Por: Nicolás Pechersky
Menem llevaría 24 años en el poder. Asumió en el ’89, meses antes de la renuncia de Alfonsín, cuando la hiperinflación y la crisis política se le había escapado de las manos al caudillo radical. Ganó ese año. Después modificó la constitución para poder repetir. Ganó de nuevo en el ’95. Luego se tomó un descanso entre insultos y demonizaciones. Volvió a ganar en 2003, y nunca más se fue.
Tal vez no ganó de hecho. Técnicamente ni se presentó. Pero sigue detrás del poder como el primer día. Cristina así lo confiesa. Ella es la titular del Poder Ejecutivo. Responsable entre otras cosas de la energía, de darnos luz. Ella delega en quien considere idóneo para resolver cualquier inconveniente. Lleva 12 años gobernando. Dice que todo lo malo es culpa de Menem.
El innombrable seguiría a cargo del transporte ya que los trenes son un desastre. Con esta lógica él está a cargo también del petróleo, del correo, las rutas, autopistas, hospitales y escuelas. Dónde hay un problema, él es el único responsable.
Catorce años después de su última presidencia parece ridículo seguir analizando si es responsable o no de lo que nos sucede hoy en día. La realidad es que durante su gestión la energía y la nafta alcanzaban, y hoy la importamos de países como Bolivia y Uruguay, cosa impensada en la década de los ’90, cuando estos países eran como nuestros hermanos menores.
Pero el discurso político es así. Todos compramos el último de los Redondos pero cuando toca el Indio pedimos “Jijiji”. Cada vez que los improvisados que nos gobiernan abren la boca, la platea de aplaudidores analfabetos pide a gritos la misma canción: la guita se la llevaron las empresas en los ’90 y todavía la estamos pagando.
Puede que parte sea cierto. Tan cierto como que Néstor y Cristina se llevaron del país los fondos de la privatización de YPF para nunca devolverlos. O sea que quizás sí se la llevaron toda en la época de Menem, ellos también.
Y así llegamos, un cuarto de siglo después, a esta realidad que supera la ficción. Este chiste de mal gusto donde 51 muertos por un accidente de tren motivó al secretario de Transporte a decir que era culpa de los que se amontonaban en el primer vagón, y que si era feriado no se moría nadie.
Ahora nos dicen que con más de 32 grados se corta la luz. Es como decir que cada día que alguien tenga hambre, puede haber faltante de comida. Estamos en verano. ¡Todos los días hace más de 32 grados!
Pero la vida en Argen y en Tina es así. Sobrevivimos a los cortes de luz, al calor, al bochorno, a la vergüenza y a la impunidad. El mundo se ríe de nosotros por lo que pudimos ser y nunca fuimos, y nosotros nos reímos de ellos porque… bueno, porque no entendimos nada.
Si el mundo fuese una autopista nosotros seríamos una carreta con las balizas en el carril derecho a 25km/h con las ventanillas bajas cagados de calor. Los países que nos rodean se suman a la evolución. Producen más y mejor. Tienen más laburo. Mejor calidad de vida. Miran para atrás con orgullo de cómo fueron mejorando pasito a pasito, de a poco, constantes.
Nosotros miramos para atrás y estamos cada vez peor. Cada vez más pobres. Cada vez más corruptos. Cada vez peor salud y educación. Ya festejamos cuando nos comparamos con alguna fecha pasada y al menos salimos empatados.
Menem dejó de gobernar hace 14 años. Es hora de que los que lo sucedieron dejen de echarle la culpa y se hagan un poco cargo.