Si bien el Manual de zonceras argentinas fue escrito en 1968 por Arturo Jauretche, en estos últimos 10 años salieron nuevas “zonceras”. Una de ellas es que no se invierte lo suficiente en infraestructura.
Como es sabido en el ámbito académico, usar solamente los datos más “duros” (tasas de crecimiento del PIB y de la inversión) para analizar el crecimiento de un país en los últimos años es una metodología correcta, aunque muchas veces puede resultar incompleta y llevar a conclusiones erróneas. Por lo tanto, es necesario agregar otros indicadores de desarrollo para que el análisis sea más profundo.
En primer lugar, en estos 10 años se repatriaron alrededor de 947 científicos: según el Banco Mundial el número de investigadores dedicados a investigación y desarrollo creció un 34%, se crearon 9 universidades nacionales y la inversión educativa planeada para este año respecto al PIB es del 6,5%. Sin dudas, esto significa que ya son una política de Estado los incentivos a los estudiantes universitarios para dedicarse a carreras relacionadas con la ciencia y tecnología ¿Acaso construir universidades no es inversión en infraestructura? ¿Fomentar el estudio de ciencia y tecnología no es una inversión a largo plazo en la cual los futuros científicos puedan trabajar para mejorar los puertos, plantas industriales, la red energética, entre otros? Si vamos a los datos estrictamente referidos a la inversión, la realizada en telecomunicaciones con participación privada aumentó un 45% en estos años, se instalaron 70 estaciones de TV digital y 8000 kilómetros de fibra óptica. Respecto a la inversión en energía se crearon 4.244 kilómetros de líneas energéticas de 500 kilovoltios, se incorporaron 8700 megavatios en centrales eléctricas y se construyeron 2500 kilómetros de gasoductos troncales.
En 2011, la inversión en energía con participación privada fue de 2000 millones de dólares y el consumo de energía eléctrica aumentó un 37% desde 2001. Esto sin dudas es una inversión a largo plazo y probablemente no se vean los resultados concretos en los próximos ejercicios económicos. Sin embargo, no se pueden negar los esfuerzos, tanto del sector público como privado, para mejorar las instalaciones en cuanto a telecomunicaciones y energía.
Asimismo, la Formación Bruta de Capital Fijo en 2011 fue un 22,57% del PIB. Si analizamos este indicador de manera desagregada, podemos observar que la variación porcentual anual de la inversión en equipo durable de producción nacional en 2012, aumentó un 6,3% respecto de 2011, y la inversión nacional en Maquinaria y Equipo Nacional en 2012 aumentó un 5,4% respecto del año anterior. Esto demuestra que la política de industrialización sustitutiva no sólo está orientada hacia la industria liviana sino que, debido a diversos factores, existen incentivos para sustituir importaciones en bienes de capital.
Un tema que no podemos dejar de lado es la infraestructura industrial. De 2003 a la actualidad se construyeron 250 parques industriales y el PIB industrial creció un 105%, donde, además, del total de empleos registrados un 23,7% se dedica a la actividad industrial. En coincidencia con estos datos, el indicador de la Utilización de la Capacidad Instalada en diciembre de 2012 fue de un 75,8%, en particular la industria metal mecánica tuvo un uso de la capacidad instalada del 72,5%.
Si de infraestructura hablamos, no podemos dejar de lado el sector de la construcción. El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) muestra la evolución de este sector, tomando como referencia la demanda de insumos requeridos en el rubro. Durante 2012 este índice -en su nivel general- varió un 13% respecto de 2008 y en obras de infraestructura se observa una variación positiva del 7,2%. La industria de la construcción (y en particular el rubro de obras de infraestructura), al demandar año tras año más insumos, genera un círculo virtuoso en la economía en el cual no sólo este sector se ve beneficiado, sino también los sectores productores de insumos que ella utiliza, generando encadenamientos altamente positivos que estimulan la producción y el empleo.
En conclusión, la inversión en infraestructura no puede medirse con indicadores que inmediatamente provean cambios con respecto a años anteriores. En general, son esfuerzos de largo plazo que demandan gobiernos comprometidos en su fomento y desarrollo. Nuestro país, lamentablemente, durante muchos años desatendió inversiones en ese sentido, pero afortunadamente desde 2003, al calor de un proyecto político que valora y fomenta inversiones de este tipo como norte estratégico para el desarrollo nacional, ha impulsado numerosas inversiones en ciencia y tecnología, industria pesada y obras de infraestructura.
Pese a la creencia popular, la economía no es una ciencia exacta y todo depende de los datos con los que uno decida trabajar, por eso es importante dejar claros otros puntos de vista. Porque, como decía Jauretche: “En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay un misterio, reside él en el oculto propósito que puede perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que sirve”.