Por: Silvina Moschini
La era digital ha simplificado nuestras actividades diarias. La ilimitada disponibilidad de información con la que convivimos nos permite consultar datos para tomar decisiones de todo tipo: qué y cómo comprar, qué leer, dónde viajar y un largo etcétera.
A la hora de los negocios, el impacto revolucionario de Internet también ha sido fundamental. Para los emprendedores, la web trajo oportunidades inéditas a la hora de iniciar proyectos propios. Según un reporte de la consultora McKinsey, cada año surgen 143 mil negocios relacionados con Internet en 30 países emergentes, incluyendo México y Argentina.
Para muchos profesionales, además, la tecnología significó una verdadera liberación de los condicionantes físicos: hoy, como nunca antes, es posible trabajar de modo autónomo y con la capacidad de decidir los propios horarios.
La economía digital está entre nosotros, y se halla en constante expansión. Según un reporte del BostonConsultingGroup, Internet ya contribuye con el 8% del PBI en algunos países desarrollados, generando un poderoso impacto en la economía y fomentando nuevos empleos. Este contexto prometedor exige estructuras corporativas que se adapten a la velocidad de los cambios tecnológicos y que, al mismo tiempo, puedan beneficiarse de la flexibilidad que brindan las nuevas herramientas. Haydn Shaughnessy y Nick Vitalari, autores de TheElasticEntrerprise, aseguran que se trata de un cambio profundo que implica, esencialmente, que las compañías se adapten a los variables ciclos de la demanda sin dejar de ser rentables y competitivas.
Los pilares de esta nueva forma de concebir e implementar los negocios se apoyan en el boom del trabajo freelance mediante la web y en la sofisticación de las herramientas digitales. En verdad, ambos factores se retroalimentan positivamente puesto que la creciente calidad del software y la variedad de los dispositivos de conexión están permitiendo trabajar de manera remota cada vez con mayor eficiencia.
En mi propia experiencia como emprendedora he podido comprobar que la coordinación de un equipo de trabajo remoto, aún si sus miembros se encuentran dispersos por medio planeta, no sólo es posible sino que resulta altamente productiva. Independientemente de las tareas que cada profesional lleve a cabo, las plataformas virtuales propician que la gente se exprese con más claridad y con mayores niveles de especificidad. Al mismo tiempo, hoy disponemos de un conjunto de herramientas de comunicación que facilitan el trabajo en equipo. Aplicaciones como GoogleDocs o Dropbox, por ejemplo, permiten compartir y editar información y que esos cambios estén instantáneamente disponibles para un determinado grupo. Herramientas como TransparentBusiness.com nos dan la posibilidad de supervisar las tareas de un equipo distribuido a lo largo de todo el mundo con más eficacia que si todos los empleados se encontraran en una misma oficina.
Las ventajas del teletrabajo comienzan incluso antes: el proceso de selección de los recursos humanos escapa ahora de las limitaciones geográficas y permite que el líder del proyecto se centre exclusivamente en el talento de los candidatos antes que en otros factores.
El concepto de elasticidad es experimentado a diario por las empresas que ya han adoptado el modelo de gestión web. Posibilitado por la tecnología, este nuevo paradigma de trabajo implica desafíos y oportunidades, pero ciertamente está en sintonía con un escenario económico en permanente transformación.