En pleno vuelo, con asombrosa habilidad, determinados garrocheros supieron pegar la vuelta.
Otros, en cambio, que estaban a punto de clavarla, guardaron la garrocha. Para dedicarse a la sabiduría de esperar. Ver qué pasa. Dejar pasar el verano.
Después de todo, al tenerlo tan cerca a Milton, bien instalado en Buenos Aires, no es necesario el esfuerzo físico de elevarse, en garrocha, hacia Resistencia.
Al suspenderse el caudal de garrocheros hacia Sergio, pudo tranquilizarse también Daniel.
Reponerse de la caída irremediable por haberse comprado la quiebra. Por ofrendarse como un “logi” y dar la vida por la escuadra de Insaurralde, El Barrilete de Plomo.
Para que el Barrilete se le fuera, de inmediato, a fotografiarse en la gestual Franja de Massa.
Poder vacante
Aparte de obstaculizar la circulación de garrochas hacia Tigre, con Capitanich se ordena “El archipiélago cristinista”.
En el desbande, por el poder vacante, el cetro estaba casi para quien se atreviera.
Se lanzaba para Presidente hasta Domínguez, El Lindo Julián. Incluso también su amigo-adversario de la Cuarta, Florencio Randazzo, el Ex Killer.
¿También hay que decir, en adelante, que Randazzo es Ex El Emancipado?
Porque Capitanich, El Montenegrino Denso, comienza a controlarlo. Fiscalizar sus trenes chinos. Y el pobre Loco Randazzo debe reportarse.
O el propio Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta. El gobernador ilusoriamente creía que entre Zannini, El Cenador, y la influyente Tía Doris, La Poderosa, iba a elevarse para disputar en las grandes ligas.
Pero justamente Zannini fue uno de los primeros damnificados por el Efecto Montenegrino.
La temible Tía Doris es, en cambio, intocable. En el sentido político del termino.
Como aquellos garrocheros, los postulantes ambiciosamente presidenciales ahora se disponen también a esperar.
A “desensillar hasta que aclare”, como sentenciaba El General, cuando no quería pronunciarse.
A todos les conviene, en el fondo, que pase pronto la ráfaga del verano.
Y que la economía -si no se compone- al menos permita respirar un poco. Patear las catástrofes estructurales hacia adelante. Sin necesidad de buscar ningún Cavallo que contenga la inflación. Ni seguir los lineamientos de la dupla de Monteverde y Cachanosky.
Resulta entonces prioritario que Axel Kicillof, El Gótico, tenga alguna suerte profesional con su travestismo racionalmente explicable.
Con la resolución de los problemas que El Gótico supo agravar, como la confiscación (convertida en expropiación) de YPF.
Y que sepa contradecir los preceptos que brotan de sus lecturas formativas. De sus creencias que chocaron con el frontón de la realidad.
Para establecer una relación soportable con las reglas que rigen en el “mundo” que vive “equivocado”. Como Roberto Fontanarrosa lo enseñaba magistralmente, desde el Bar El Cairo, Rosario.
Oberdán Rocamora