El 2015 ha dejado un saldo alarmante de víctimas del terrorismo internacional. Informes especializados indican que los mayores números se concentraron en Irak, Siria, Nigeria, Pakistán y Afganistán. Pese a que esos países encabezan las estadísticas, los golpes terroristas a París, desde Charlie Hebdo a los ataques simultáneos de noviembre, y a otras ciudades como Beirut, Ankara, Copenhague, además del vuelo de Metrojet de Egipto a Rusia, entre otros, pone en evidencia el alcance de la amenaza así como del grave problema global que se enfrenta. Túnez, el único donde la llamada primavera árabe parece desembocar en una democracia, vivió el peor año de atentados desde la independencia.
La guerra terrorista desatada por el fundamentalismo islámico, no parece reconocer fronteras ni límites geográficos. El Estado Islámico ha incluido recientemente a 60 países de distintas regiones en la lista de eventuales blancos terroristas. México, por el momento, es el único de América Latina. Uruguay podría pasar a esa categoría por la próxima participación como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Brasil y Trinidad y Tobago han extremado medidas como consecuencia del número de nacionales reclutados por ISIS. Brasil además por ser sede en el 2016 de los juegos olímpicos. Colombia en virtud que uno de los responsables de los ataques en Paris estuvo en Bogotá en la víspera de los atentados.
Según el Índice Global de Terrorismo 2015 de la Universidad de Maryland hay cerca de 530 grupos terroristas. Muchos muy interrelacionados entre sí con adhesión al Estado Islámico. Los más letales son el ISIS y Boko Haram, la organización yihadista activa en Nigeria, Chad y Camerún. Entre otros grupos sanguinarios de extracción fundamentalista están los Fula en República Centroafricana y Nigeria y Al Shabad en Somalia, Kenia Etiopia y Djibuti. El informe destaca, entre otras consideraciones, que siete mil reclutas se incorporaron a ISIS en el primer semestre del 2015, lo que pondría llevar la cifra de combatientes a cerca de 70 mil yihadistas, nada más que en Siria e Irak.
Esta amenaza a cualquier rincón del planeta, sin embargo, no logra poner en marcha una respuesta internacional de alcance global. El grado de efectividad, en términos de prevención como de acción, sigue siendo bajo, a pesar de que Naciones Unidas acordó una estrategia común hace una década. La reacción de muchos es todavía dubitativa. Las desavenencias entre Washington y Moscú, así como la asimetría de percepciones sobre el fenómeno, tampoco han facilitado mayores éxitos en el terreno militar en Siria que es uno de los epicentros de la lucha.
Es de esperar que la comunidad internacional reconozca en el 2016 la necesidad de un compromiso mayor contra el terrorismo y todos los países trabajen más estrechamente en las cuatro esferas de cooperación identificadas por ONU en el 2006. Es indispensable que esas recomendaciones se lleven a la práctica. También que la lucha para erradicar el terrorismo internacional incluya a todos los países miembros de las Naciones Unidas.