Propuesta de política heterodoxa para bajar la inflación

Andrés Asiain

La inflación es una construcción histórica generada a partir de fenómenos puntuales como devaluaciones, aumentos de los precios de los alimentos u otros golpes sobre precios claves, que generan posteriores incrementos en los valores nominales de precios e ingresos sectoriales. Bajo ciertas condiciones económicas, esos aumentos de precios e ingresos generan una inflación “inercial”, que permanece en el tiempo al ser incorporada como un piso de inflación por los distintos actores económicos al momento de negociar precios e ingresos.

La inflación actual es el resultado de la suba del 60% en el precio de los alimentos entre 2006 y 2008, causada por el incremento del precio internacional de las materias primas y el desabastecimiento de alimentos en el marco de las protestas contra las retenciones móviles de los sectores agro-exportadores. Ese golpe sobre el precio de los alimentos en una economía en expansión, con una industria protegida, y negociaciones salariales institucionalizadas en paritarias, condujo a un salto en las tasas de inflación que pasaron del 10% en 2006 al 26% en 2008 (según estadísticas provinciales).

A partir de allí, los incrementos de precios e ingresos de los distintos sectores económicos en favor de no perder posición en la distribución del ingreso, generaron una permanencia de los aumentos de precios. Esa permanencia de una inflación algo superior al 20% anual fue siendo incorporada como piso de aumento nominal al momento de fijarse precios, negociarse salarios, tomar créditos, y hacia finales del período, al fijarse el tipo de cambio y las tarifas.

En el presente informe se propone una política heterodoxa para reducir esa inflación inercial de aproximadamente el 20% anual, para llevar las tasas de incrementos nominales de precios e ingresos a cifras de 1 dígito. La misma se trata de un congelamiento momentáneo de precios, salarios, tipo de cambio y tarifas (de aproximadamente 3 meses), y una posterior negociación paritaria de salarios reales (por unos 9 meses, más 3 meses retroactivos). Al año siguiente, las paritarias deberían volver a negociarse en forma nominal, para evitar indexaciones permanentes que puedan magnificar posteriores variaciones en algún precio clave.

La realización de una paritaria anual que negocie salarios reales, luego de un congelamiento momentáneo de precios, salario, tipo de cambio y tarifas, tiene el efecto económico de incorporar la estabilidad de precios generada por el congelamiento, en la posterior evolución nominal de los salarios y precios y, de allí, en el resto de los precios e ingresos sectoriales. De esa manera, se lograría eliminar el componente inercial que poseía la inflación, quedando un residuo de inflación menor al dígito que tiene otras causas (pujas distributivas, cuellos de botella sectoriales, etc.).

A diferencia de las propuestas ortodoxas, la política de reducción de la inflación enunciada no requiere reducir la actividad económica, el empleo, el gasto público, ni una distribución regresiva del ingreso. Sí requiere lograr el mínimo consenso empresarial y sindical, para aceptar un congelamiento temporal de precios y salarios, y luego realizar una paritaria en términos reales.

Para ello, se vuelve necesario (entre otras cosas), contar con un índice de evolución de los precios que sea aceptado por las partes como indicador de la inflación. Una posibilidad para ello es aprovechar la reciente publicación del IPCNu-INDEC y complementarla, de ser necesario, con un monitoreo tripartito (Estado, sindicatos y empresarios) en su elaboración.

Bajar documento completo: Propuesta de política heterodoxa para bajar la inflación (http://www.ceso.com.ar/sites/default/files/ceso_propuesta_inflacion.pdf)