Por: Omar Zanarini
A una semana de las PASO, todo indica que el candidato de campo nacional en provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, viene reduciendo la brecha contra el candidato de la embajada de EEUU, Sergio Massa. Según las distintas consultoras que salieron a medir la intención del electorado bonaerense habría un virtual empate técnico. Pero este hecho es inaceptable para los sectores antinacionales que de un tiempo a esta parte se ven imposibilitado de “fugar” divisas al extranjero.
El virtual empate pone al establishment en una derrota política. Lo cual los fuerza a salir a jugar un papel que vuelva a unificar a los sectores apátridas en una nueva y mancomunada unión democrática contra la tiranía de la yegua peronista y sus masas irracionales que se venden por la dádiva del clientelismo y el engaño. Argumento utilizado incansablemente por los grupos fascistas con la intención de socavar el apoyo popular al gobierno que más hizo por el pueblo argentino.
Al decir criollo podemos conceptualizar a los candidatos utilizando las categorías sarmientinas de civilización y barbarie. Dicotomía que sin duda pone en relieve dos proyectos de país con intereses antagónicos. Así, el pro hombre de la Civilización sería Sergío Massa, defendiendo los intereses librecambistas y antiindustrialistas de la oligarquía; y el candidato de la Barbarie, Insaurrlde, símbolo, si se quiere, que remite a las políticas nacionales que busca de hacer del capital rentístico proveniente del comercio exterior en capital industrial.
Sin embargo, el problema que se les presenta tiene que ver con que el candidato elegido por el establishment tiene un competidor fuerte en su propio terreno. El colombiano Francisco De Narváez, quién le estaría quitando –según los armadores de la civilización– entre 10 y 15 puntos al tigrense Massa.
Esto habría suscitado en las últimas horas una serie de reuniones entre los representantes del colombiano, del civilizado y funcionarios varios de distinto pelaje, con la intención de que De Narváez baje su candidatura para allanarle el camino a la esperanza blanca. Afirman que una de las reuniones tuvo como lugar de encuentro la propia casa del embajador norteamericano.
Según los trascendidos, De Narváez sigue firme en su candidatura, no estaría dispuesto a entregar su capital político. Eso sería suicidarse políticamente.
Decíamos, ante el avance del candidato de la barbarie, la oligarquía sale a poner fichas en operaciones políticas que buscan atacar la institucionalidad, la legalidad constitucional de la autoridad presidencial, de sus candidatos y de la soberanía popular: denuncian fraude y llaman a un cacerolazo para el 8 de agosto. Esto último puede ser interpretado como “el cierre de campaña de la oposición”.
La operación no es nueva. Se repiten a sí mismos con “slogans” golpistas y desestabilizadores. El último discurso del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Miguel Echevere, va en ese sentido. La gramática comenzó a delinearse durante la 125 y su hacedor fue el Grupo Clarín, que ofició como el gran armador de la oposición.
Pero la estrategia de derrocar al gobierno no ha sido posible, ya que quienes otrora hubiesen salido de los cuarteles a defender la “patria terrateniente”, hoy se subordinan al orden constitucional. Por lo tanto la táctica ha variado. Ya no basta con gritar fraude y agitar a las masas reaccionarias, por el contrario, la desestabilización viene bajo una retórica que se afirma en “golpear las democracias en nombre de la democracia misma”.
Por eso hoy fortalecer el proceso democrático implica ordenarse en torno a la defensa de lo conquistado durante esta década ganada. No podemos caer en el juego de golpear por izquierda sobre la premisa de defensa de los intereses populares, cuando éstos están refrendados (con sus contradicciones, inherentes a todo movimiento nacional donde confluyen distintas clases) por la conductora de proyecto nacional en marcha. Hoy fortalecer la democracia es poner el voto a los candidatos del proyecto nacional.