Los objetivos de la Santa Sede en el campo financiero y el futuro del IOR, en un discurso del Papa Francisco y en un informe de la autoridad vaticana de vigilancia.
En el arco de una semana, el Papa Francisco y la Santa Sede han lanzado una doble señal que hace intuir cuál será su dirección de marcha en el campo financiero.
La primera señal fue el discurso que el Papa dirigió a cuatro nuevos embajadores el jueves 16 de mayo. El hecho de que dos de estos representaran a países que, equivocada o justamente, son definidos “paraísos fiscales“, Luxemburgo y Antigua y Barbuda, dio ocasión a Jorge Mario Bergoglio para una invectiva contra la “tiranía invisible” de la especulación financiera, por él relacionada con “una profunda crisis antropológica” y, en definitiva, con el “rechazo de Dios”:
“Señores Embajadores…”
La segunda señal fue la presentación a la prensa, el miércoles siguiente 22 de mayo, del primer informe de la Autoridad de Información Financiera, AIF, el organismo de control y de inteligencia querido por Benedicto XVI a finales de 2010 con el objetivo de adecuar la Santa Sede a los estándares internacionales de prevención y de lucha contra el blanqueo de dinero procedente de actividades criminales y de la financiación del terrorismo:
Conferenza stampa di presentazione del rapporto…
El informe fue entregado a la prensa tanto en italiano como en una traducción “de trabajo” en inglés, con adjuntos los textos íntegros de tres documentos importantes:
- el “motu proprio” de Benedicto XVI del 30 de diciembre de 2010,
- el estatuto de la AIF,
- y la ley 127 contra el blanqueo de dinero, promulgada el 30 de diciembre de 2010, modificada el 24 de abril de 2012 y enmendada el 14 de diciembre del mismo año.
Al presentar el informe a la prensa, René Brülhart, de 41 años, suizo, desde 2010 vicepresidente del Grupo Egmont, la red internacional de la Financial Intelligence Unit, y a partir de septiembre de 2012 llamado por el Vaticano para dirigir la AIF, ha insistido sobre el creciente compromiso de la Santa Sede a favor de la transparencia financiera y en oposición al blanqueo de capitales.
El próximo diciembre –ha dicho Brülhart– la Santa Sede presentará en la asamblea plenaria de Moneyval (el comité del Consejo de Europa que valora la adhesión de los países miembros a los estándares establecidos por el GAFI, el Grupo de Acción Financiera del Fondo Monetario Internacional) un segundo “informe” posterior al de julio de 2012, que se concluyó con el voto a favor de 9 de las 16 “key and core recommendations” (“recomendaciones fundamentales y decisivas”), con la esperanza de obtener una valoración aún mejor.
Ha añadido que la AIF ha iniciado el proceso de ingreso en el Grupo Egmont, llamado así por el nombre del hotel de Bruselas en el que las unidades de inteligencia financiera de varios países se reunieron por primera vez en 1995.
Ha enumerado los protocolos de acuerdo para el intercambio de información que la AIF ha estipulado con los organismos homólogos de varios países: el último, el 7 de mayo, con el Financial Crimes Enforcement Network de los Estados Unidos de América; los precedentes, con Bélgica, España y Eslovenia. Están aún en curso las negociaciones con otra veintena de países.
A este propósito, hay que destacar que para estipular dichos acuerdos la AIF ya no necesita el visto bueno de la secretaría de Estado vaticana, como en cambio había sido impuesto en la segunda formulación de la ley 127, que por este motivo había sido severamente criticada como un “paso atrás” tanto por el presidente de la AIF, el cardenal Attilio Nicora, como también por el entonces presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, y los mismos inspectores de Moneyval, que lo habían escrito negro sobre blanco –”step backwards” (“un paso atrás”), “weakened efficiency and indipendence” (“una eficacia e independencia debilitadas”)– en el informe reservado sobre una visita que realizaron en el Vaticano en abril de 2012.
Dos enmiendas que entraron en vigor el pasado 14 de diciembre han devuelto a la AIF, efectivamente, la autonomía de la que gozaba en la primera formulación de la ley 127.
Una autonomía que es válida también en lo que concierne al control sobre el Instituto para las Obras de Religión, el “banco” vaticano centro de las críticas, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y del cual se espera el mayor saneamiento.
El IOR –que no es un banco propiamente dicho y no concede préstamos de dinero– tiene actualmente en depósito 6 mil millones de euros aproximadamente y 33.000 cuentas, de las cuales la mitad tienen como titulares a obispos y sacerdotes; devuelve cada año los propios beneficios al Papa, que los destina a obras de religión y de caridad.
Se ha anunciado que antes de que finalice el año 2013 el IOR tendrá su propio sitio web, en el que también aparecerá por primera vez el balance certificado del instituto.
Sin embargo, su perfil no es impecable. En 2012, la AIF individuó en el Vaticano seis operaciones financieras sospechosas, algunas de las cuales –según cuanto ha dicho Brülhart– atribuibles al IOR. Y dos de estas seis operaciones han sido señaladas al promotor de justicia del tribunal de la Santa Sede, para que se investigue ulteriormente su relevancia penal.
Hay otras investigaciones en curso por parte de la magistratura italiana. Por este motivo, Brülhart ha dicho que se está llevando a cabo un “examen atento” de todas las cuentas del IOR para averiguar su regularidad, informando que “tendremos resultados en los próximos meses”.
El control de la AIF sobre las cuentas del IOR no tiene límites de tiempo –ha confirmado Brülhart– y puede remontarse atrás en los años. Con esto se ha rechazado de nuevo la tesis, amada por el director del IOR Paolo Cipriani, según la cual la AIF no podría recoger e intercambiar información sobre cuanto acaecido en el IOR antes de la entrada en vigor de la ley 127, a principios de 2011.
Quién argumentó en defensa de esta tesis el invierno pasado fue Michele Briamonte, joven y emprendedor abogado del bufete turinés Grande Stevens, en esa época defensor de Cipriani y su asesor en todo lo relativo al IOR.
Pero justamente Briamonte está siendo actualmente investigado por la magistratura italiana por varias hipótesis de delito, entre las cuales movimientos ilegales de dinero en cuentas del IOR. El pasado febrero consiguió evitar un control de la policía financiera en el aeropuerto romano de Ciampino mostrando un pasaporte vaticano. Había aterrizado con un avión privado junto a monseñor Roberto Lucchini, secretario personal del cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
Brülhart no se ha pronunciado sobre el futuro del IOR. En las congregaciones que precedieron el último cónclave algunos cardenales habían avanzado la hipótesis de su cierre, pero esto ha sido prácticamente excluido por el sustituto secretario de Estado, Angelo Becciu, en la entrevista que concedió el pasado 30 de abril por indicación explícita del Papa.
En todo caso, se puede prever que para sobrevivir el instituto deberá no sólo hacer limpieza en sus cuentas, sino también efectuar profundas transformaciones, pues no tiene, en absoluto, buena salud: gestiona mal sus depósitos, ofrece escasos servicios además de intereses anuales muy modestos en promedio, del orden del 1,5 %, inferior al de los bancos competidores en favor de los cuales está perdiendo su clientela.
Uno de estos bancos dedicados expresamente al mundo sin fines de lucro tanto laico como religioso, la Banca Prossima, del grupo Intesa San Paolo, ha abierto en Roma una notable sucursal precisamente frente a los muros vaticanos, como si se preparara a entrar dentro de ellos para sustituir al IOR.
Es un hecho que mientras en el pasado los entes religiosos de todo el mundo depositaban en el IOR hasta el 80 % de sus bienes en metálico, hoy depositan menos de un quinto de su patrimonio. Sólo las ordenes femeninas siguen estando sentimentalmente más vinculadas al “banco del Papa”. Las grandes diócesis y las órdenes masculinas ya han desplazado la parte más importante de sus cuentas a otra parte.
La última vez, el IOR puso a disposición del Papa 50 millones de euros, presentándolos como sus beneficios del año apenas transcurrido, pero en realidad una pequeña parte de esos millones los aportó de su propio capital.
En la rueda de prensa del 23 de mayo, Brülhart ha dicho también que ha iniciado “un dialogo constructivo con el Banco de Italia” después de que éste, a principios de 2013, bloqueara durante muchos días los pagos electrónicos en los cajeros automáticos y con tarjeta de crédito efectuados dentro de los muros vaticanos, lo que ocasionó un gran malestar entre los turistas.
“Hemos instaurado un dialogo que se formalizará en un futuro cercano”, ha añadido Brülhart. Eso sí, asegurando que “el Banco de Italia no tiene jurisdicción en el Estado de la Ciudad del Vaticano y sobre el IOR”.
En el Anuario Pontificio 2013 difundido los días pasados, el organigrama de la Autoridad de Información Financiera indica como presidente al cardenal Attilio Nicora, como director a René Brülhart y como miembros del consejo directivo a Claudio Bianchi, Marcello Condemi, Giuseppe Dalla Torre, Francesco De Pasquale y Cesare Testa.
Dos de estos, Condemi y De Pasquale, ambos procedentes del Banco de Italia, fueron los autores efectivos de la primera redacción de la ley vaticana N° 127 contra el blanqueo de capitales, de acuerdo con el cardenal Nicora y el entonces presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi. Ley que después fue retocada por deseo de la Secretaría de Estado, sin la aportación de los primeros y a pesar de las duras protestas de los segundos. De Pasquale fue sustituido por Brülhart como director de la AIF en septiembre de 2012.
Éste, en la rueda de prensa del 22 de mayo, ha dicho que la AIF tiene a su servicio a siete empleados, dos de los cuales indicados en el Anuario: don Paolo Scevola, secretario de la presidencia, y Tommaso Di Ruzza, oficial. Este último está casado con una hija del ex gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio.
El 14 de mayo ha empezado a ejercer su función también el nuevo presidente del IOR, el alemán Ernst von Freyberg, nombrado el 15 de febrero.
En su primer encuentro con el personal del instituto –como ha referido la Radio Vaticana– Freyberg ha anunciado la publicación a partir de 2013 del informe anual de las actividades del instituto y que solicitará una nueva sociedad de certificación. Por contrato, Freyberg estará presente en las oficinas del IOR tres días a la semana, tal como sucedía con su predecesor Ettore Gotti Tedeschi.