Corea del Norte realizó el lanzamiento de un misil de tecnología dual de largo alcance en contravención de múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en lo que constituye una nueva grave amenaza a la paz y a la seguridad internacional. El hecho ha extremado la alerta militar en Corea del Sur, Japón y China y ha merecido la máxima condena regional y global. El Secretario General de la ONU instó a Pyongyang a “detener acciones provocadoras”.
Desde 1998 Corea del Norte se encuentra avanzando en tecnología nuclear y espacial con programas que combinan los lanzamientos periódicos de misiles y los ensayos nucleares. Un cohete balístico de las características anunciadas adquiere dimensión preocupante por haber efectuado cuatro pruebas subterráneos de armas nucleares previas (2006, 2009, 2013 y 2016), la última supuestamente de una bomba de hidrógeno. La frecuencia e intensidad de esos registros permiten estimar que Pyongyang cuenta con un arsenal nuclear de aproximadamente una docena de bombas lo suficientemente efectivas y letales para ser una amenaza concreta para Corea del Sur y Japón. También para Estados Unidos al disponer de un misil balístico capaz de alcanzar California y las Islas norteamericanas del Pacífico.
El nuevo desafío norcoreano pone a prueba la llamada “diplomacia nuclear” de Pyongyang tendiente a negociar un marco que le permita la supervivencia del régimen y obtener ayuda humanitaria. Poco después del primer ensayo de un arma nuclear, en 2006, logró un principio de acuerdo a seis bandas (China, Rusia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur) destinado a detener el programa nuclear a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo y asistencia alimentaria. El compromiso cayó en el 2008 por las dificultades de verificación del proceso de desarme tecnológico.
Es de imaginar que las dos últimas provocaciones norcoreanas (el ensayo termonuclear y el del reciente misil) intentarían retomar el ejercicio diplomático frustrado. La duda es si las potencias que intervinieron en el ejercicio a seis bandas estarán dispuestas a semejante chantaje. La reacción preliminar de China y Rusia no parecen ofrecer esa alternativa.
Estados Unidos, por su parte, se prepararía para la eventualidad de una confrontación ya que Pyongyang ha denunciado el armisticio de 1953. La respuesta sería desplegar el sistema antimisiles THAAD (Terminal High Altitude Area Defence) en la Península coreana. Entre los problemas que enfrenta esa iniciativa es la resistencia de China y Rusia que consideran que el sistema antimisiles anunciado podría eventualmente estar simultáneamente dirigido contra ellos.
Estas circunstancias muestran lo delicado de la situación. También lo importante y urgente de que la comunidad internacional ponga un límite definitivo a las actitudes amenazantes de Corea del Norte y evitar, a la vez, que la problemática de seguridad entre las dos coreas se traslade peligrosamente a gran parte de Asia.