Por: Rubén Sciutto
El pasado 2 de abril conmemoramos en la ciudad de Puerto Madryn el 31o° aniversario de la gesta de las Islas Malvinas.
Si bien la epopeya heroica de los soldados que dieron la vida en las islas permanece intacta en nuestras mentes y en nuestros corazones, el tratamiento que los argentinos hacemos de aquellos hechos ha cambiado. Esto se debe al desafiante escenario internacional y a las diferentes alternativas que debemos desarrollar en nuestro objetivo de recuperar el archipiélago.
Desde una perspectiva internacional, este 2013 preparamos la vigilia del 1° de Abril en un marco de creciente militarización y robo flagrante de nuestros recursos naturales en el Atlántico Sur por parte del Reino Unido. Como contraparte, Argentina consolidó su reclamo internacional sumando el apoyo de América latina. Como dijo la presidente Cristina Fernández de Kirchner en su discurso del 2 de abril: “La causa Malvinas ya no sólo es nacional, sino que también es una causa regional de soberanía y una causa global de lucha contra el colonialismo”.
En el marco interno, el pueblo argentino celebra esta estrategia de política internacional de la Presidenta Fernández de Kirchner, que además de posicionarnos en el arduo ámbito de la ONU, consolida a la región con agenda propia y con capacidad de reclamar en conjunto. La apuesta constante por el diálogo que hace el gobierno argentino es una estrategia válida y realizable en el tiempo. Y como bien señaló nuestra primera mandataria, “mientras ellos (Reino Unido) envían naves de guerra nosotros vamos a poner una nave científica para el conocimiento en el Mar Argentino”. No podemos renunciar a las Malvinas, pero tampoco podemos renunciar a recuperarlas a través de la diplomacia, el diálogo y con herramientas pacifistas.
Otra enorme ayuda, impensada, nos vino del cielo: es la figura buena del Papa Francisco. Recuerdo la editorial del diario El País de España sobre Malvinas, titulada “Y David venció a Goliat”, y les cuento que cuando celebré la elección del Papa argentino, pensé que la batalla contra Goliat no estaba terminada y, más aun, que Francisco representa hoy un soplo de aliento para David. Entendí la emoción de la Presidenta en este marco: festejando una nueva puerta para lograr los objetivos de Argentina en los foros internacionales.
Sabemos que un Sumo Pontífice no tiene entre sus posibilidades y obligaciones dirimir conflictos que se encuentran a esta altura de los acontecimientos. Pero personalmente creo que por ser un Papa del fin del mundo, Francisco tiene milagros para el fin del mundo. Imagino un Papa comprometido con la causa de Malvinas, un Papa malvinero.
La vigilia del 1° y 2 de abril nos convocará siempre. Repetiremos una y otra vez el homenaje a nuestros hombres de guerra acompañados por el viento helado del sur. Junto a todo el pueblo fueguino en Río Grande, capital nacional de la Vigilia; en Ushuaia, capital de las Malvinas, y en el resto del país, por aquellos que dieron su vida en combate a casi 400 km al oeste de la costa fueguina.
Finalmente, la decisión del gobierno argentino de no enviar representantes argentinos a las exequias de la ex primer Ministro Margaret Thatcher, me parece una decisión acertada. Primero, por respeto a los soldados caídos durante el conflicto bélico. Segundo, por respeto a los familiares de los fallecidos y a los ex combatientes. Y por último, porque nuestra Presidenta de la Nación ha pedido en innumerables oportunidades abrir el diálogo con el gobierno británico, y siempre ha recibido una respuesta negativa.
Quería compartir estas líneas con ustedes, para mantener viva la llama de la vigilia en nuestras mentes y en nuestros corazones. Y asegurar que la gesta continúa, quizás en otros ámbitos, pero continúa. Y que Goliat no ganará jamás.