Por: Carlos Maslatón
Una vez más, la tendencia general en el mundo libre es a malinterpretar la esencia y el alcance del atentado fundamentalista islámico perpetrado en París este miércoles contra la revista Charlie Hebdo que arrojó una docena de muertos, heridos y una tremenda humillación moral para la libertad y la democracia. Las declaraciones de los gobiernos de las principales potencias, la reacción del periodismo mundial y la actitud mayoritaria de la opinión pública en las redes sociales, se centraliza en razonamientos típicamente occidentales sobre la libertad de prensa que, de repente, es agredida por semejante clase de intolerantes capaces de matar sin compasión a periodistas y a empleados inocentes de una sala de redacción. Esta visión y el repudio por la agresión es un hecho comprensible, pero presentados de este modo, ingenuo y limitado, desde el enfoque y valores de un habitante de Europa o Estados Unidos, impide entender el por qué del accionar terrorista, por qué esta modalidad operativa aquí y ahora, por qué Francia, y además no ayuda a encontrar la salida a la guerra en curso de desarrollo y que se insiste en negar desde la comodidad y desesperación pacifista a cualquier precio, tanto europea como norteamericana.
El atentado de París es político. Quienes lo ejecutaron y diseñaron no son locos irracionales que pegaron por venganza. Pese a toda la condena de los demócratas y liberales del mundo, de izquierda y de derecha, para el islamismo es negocio actuar de esta manera. Son especialistas en hacerse los ofendidos cuando se atacan sus valores por los medios de comunicación y esto les sirve para fortalecer a sus bases desde Marruecos hasta Indonesia y desde el Cáucaso hasta Sudán, y para incorporar cada vez más militantes dispuestos a pelear y a morir, inclusive para generar el fortalecimiento de sus aparatos políticos y células en las principales ciudades de Europa. Por eso confunde y no ayuda que Hollande y Obama planteen de nuevo a este tipo de hechos como un ataque a los valores de la libertad, no pasa por este lado la cosa, los terroristas ni siquiera discuten esto porque su único tema ahora es cómo fortalecer sus estructuras para la guerra que libran, evaluaron que les convenía acribillar a la gente de Charlie Hebdo y humillar a Francia, y así procedieron. Es una pena que, al mismo estilo del periodista danés que publicó hace unos años caricaturas de Mahoma o con el ejemplo de los Versos Satánicos de hace ya casi tres décadas, se insista con estas ofensas, porque sin bien podrían estar amparadas por la libertad de expresión sin perjuicio de su contenido discriminatorio, constituyen una bendición para los jerarcas fundamentalistas en la justificación de su ideología y en la consolidación de sus aparatos militares.
El proyecto islamista existe y en 2014 ha tenido un gran año con la creación de Estado Islámico en pedazos de Irak y Siria que suman ya más de 350.000 kilómetros cuadrados y mucha más gente de la que se cree realmente entusiasmada con el califato. Esta Al Qaeda reciclada, usina infernal de captación de militancia extremista árabe y musulmana, dio un inteligente paso político al virar del mega atentado en ciudad occidental a la creación de un país con bandera y territorio, que tiene como objetivo derrocar a todos los oficialismos árabes de la actualidad y más adelante “reconquistar” Europa por delirante que esto parezca. ISIS es la versión políticamente más realista del movimiento surgido en la década de 1980 cuando musulmanes de todo el mundo acudieron a Afganistán para enfrentar al invasor soviético.
Estado Islámico, y el fundamentalismo, son minoritarios en el mundo árabe e islámico, pero cuentan con la mejor militancia que es la que está dispuesta a morir por la causa, y esto debe ser un alerta general porque la historia muestra que casi siempre minorías decididas desplazan e imponen su voluntad por sobre mayorías silenciosas, de altos valores morales, pero carentes de decisión política e incapaces de combatir en nombre de un pacifismo perjudicial e inservible.
La elección de Francia para debutar con un atentado muy ruidoso y propagandístico en Europa tiene también su gran sentido político. Francia no solo transmite tremenda debilidad con sus actitudes sino enorme complacencia práctica con el terrorismo de todas partes. Francia se ha anotado demasiadas veces en la propaganda de los “derechos humanos” usados para condenar aún a quienes legítimamente se defienden del terror aplicando la ley, pese a sus propios antecedentes argelinos de 1954-1957. Francia fue la mayor impulsora de la intervención en Libia para derrocar a Khaddafy que desde 2004 tras arreglar con Estados Unidos se había convertido en socio contra Al Qaeda sellando Lockerbie en pacto económico aceptado por todas las partes. Francia celebró el derrocamiento de Mubarak en Egipto y el crecimiento de la Hermandad Musulmana y armó la campaña de 2011 contra Bashar al Assad en Siria apoyando, junto con Washington, al islamismo que luego en 2014 fundó Estado Islámico de Irak y el Levante. O sea, al revés de como se tendrían que haber alineado a lo largo de todo lo que fuera la “primavera árabe”, fraude intelectual-político de pocos antecedentes ya que no fueron sino insurrecciones islamistas en cada uno de esos países, muy alejadas de movimientos de democratización que son incompatibles con la cultura árabe. Deberían entonces los extremistas musulmanes estar agradecidos con Francia por su buena ayuda, directa e indirecta, y al menos pagarle con inmunidad territorial de atentados como lo hacen por ejemplo con Arabia Saudita, cualquiera podría sugerir. Sin embargo, en la mentalidad árabe funciona lo contrario. La Francia de Hollande, como los Estados Unidos de Obama, son para ellos entidades moralmente débiles, incapaces de bajar sus ejércitos a la guerra, autolimitados en su accionar por sus prejuicios con los derechos humanos favorables al terrorista y no a la sociedad aterrorizada, los ven como sociedades vietnamizadas que se retiran de toda guerra tan pronto empiezan a sufrir bajas o a gastar más allá de lo deseado originariamente aunque ello implique arriar las propias banderas de la defensa. El pedido de disculpas de los Estados Unidos por la cárcel de Guantánamo y por establecimientos de detención clandestina en otros lugares, entra también en estas categorías de debilidades que percibe el combatiente islamista que se siente así más más seguro y habilitado para atacar ante la inexistencia de voluntad para la guerra por parte de sus enemigos.
La lección de Charlie Hebdo probablemente sea insuficiente por el momento para que occidente pase de su actual línea chamberlainista a posturas duras necesarias para frenar las ofensivas fundamentalistas. Bajo pena de derrota política y militar, mi opinión es que no funcionarán, sino que generarán el efecto contrario, las manifestaciones populares con carteles y encendido de velas simbólicas en favor de la paz, mostrar excesivo pesar ante los propios caídos porque este es el regocijo del criminal en lugar de amenazar con aniquilarlo cada vez que ataca o piensa hacerlo, el pedido estilo vaticano al islamismo para que sea bueno y no mate, el retiro de posiciones territoriales estratégicas para congraciarse con el enemigo ya que éste lo interpreta no como arreglo justo sino como rendición incondicional, el pedido de perdón por los errores de las recientes guerras de Irak y Afganistán, o el abandono de aliados árabes para congraciarse con el cambio de moda que sería el fundamentalismo. Toda debilidad de este tipo es una invitación a la masacre por parte del terror y a la guerra prolongada. Solo la posición firme frente al islamismo producirá que éste mida debidamente sus posibilidades, que se retire de sus planes de ataque a occidente y que se limite en todo caso a sus internas árabes y musulmanas, que funcionan bajo el privilegio jurídico y político efectivo según el cual árabe mata árabe es legal, no está prohibido y no viola derechos humanos.
Francia acaba de pagar años de debilidad y de posturas internacionales equivocadas, pero para su desgracia esta parece ser la primera escena de un proceso más largo. Podrán acortarlo, sí, seguramente desde otro enfoque y con otro gobierno más firme contra el terror. Pero llegada esta situación, se le volverán en contra sus propios argumentos de las últimas décadas, se los acusará de “uso desproporcionado de la fuerza” y de violar derechos humanos, como típicamente se hace por default contra el Estado de Israel casi como diversión ideológica aunque no existan argumentos verdaderos para la condena. Es que, en política, siempre el invento revienta al inventor y esta ley de la historia en el Medio Oriente, y en sus efectos globales por causas del Medio Oriente, funciona a la perfección.