Por: Pablo Mancini
Los recargos a las compras con tarjeta de crédito en el exterior no son sólo un impuesto al turismo. Los recargos implican cada vez más obstáculos para quienes tienen sus emprendimientos vinculados con internet.
Estos recargos afectan a quienes compran o renuevan dominios, contratan servidores en el exterior, compran libros (que no se consiguen en la Argentina) para capacitarse, compran software para su negocio, aplicaciones para analizarlas y darles competencia, entre muchas otras cosas. Estos recargos a las compras con tarjeta de crédito en el exterior son recargos a las inversiones que hacen personas que generan su propio empleo y para quienes, también, dan empleo a otros.
La Argentina necesita más emprendedores. Y, sobre todo, más emprendedores que desarrollen las industrias de los intangibles, como la del software, de la creatividad y de la información. Estas industrias requieren incentivos, no obstáculos. La dinámica de estas industrias es, por definición, global.
Da miedo pensar -con buena fe- en la idea de que el mejor plan del Gobierno es llevar al país -tarde y mal- a un modelo basado en las materias primas y en el ensamblaje en serie.
El punto esencial que no entiende el Gobierno sobre el nuevo capitalismo es que ya no es la fuerza de trabajo solamente, sino la fuerza de invención y de innovación, lo que potencia la económica de un país. Ya no alcanza con generar empleo, ni empleo calificado. El nuevo piso del progreso es la invención y de innovación.
La innovación siempre es producto de las interacciones y de la cooperación social. Un país descontado liquida emprendedores. Un país a la altura de la época, los conecta, les tiende puentes al resto del mundo.