Por: Nicolás Pechersky
La semana que viene se cumplen 10 años de gobierno kirchnerista, un proceso político que nace al calor de los saqueos; saqueos que hoy, una década después, continúan, sólo cambian los saqueadores.
La gravedad de las causas de corrupción nos lleva a pensar que durante años se robaron miles de millones de dólares torpemente lavados por impresentables e improvisados que pasaron de mendigo a millonario y no supieron esconderlo. Pero esto es sólo una de las aristas de la infame década saqueada.
Porque el saqueo no consiste solo en la plata que se llevaron a sus bolsillos, por más significativa que sea.
El saqueo se da cuando deciden construir un relato imaginario a fuerza de subsidios, planes trabajar para el que no trabaja, cuando compraron cuanto político, sindicalista o periodista encontraron sin medir las consecuencias del delirio consumista de un gobierno que pasará a la historia por la corrupción más ignorante e improvisada que hayamos visto.
Economistas de izquierda a derecha, nacionales y extranjeros, llevan 10 años advirtiendo que la desinversión en materia de energía nos iba a llevar a una crisis en la cual pasaríamos del autoabastecimiento a la importación desmesurada.
Los herederos del marxismo, militantes bohemios palermitanos, funcionarios de política universitaria, son los responsables de la necesidad de importar energía por 15 mil millones de dólares. Pero ellos estatizaron YPF, el relato sigue intacto.
Los jóvenes estrellas, pilares de la superioridad moral del regreso a la militancia setentista, son también responsables del déficit fiscal ocurrido por, simplemente, gastar más de lo que hay. Y son responsables porque ellos están a la cabeza de gestiones deficitarias, burocráticas y regresivas. Pero ellos recuperaron Aerolíneas que sólo pierde 3 millones de dólares al día. El relato sigue intacto.
En dólares, el salario mínimo y las jubilaciones mínimas para todos son hoy mucho más bajas que en los años noventa. La única política para combatir la inflación es cerrar los ojos, taparse los oídos y repetir una y otra vez que es del 10%. Pero ellos estatizaron las AFJP, el relato sigue intacto.
Cada día tiran más plata en subsidios a trenes y a sus obras de remodelación donde se imprimen los billetes, se reparten, se anuncian las obras, se inauguran las obras, y lo único que queda es un cartel al lado de una estación destruida que con cinismo y una sonrisa nos dice “Acá también el país crece”. Pero la Argentina es un país con buena gente, el relato sigue intacto.
Los dos años que quedan antes de que irremediablemente Cristina deje la banda presidencial van a estar marcados por un altísimo déficit fiscal, por una política impositiva regresiva que como siempre afectará a los que menos tienen. Seguirá la emisión descontrolada para financiar militancia, militantes y lavadores, y continuará la inflación negada, la que según Amado solo afecta a los ricos.
La semana que viene nos daremos un tiempo para debatir qué década acabamos de vivir. Si la única verdad es la realidad, estamos al frente de una innegable década saqueada.