Por: Adrián Rois
Estatizar las empresas de energía significa darles plata a los accionistas nacionales y extranjeros propietarios de las firmas concesionarias (Pampa Energía, Enel, Endesa), indemnizarlos. En definitiva, pagarles por su irresponsabilidad.
La advertencia del gobierno a las compañías responsables de la energía resulta absurda, porque hay idéntica irresponsabilidad por parte del Estado, que es cómplice de la negligencia y la desinversión. Porque tanto en Edenor como en Edesur, el Estado, o tiene designados directores que lo representan, o en su defecto (Edesur) posee un profundo control de su actividad financiera y administrativa (sin hablar del Ente Regulador). Los directores que el Estado tiene en Edenor corresponden a los espacios que ganó a través de la estatización de las AFJP. Algo similar a lo que pasó con Clarín, donde el Estado quedó con representación en el directorio desde que pasaron al Estado las acciones que las AFJP tenían en dichas empresas. Esto es así porque las AFJP -que administraban los fondos de los jubilados y futuros jubilados argentinos- para hacer más rentable el fondo que se crea con todas las recaudaciones, compraban acciones en empresas, y así obtenían utilidades. Cuando se estatiza el sistema previsional, esas acciones que eran de las AFJP, quedaron en manos del Estado, y por consiguiente, la intervención que en aquellas empresas tenían las AFJP, pasó a manos del Estado.
En relación a los cortes de luz, los reclamos de usuarios por cortes desde el 2003 al 2011 se multiplicaron seis veces. Cifras de la Secretaría de Energía. Ahora, ¿por qué digo hasta 2011? Porque no se publicaron más los informes. De los balances de Edenor surge que en 2012 los cortes se multiplicaron casi cuatro veces.
Lo más triste es que en la mal llamada “década ganada” hay un déficit de inversión en energía que se acerca a los mil millones de dólares. Las empresas debieron haber invertido 200 millones de dólares por año desde el 2003 en adelante, pero invirtieron solo 120 millones. Dejaron de invertir 80 millones por año durante casi 11 años. Por esto, los 80 millones por año al cabo de una década, “la década ganada”, arrojan el número de 800 millones de dólares de déficit de inversión. 800 millones de dólares que deberían haberse invertido en cableado, estaciones transformadoras, desarrollo de tecnología, modernización, en otras palabras invertir en futuro.
Es imprescindible que tomemos conciencia de que el desarrollo de las energías renovables es fundamental, imperioso. Para alcanzar una finalidad mundial, que es lograr inyectar la mayor cantidad de energía renovable a las redes eléctricas nacionales. Para esto necesitamos crecer como país, ser más responsables. Hoy no resulta competitivo desarrollar energías renovables en Argentina, por la razón de que la energía renovable es cara, por la tasa de interés elevadísima, culpa del riesgo país. Por ejemplo, el costo de la energía eólica es la tasa de interés por la compra de la instalación, luego… ¡El viento es gratis!, no tiene alto costo de producción, pero sí de inversión inicial. Y acá, en nuestra Argentina, la tasa de interés es elevada por el altísimo riesgo país. Y así, quedamos siempre afuera, y más lejos de tener un futuro mejor.
Una solución, ahora -y no perder un minuto más que se traduce en continuar el retroceso- sería que el Estado entre a las empresas como inversionista. Entrar como accionista inversor, mediante un aumento de capital, con reglas claras. Poniendo plata adentro de la empresa en vez de pagar indemnizaciones. Y esa plata se debe invertir en modernización total y desarrollo de tecnología, bajo estrictas reglas y control del Ente Regulador y de todos los ciudadanos.