Por: Claudio Avruj
Un nuevo signo de intolerancia se mostró ayer en la tarde en la Catedral Metropolitana. Una multitud que aceptó la convocatoria realizada por la Comisión de diálogo interreligioso de la B´nai B´rith Argentina junto a la Arquidiósecis de Buenos Aires para conmemorar el 75º aniversario del pogrom del 9 de noviembre de 1938, conocida como la Noche de los Cristales Rotos, se vio sorprendida por una veintena de personas, pertenecientes a la Hermadad Sacerdotal San Pio X que pretendieron desde su intolerancia y radicalismo religioso obstruir el homenaje.
Esta Hermandad es una sociedad internacional de sacerdotes católicos tradicionalistas junto con otros miembros religiosos que son hermanos, hermanas, oblatos y, por afiliación, los miembros de la tercera orden
Bajo las consignas “o adoramos al Dios verdadero o adoramos al Dios falso, fuera adoradores de dioses falsos del templo santo, los pastores que llevan a confundir el Dios verdadero con dioses falsos son lobos”, y “vos que asistís a este acto de profanación rezá el rosario en desagravio, resistí que no te engañen”. Rezando a viva voz el Ave María, ininmutables, detuvieron por más de 40 minutos el inicio de la ceremonia.
Frente al nerviosismo, el estupor, la indignación y la recordación de épocas vividas que ya creíamos superadas, la calma del arzobispo Poli y del padre Gentile permitieron que las cosas no pasen a mayores.
Será difícil, para los que asistimos anoche a la Catedral, judíos y no judíos, olvidar las caras de odio y de indiferencia. Imposible no relacionarlas con escenas que vienen de épocas pretéritas nefastas. Para muchos la imagen del antisemitismo volvió con una furia desconocida.
“Siéntanse como en su casa, pues es su casa hermanos judíos” fue la frase con la que el Arzobispo Poli abrió el encuentro y el rezo compartido de conmemoración para cerrar con: “hoy aquella frase de Nehemias cuando saludad diciendo que la alegría de Dios sea su fuerza, la vimos en su esplendor, juntos pudimos en paz mostrar la alegría de Dios de estar juntos y orar”.
Sin embargo, quedan para la reflexión las señales que nuestra sociedad nos entrega a diario y quedan interrogantes abiertos: ¿Fue el Papa Francisco quien dijo que es un pecado para un católico ser antisemita? ¿Cómo explica entonces quienes se definen como católicos este desoír o ignorar al Sumo Pontífice?
Pese a ello, y frente a ellos, nosotros, la mayoría de los que creemos en un mundo mejor donde la pluralidad y el respeto sean valores inalienables, debemos seguir trabajando y poniendo el acento en donde corresponde. Lo de ayer fue un acto antisemita, que hiere a toda la grey católica y que humilla a toda la sociedad.