Por: Nicolás Pechersky
Una vez más el microclima de la política virtual explotó ante un rumor. La posibilidad de que Rocío Marengo sea candidata del PRO fue el climax de la militancia estúpida política que no quiso o no supo entender que Twitter todavía es la espuma de la espuma de la espuma.
En una de tantas contradicciones propias del ser humano, pero más propias aún del ser humano argentino, culpamos categóricamente a la clase política de habernos hecho entrar al siglo XX como una potencia económica mundial para salir por la puerta de atrás con los índices de corrupción, inflación e inseguridad dignos de un país del subdesarrollo. Pero pobre de aquel que proponga buscar candidatos por fuera de esa clase política. Estamos convencidos de que alguien que no viene de la política es incapaz de gobernar.
Votamos a Alfonsín, copamos las calles gritando su nombre y nuevamente llorándolo, pero no pudo terminar su mandato. Menem ganó tres elecciones presidenciales, y hoy el país se toca el izquierdo al escuchar su nombre. De la Rua ganó con más votos que Cristina en 2007 y sobran las palabras para contar su imagen actual.
Está estadísticamente probado que la gente no cree en los partidos políticos. No existe más el bipartidismo. La mayoría de las personas no sabe ni el nombre del partido político de la presidenta.
¿Y todavía no somos lo suficientemente maduros para aceptar nuestro error? El hombre es el único animal que tropieza feliz con la misma piedra.
“Bajando un cuadro formaste miles”. Ya estamos hartos de los cuadros políticos. De los vivos, los ventajeros, los que se reciclan año a año, partido tras partido, elección tras elección. Hartos de los que no tienen valores, ideas, de los mediocres. Hartos de los que ya perdieron, si alguna vez tuvieron, la capacidad de sentir empatía por el resto, por los que realmente lo necesitan.
Seguramente hoy nadie sabe hacia dónde tenemos que ir, cuál es el camino correcto. Pero la gran mayoría ya entendió por dónde no quiere ir, hacia dónde no quiere volver. Entendimos que las libertades no se negocian y que el Estado no nos regala nada, el Estado nos da lo que corresponde ya que es financiado por la misma gente que lo recibe.
Y si no sabemos cuál es el camino correcto, probemos ir para el otro lado. Dejemos entrar a los nuevos, a los jóvenes, a los exitosos y a los no exitosos. A los inteligentes y a los sensibles. A los que tienen algo para aportar y a los que vienen sólo a aprender. A los que gritan, pero más que todo a los que escuchan.
Que se metan los actores, los cantantes, los empresarios. Pero también los humildes, los trabajadores, los intelectuales de verdad y no académicos a sueldo.
Abramos las puertas del poder político a todo aquel que entienda que es más importante ser feliz que tener razón.
El rumor de la candidatura de Marengo fue porque retwitteó a Horacio Rodriguez Larreta.
¿Tan enajenados estamos que eso solo alcanza para dividir a la sociedad? ¿Cuándo fue que nos volvimos tan básicos? Si hay una mayoría silenciosa inteligente, capaz de entender esto y de cambiarlo, espero que se haga oír pronto.