Por: Muriel Balbi
Hay dos temas que aparecen en el “menú” a la hora de hablar de los problemas que pueden afectar a algunas adolescentes (especialmente a quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad) y que tienen un fuerte impacto en su futuro. Uno de ellos es el embarazo precoz, otro la deserción escolar.
¿Pero qué pasa cuando ambos factores se combinan? En términos de causa y efecto: ¿debe pensarse en un embarazo no deseado como causa de la deserción escolar? Pero ¿qué pasaría si nos animáramos a trazar el cuadro inverso: chicas que dejan la escuela para quedar embarazadas? Esta hipótesis, novedosa y polémica, es lo que llama la atención en el trabajo de Emma Näslund-Hadley y Georgina Binstock, El fracaso educativo: embarazos para no ir a la clase, elaborado para el Banco Interamericano de Desarrollo, en su División de Educación.
El sólo planteo de esta idea nos choca y es, en parte, porque nos enfrenta con prejuicios muy arraigados en nuestra sociedad y que producen una doble estigmatización de estas chicas. Primero, por lo que la mayoría de las personas piensa acerca de las adolescentes embarazadas (que son “ignorantes”, “rápidas”, “pobrecitas”, que “se están arruinando la vida”, etcétera) y por el juicio hacia aquellos que dejan la escuela, también como “tontos”, “vagos”, “faltos de metas y disciplina” y que “no piensan en su futuro”. Ni qué decir cuando ambos elementos se hallan unidos. Pero lo interesante es preguntarse por los motivos profundos que llevan a estas niñas a encontrar, en una maternidad irresponsable y no en la educación, la forma de construir su puente hacia la adultez.
El Fracaso Educativo: Embarazos para no Ir a la Clase from BIDtv on Vimeo.
Según el informe de la Unesco Global Education Digest, la Argentina es uno de los países de la región con más baja tasa de graduación en el secundario, donde sólo el 50% del total de estudiantes finaliza sus estudios de bachillerato. Esto ubica a nuestro país por detrás de Perú y de Chile, con un 70% de alumnos que completan sus estudios secundarios; de Colombia (64%) y de Bolivia (57%).
¿Qué pasa en nuestro país con las madres precoces y la escolaridad? De acuerdo con los datos de la Encuesta sobre condiciones de vida de niñez y adolescencia, publicada por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en Argentina 6 de cada 10 adolescentes, de 15 a 17 años, embarazadas o con al menos un hijo, no asiste a la escuela. De acuerdo con este estudio -realizado en 23 mil hogares de localidades urbanas, que representan el 91% de la población total del país- la principal razón del abandono escolar entre estas niñas es, precisamente, el embarazo (4 de cada 10, es decir, menos de la mitad, lo señalan como la causa de su inasistencia). El resto apuntó a otros motivos, como la pobreza y la necesidad de trabajar, y a un aspecto para tener en cuenta: no les gusta la escuela y/o piensan que estudiar no es necesario ni útil para sus vidas.
Por eso, es interesante reflexionar sobre este estudio del BID que no apoya la suposición convencional de que el problema de la deserción escolar comienza en el embarazo. Según sus autoras “las adolescentes que enfrentan obstáculos que desalientan el aprovechamiento académico y las aspiraciones altas en la vida tienen también muchas probabilidades de quedar embarazadas. Sus expectativas de tener una vida diferente a la de sus padres son mínimas o no existen. Estas mujeres carecen de incentivos para evitar los embarazos e incluso podrían planear quedar embarazadas”.
A su vez, se observa que la mayoría de las jóvenes madres que deciden dejar la escuela ya tenían problemas previos de desinterés y bajo rendimiento escolar, por lo que el embarazo terminó apareciendo como “una excusa conveniente” para abandonar la escuela. Así, “señalan un conjunto de factores adicionales, a menudo traslapados, que ayudan a explicar por qué esas mujeres plantearon el embarazo o al menos no trataron activamente de evitarlo. El grupo de madres adolescentes veía el embarazo como una forma de establecer una identidad adulta, de conservar su novio, de satisfacer sus deseos de sentirse necesitadas y, en algunos casos, de obtener apoyo financiero”.
Frente a estas cifras y con estos hallazgos obtenidos en estudios de tipo cualitativo que muestran que la deserción escolar no comienza necesariamente con el embarazo precoz, lo que queda es entender que para evitar que las chicas dejen la escuela para traer bebes al mundo, no basta solo con la educación sexual convencional o con el simple acceso a los anticonceptivos, sino que son necesarias políticas que mejoren la calidad de la educación, que hagan de la escuela un ámbito de contención, socialización y pertenencia. Que padres y educadores inspiren a las más jóvenes en la construcción de la idea de la responsabilidad, de valores y de una vida con metas y ambiciones personales y sociales.