Por: Carlos Castagneto
Para algunos volvió. Para muchos nunca se había ido y nuevamente, como el 9 de diciembre pasado, protagonizó, abrazada por el fervor popular, un acontecimiento capaz de conmover el tablero político.
Como en muchas de nuestras mejores jornadas históricas, la lluvia agregó una dimensión épica a la imponente movilización convocada para acompañar a Cristina ante el mamarracho jurídico del juez Claudio Bonadio. Decenas de miles de argentinos llegados de distintos rincones del país, portando identidades y experiencias diversas, manifestamos una vez más nuestra lealtad a quien sin dudas es la conductora del movimiento nacional.
El mensaje de Cristina recorrió la historia de persecuciones a los Gobiernos populares, recordó que las campañas moralizantes de los sectores concentrados siempre tuvieron el objetivo de ir por los derechos y las conquistas logradas por millones de argentinos en cada etapa. Dio cuenta de la degradación de las condiciones de vida ocurridas sólo en cien días de gestión, manifestó su respeto a la voluntad popular y su exhortación a que el Gobierno que ganó diciendo que no iba a devaluar, que no iba echar, que no iba a producir tarifazos, que no iba a hacer ajustes, también la respete.
Al calor de decisiones políticas y económicas que van lesionando el poder adquisitivo, el empleo, la producción, el mercado interno y las economías regionales, se agiganta lo que fuimos capaces de construir juntos los 12 últimos años, aun en circunstancias difíciles.
Sus palabras fueron un llamado a la unidad, a la responsabilidad, al amor y a la esperanza; de allí la propuesta de la ex Presidente de conformar un amplio frente ciudadano que defina como punto de unidad reclamar por los derechos arrebatados. Con todos y para todos, sin sectarismos, sin cálculos mezquinos, abriendo los brazos al diálogo, a la participación protagónica. La igualdad y la libertad son, junto a la participación y la amplitud, piedras basales sobre las que tenemos que salir a construir esta nueva propuesta política.
Como diputado, no puedo dejar de celebrar el significativo lugar que el Congreso Nacional ocupa en la lectura política de Cristina; su pedido de que el Congreso se convierta en “una escribanía del pueblo, de sus derechos y de todas las conquistas adquiridas en estos años” encuentra voluntades y receptividad en quienes estamos dispuestos a caminar el territorio para escuchar las propuestas y las necesidades de nuestros compatriotas.