Por: Omar Zanarini
Hoy es el Día de la Siderurgia. Una fecha que nos recuerda que supimos tener una industria fuerte que habilitó el ascenso social de millones de trabajadores argentinos. Pero pocos saben que esta fecha, 31 de julio, se eligió para conmemorar a un militar patriota que se puso al hombro la tarea de desarrollar la industria para defender al país. Dijo este militar sobre el desarrollo de la industria del acero: “Cuando menor es el desenvolvimiento de esta industria, mayor es la dependencia que se tiene del extranjero”. Palabras del general Manuel Savio.
Hoy, necesariamente, volver a pensar un proceso de industrialización implica el compromiso de su desarrollo sobre la base de la defensa nacional. Es nuestra presidenta quien constantemente nos recuerda la importancia de la soberanía a la hora de tomar decisiones en materia económica y de defensa. Pero pensar el desarrollo industrial y la necesidad de Fuerzas Armadas comprometidas con ese proceso siempre ha suscitado el temor y el odio de la oligarquía.
De ese modo, se recurre a la tradicional premisa oligárquica que afirma que el ejército que apoya a un gobierno popular, que sostiene y proyecta la industria, es antidemocrático y autoritario; y por el contrario, cada vez que se derriban a gobiernos populares, siguiendo los designios del establishment y del imperialismo, lo hacen bajo el signo de la democracia y la libertad. Premisa que aún hoy resuena en las editoriales de las plumas más refinadas de los cagatintas, al decir de don Arturo Jauretche, que acompañaron el golpe de Estado del 76.
La Argentina debe volver a tener FFAA equipadas y listas a defender la patria ante cualquier tipo de injerencia externa, y en proyección latinoamericana. Pero para ello necesita recuperar no solo la confianza en las mismas, sino que debe volver a primar la idea rectora que guió los diez años más progresivos e industrialista del siglo XX: pueblo y ejército como unidad indisoluble.
Pero, por derecha e izquierda atentan contra cualquier intento de encauzar nuestras FFAA al designio de un proyecto industrial y latinoamericano. Por ello la reciente designación del general César Milani como jefe de las FFAA ha caído mal entre los sectores del establishment. Saben que un gobierno popular con el apoyo de las armas se vuelve profundamente soberano. El ejemplo venezolano los aterra.
El argumento contra la designación de Milani pega de lleno contra la política de DDHH del gobierno, ya que se lo señala como participe en la desaparición del soldado Alberto Ledo y en el secuestro de Ramón Olivera. Hecho que se investiga en la justicia y que de ser cierto Milani deberá ser encarcelado y cumplir con la condena que se le de, como hoy lo hacen más de los 430 genocidas.
Pero independientemente de si Milani participó o no del terrorismo de Estado, lo que realmente ofusca a la oligarquía y a sus escribas es el compromiso político de las FFAA con el gobierno popular. Así, desde las editoriales del diario de los Mitre se hacen eco de un supuesto malestar en las FFAA por la designación de Milani como comandante en jefe, ya que en su discurso de asunción al cargo llamó a que las las Fuerzas Armadas “acompañen con renovadas ansias el proyecto nacional” que encabeza una mujer y para colmo peronista.
Pero a éste hecho se le suma que Milani habría entregado a la por entonces ministra de Defensa Nilda Garré, el listado con los nombres de los agentes civiles que trabajaron en el área de inteligencia militar durante la dictadura.
Ayer Yrigoyen, Perón y Néstor; y hoy Cristina apuesta a una política industrial sobre la base de conversión del capital rentístico, proveniente del comercio exterior, en capital productivo que alimenten las chimeneas del trabajo argentino. En este proceso se les busca dar una renovada participación a las FFAA y pensar, por que no, que Fabricaciones Militares sea nuevamente punta de lanza de ese proyecto.
La apuesta es volver a tener militares patriotas y comprometidos con la política de soberanía popular. Pero cada vez que se despolitizó a nuestras FFAA, fueron utilizadas por la oligarquía y el imperialismo para llevar adelante la tarea sucia de correr del medio a todos aquellos que se oponían a los mandatos del establishment agro-exportador. Cada vez que se busco industrializar al país, los cipayos golpearon las puertas de los cuarteles. Hoy no les responden. Y eso es lo que los desconcierta.