ROMA – Hoy por la tarde, los 115 cardenales que elegirán al nuevo Papa efectuarán su entrada solemne en la Capilla Sixtina.
El lugar en el que se desarrollará el cónclave es único en el mundo. Y los frescos que atraerán la mirada de los cardenales electores tendrán sobre ellos un efecto también único.
Como reconoció Joseph Ratzinger recordando los cónclaves en los que participó: ”Sé bien lo expuestos que estábamos a esas imágenes en las horas de la gran decisión; cómo nos interpelaban, cómo insinuaban en nuestra alma la grandeza de la responsabilidad. La palabra ‘cón-clave’ impone el pensamiento de las llaves, de la herencia de las llaves dejadas a Pedro. Depositar estas llaves en las manos justas: ésta es la inmensa responsabilidad de esos días”.
Efectivamente, en cuanto los 115 cardenales entren en procesión en la Sixtina, procedentes de la Sala Regia, su primera mirada caerá sobre el célebre fresco del Perugino con Jesús entregando las llaves a Pedro.
Pero inmediatamente después tendrán ante sus ojos, en la pared del fondo, el Juicio universal pintado por Miguel Ángel. Y sobre éste, la imponente figura del profeta Jonás, quien, a su vez, se dirige hacia Dios que separa la luz de las tinieblas, primer acto de la creación.
Después los cardenales prometerán guardar silencio con la mano sobre el Evangelio, teniendo frente a ellos todavía a Jonás y el Juicio.
A continuación escucharán la meditación leída por el octogenario cardenal Prosper Grech, gran maestro de patrística y discípulo y estudioso de Agustín, el autor de esa obra maestra de la teología de la historia que es el De civitate Dei.
Posteriormente orarán y, por último, se prepararán para votar. Siempre envueltos por las paredes y la bóveda pintadas al fresco de la Capilla Sixtina.
En la Sixtina, el conjunto de las imágenes –también las anteriores a los frescos de Miguel Ángel– nos narra el origen divino del poder de las llaves entregadas a Pedro y a sus sucesores. Llaves que abren el Reino de los Cielos.
Pero la figura de Jonás, en posición dominante, confiada por el Papa Julio II al genio de Miguel Ángel, dice mucho más.
Jonás es el profeta mandado por Dios para predicar la conversión a los paganos. Él parte, reacio, pero se rebela a que Dios tenga misericordia de la ciudad de Nínive, arrepentida. En la bóveda de la Sixtina él ve que el pecado acompaña la historia del hombre desde el diluvio y, aun antes, desde los días de Adán y Eva. Como hombre recto quiere que el pecado sea castigado. Pero después, su mirada se fija en el primer acto de Dios, la creación de la luz. Y comprende que Dios no soporta que se pierda todo lo que él ha hecho desde el inicio del mundo, pues sólo quiere salvarlo.
Ese “signo de Jonás” que Jesús aplica a sí mismo en Mateos 12, 40 atañerá, por lo tanto, a los cardenales reunidos para elegir al nuevo sucesor de Pedro.
Como Jonás, también Pedro y los Papas después de él son enviados por Jesús para predicar a los hombres la conversión porque “el Reino de Dios está cerca”. Éstas son las llaves de Pedro, éste es el poder de la Iglesia. Un poder que deriva del acto creador de Dios y se revelará plenamente al final, en el Juicio de Cristo sobre los hombres y el mundo.
“Depositar estas llaves en las manos justas: ésta es la inmensa responsabilidad”. Mirando las pinturas de la Capilla Sixtina los cardenales se percatarán que su elección no afecta sólo a la Iglesia, sino a toda la creación, presente y futura.
Los cardenales que se encerrarán en este espacio para elegir al nuevo Papa no podrán no recibir la huella del arte que les rodea, como tampoco podrán evitar ser investidos por su extraordinaria potencia comunicativa.
La microcultura que hace que un cónclave sea un acontecimiento único también está hecha de esto.
De aquí nacerá también la elección del sucesor de Benedicto XVI.
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La Capilla Sixtina toma el nombre del Papa que inició su construcción en 1475, Sixto IV. Con su sobrino, Giuliano della Rovere, Papa entre el 1503 y el 1513 con el nombre de Julio II, Miguel Ángel pintó al fresco la bóveda. El Juicio fue pintado dos decenios después, también por Miguel Ángel.
Sobre los frescos de la Sixtina –es decir, sobre “qué verán los cardenales electores cuando entren en el cónclave”– L’Osservatore Romano del 10 de marzo de 2013 ha publicado esta “guía” del profesor Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos.
Mientras sobre el conjunto del proyecto teológico-artístico de Julio II, del cual forma parte la Sixtina, como también las estancias pintadas al fresco por Rafael y la colección de obras maestras del arte clásico, léase el ensayo de la historiadora del arte Sara Magister Los subterráneos del Vaticano y la luminosa ventana del Papa.
El primer Papa elegido en la Capilla Sixtina fue León X en 1513; después, en 1623, Urbano VIII; posteriormente quince Papas hasta 1775 y, por último, todos los pontífices desde 1878 hasta nuestros días: un total de veinticuatro.
La cita de Joseph Ratzinger pertenece a su prefación al libro de poesías de Juan Pablo II, Trittico Romano, publicado por la Librería Editora Vaticana en 2003.
Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.