Por: Ceferino Reato
El periodista y ex “oficial” montonero Miguel Bonasso puede abrir la puerta a la citación de Mario Firmenich si hoy confirma en la Justicia lo que ya reveló en sus libros: que el jefe de la guerrilla peronista le dijo, “oficialmente”, que Montoneros mató al sindicalista José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre de 1973.
“De manera fría y seca, (Firmenich) nos confirma oficialmente que Rucci fue ejecutado por la Organización”, escribe Bonasso en la páginas 141 de su libro Diario de un clandestino. Se refiere a una reunión con Firmenich en una oficina del centro porteño, en un alto de los preparativos para sacar el diario Noticias.
Bonasso fue una de las fuentes citadas por mí en mi libro Operación Traviata, que impulsó la reapertura de la investigación judicial del asesinato de Rucci, hace más de seis años.
Firmenich está viviendo en Barcelona, donde da clases de Economía. Pero, sigue de cerca los vaivenes de la política argentina; al menos dos de sus hijos son militantes kirchneristas, uno de ellos en Córdoba y otro, en España.
El juez Ariel Lijo citó dos veces a Bonasso como testigo, pero el periodista, escritor y ex diputado kirchnerista nunca quiso asistir con el argumento de que no quería traicionar a sus ex compañeros implicados en el atentado contra el entonces secretario general de la CGT.
En realidad, Bonasso ya reveló varios de esos nombres: el de Firmenich, pero también el de Julio Roqué —que dirigió el pelotón que llevó adelante la emboscada— y el de Norberto Habegger, quien fue el principal asesor del gobernador de Buenos Aires, Oscar Bidegain.
Bonasso incluso reveló el nombre falso que Habegger utilizó en esa función: Ernesto Gómez, y contó que varios funcionarios de Bidegain habían sido puestos por Montoneros.
Este tema es clave para determinar si el ataque contra Rucci contó con la colaboración de funcionarios del gobierno bonaerense, como sostiene la familia de la víctima.
De acuerdo con Bonasso, Firmenich le explicó que habían matado a Rucci porque estaban enfrentados con el sindicalismo ortodoxo, un “aliado del imperialismo”, y por “su responsabilidad personal (la de Rucci) en la matanza de Ezeiza”.
Bonasso asegura en su libro que le planteó a Firmenich su desacuerdo con el ataque contra Rucci porque “su asesinato es una abierta provocación a Juan Perón”, quien había retornado al país luego de un exilio de casi 18 años y dos días antes del ataque contra su fiel Rucci había ganado las elecciones con más del 61 por ciento de los votos.
“El Pepe (Firmenich) recién se impacienta cuando argumento que una organización revolucionaria no puede producir un ajusticiamiento sin asumirlo públicamente porque, si no, equipara sus acciones a las de un servicio de inteligencia. La frase, me parece, conspira contra mis posibilidades de ascenso”, afirma Bonasso.
En aquel momento, Bonasso era “oficial” de Montoneros, que tenía un rígido escalafón militar, y figuraba como director del nuevo diario, que, según Bonasso, se financió con “misteriosas valijas repletas de billetes”, en alusión al dinero proveniente de los secuestros de la guerrilla peronista.
En aquel diario también trabajaron Horacio Verbitsky, Paco Urondo, Rodolfo Walsh y Juan Gelman, entre otros.