Por: Alejandro Radonjic
En las legislativas que se avecinan, el PRO ha tomado una clara delantera en la captación de famosos para diagramar su oferta electoral. No ha sido el primero (ni de la Argentina ni del mundo) ni será la última vez en que un partido se aleja de los semilleros clásicos (los propios partidos y los círculos del poder) a la hora de decidir a quiénes poner en las boletas. Hay casos de sobra, aquí y en el mundo. La propia génesis del PRO abrevó en esta fuente extrapolítica: Mauricio Macri entró a la política apalancado por su exitosa gestión al frente de Boca Juniors. Si bien varios integrantes del PRO ya tenían recorrido en la política antes de ser convocados por Macri, muchos de sus actuales dirigentes entraron con él a la actividad política. El jefe de Gobierno siempre convoca a la “gente a sumarse a la política”.
Con la sorpresiva elección del humorista Miguel del Sel en 2011 (quedó a pocos pasos de destronar al socialismo de la gobernación de Santa Fe), los estrategas del partido entendieron que los famosos pueden ser una llave que destrabe el principal obstáculo que tiene el proyecto Macri 2015: penetración territorial en más partes del país y especialmente en aquellos distritos que podrían ser más receptivas al PRO. Todo intento de mejorar nace de una debilidad, y el PRO aún no cuenta con una base en muchísimas provincias y ciudades (ni en el conurbano, donde viven 12 millones de personas) y eso frustra, de arranque, cualquier anhelo presidencial.
La lista de famosos que estarán presentes en la boleta amarilla es amplia y variopinta. Se presume que el éx arbitro Héctor Baldassi ocupará un alto lugar en la lista de diputados nacionales por Córdoba, el ‘chacarero’ Alfredo de Angeli hará lo mismo en Entre Ríos, Del Sel en Santa Fe y el economista Carlos Melconian en la provincia de Buenos Aires. El ex lateral izquierdo de Boca Carlos MacCallister podría ser el hombre del PRO en La Pampa. Asimismo, también buscarán penetrar en municipios importantes de la provincia de Buenos Aires, donde se decide gran parte de la elección presidencial. El periodista Walter Queijeiro sería su hombre en Quilmes, Leandro Ginóbili en Bahía Blanca (“mejor conocido como el hermano de”, como se autodefine en Twitter), el ex árbitro Javier Castrilli en La Matanza y “Lalo Ramos” en General Pueyrredón. Podrían venir nuevos nombres. En la fuerza de Mauricio Macri prefieren hablar de “referentes sociales” más que de “famosos” o “celebrities”. Según Iván Petrella, director académico de la Fundación Pensar, ayudan a “romper la casta política”.
¿Qué busca el PRO con esta estrategia? Primero, el insumo básico de la política democrática: votos. Sin 2013 no hay 2015. Los famosos, por su condición de personas públicas, ya están “instalados”. Se ahorra una etapa clave y compleja de la construcción política. “¿Cómo hacés para instalar a alguien en La Matanza si al único político local que conoce la gente es al intendentes Fernando Espinoza?”, dice un operador del PRO para justificar la postulación de “El Sheriff” en el municipio que tiene más de 1,7 millones de habitantes. En situaciones de necesidad, estas características son valoradas (en lugares en donde el partido, y sus figuras, ya están instalados, como en la Ciudad, no son necesarios).
Además de ser personas conocidas, en la mayoría de los casos son queridas, valoradas y/o respetadas. Conocimiento e imagen positiva es el elixir de cualquier político. Además de votos, buscan legisladores. El bloque del PRO en el Congreso cuenta con sólo 11 diputados (4% del total) y ningún senador. Además, penetración territorial. El proyecto Macri 2015 precisa muchos votos, y con los de la Capital, desde ya, no alcanza. Necesita votos de provincias grandes (como Santa Fe, Córdoba y Mendoza) y del conurbano “profundo”, no sólo en la primera sección electoral. Lograr buenos resultados en las provincias o en los municipios es una gran fuerza atrayente de nuevos dirigentes, operadores, armadores y votantes que se ofrecen para armar políticamente para el partido. Muchos querrán sumarse a una boleta con varios caballos que arrastren votos.
Es necesario remarcar que la estrategia de los famosos no siempre funciona. Muchas veces, el conocimiento no se traduce en votos. Las épocas más fértiles para los famosos (y los outsiders en general) son las de crisis y las de pérdida de legitimidad de los partidos. Además, por su inexperiencia, estas figuras son más propensas a inconsistencias técnicas, errores o a expresiones desatinadas (Del Sel dio a algunos ejemplos). Además, la opinión pública a veces los abandona rápidamente. También pueden obturar el crecimiento de dirigentes más de “carrera”, que se sienten desplazados.
De todas maneras, el PRO no recluta sólo en el mundo de los famosos: también están sus propios semilleros (quizás poco fértiles) y mantiene canales de diálogo constante con los radicales y peronistas que no están de acuerdo con sus respectivas conducciones. En 2015, el PRO también va a necesitar votos y dirigentes de los únicos dos partidos que han ganado elecciones presidenciales en la Argentina. La de los famosos es una pata más. Si contribuirán a instalar al partido en lugares en los que aún no está, lograr una buena cantidad de votos a nivel nacional en octubre y plantearse como una opción competitiva a la Presidencia en 2015, sólo el tiempo lo dirá.