Por: Ricardo Romano
Guardia de Hierro fue una organización política de cuadros del Justicialismo que existió orgánicamente hasta el regreso del General Perón a la Argentina, ya que ése era el objeto de su constitución. Llegó a reunir hasta ocho mil cuadros provenientes de distintas vertientes del pensamiento político argentino, de todos los estratos sociales y de todo el país.
Guardia de Hierro concebía esencialmente al Justicialismo como la expresión política de la fe. Y a la Argentina como un “todo” contenedor de todas y de cada una de las partes que la componen.
Era catalogada como de “derecha” por otras organizaciones -algunas armadas- como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), Montoneros, o el PC (Partido Comunista) .Y como de “izquierda” por el vandorismo (expresión político-gremial del “peronismo sin Perón”), la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria), el lopezreguismo o el CDO (Comando de Organización, cuyo referente era Alberto Brito Lima), entre otros.
Esa posición de centro fue motivo de las múltiples tensiones que les trajo aparejadas la disputa por la ocupación de ese espacio (el centro) en el dispositivo general de Movimiento Nacional Justicialista. Y tuvo su epicentro cuando hubo de expulsar “físicamente” a los Montoneros de la Plaza de Mayo, luego de que el General los estigmatizara con el calificativo de “imberbes, apresurados y desagradecidos“, por querer impedir por segunda vez (la primera había sido el 20 de junio de 1973, en Ezeiza, en violenta connivencia con organizaciones de derecha) el diálogo de Perón con el pueblo argentino allí reunido, luego de dieciocho años de lucha y paciente espera.
Su conducción estaba convencida de que, en la escena de disputa por el poder, había “un solo demonio y dos cabezas”, que concibió y ejecutó el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu y el de José Ignacio Rucci, con el propósito de impedirle a Perón la reconstrucción de la unidad política y social del País.
“No se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización”, era el paradigma de la conducta política de Guardia de Hierro). Por ello siempre rechazó la lucha armada como metodología para la acción política, en la convicción de que la espiral de violencia era útil solamente a los que por izquierda y por derecha aspiraban a instalar un estado de convulsión que se resumía en la consigna “cuanto peor mejor” para subvertir la institucionalidad del País y alterar la paz social, indispensable para la reconstrucción de la Nación.
La formación intelectual de los cuadros de esta organización exigía la lectura de obras como Rebelión en Tierra Santa del líder israelí Menachen Begin, los libros de Leopoldo Marechal, el Napoleón de Emil Ludwig, la Historia Universal de Arnold Toynbee, Alejandro Magno de Harold Lamb, La Guerras de las Galias de Julio César, Vidas Paralelas, de Plutarco, las Cartas de Lord Chesterfield a su hijo, y obviamente Perón, Sarmiento y Mitre junto a Ernesto Palacio y José Hernández… hasta Arumburu Z de Próspero Fernández Alvariño. En quienes fumos parte de esa organización, había también una gran preferencia por un intelectual católico francés, Léon Bloy, a quien Jorge Bergoglio (Francisco) citó justamente en su primera homilía. Nos gustaba su afirmación de que “Napoleón era para el pueblo francés el rostro de Dios en las tinieblas”.
Con motivo de la relevancia mediática que tiene hoy Guardia de Hierro, por haber contado en sus filas con un cuadro que, como visionariamente advirtió Horacio Verbitsky, llegó a ser Papa, quiero recordar dos afirmaciones que resumen el espíritu que ahí reinaba:
“Si Dios existe, Perón Vuelve” (Jorge Bergoglio).
“El regreso de Perón es un milagro (un mito hecho realidad).Y un milagro es una intervención de la Providencia para la re-instauración del orden cósmico” (Alejandro Alvarez).
En el recuerdo de este último concepto, muchos encontramos lo que más nos explicó por qué Bergoglio se transformó en Francisco.