La designación del cardenal argentino Jorge Bergoglio como el Papa ha posado inevitablemente la mirada sobre una de las características más positivas que tiene nuestro país: la buena relación y la convivencia pacífica entre católicos, musulmanes y judíos. Es que el ahora papa Francisco mucho tuvo que ver con el fortalecimiento de las relaciones entre los distintos credos. Se dedicó a propiciar el diálogo creando estrechos vínculos con líderes de las distintas religiones para aportar a la construcción de un marco de confianza entre las personas. Rezó en mezquitas y sinagogas, puso la catedral a disposición para orar por la paz en Medio Oriente cuantas veces fue necesario. Los argentinos lo vivimos con total naturalidad, pero nuestra interrelación religiosa llama la atención en numerosos países. Habitualmente, cuando se habla de diálogo entre religiones, se piensa en Medio Oriente, donde desde hace siglos una ciudad como Jerusalem es disputada entre las tres religiones.
En un mundo convulsionado, donde los fanatismos religiosos se han convertido en un instrumento de prejuicio, odio, muerte, y la religión marca fronteras, existe Argentina. Un ejemplo de que las cosas pueden ser distintas. Una de las claves para garantizar la armonía es que la Argentina no importa los conflictos sino, por el contrario, intenta exportar el mensaje de que la convivencia es posible. Es el resultado de un trabajo de muchos años, en los que el diálogo es concebido como el elemento forjador de entendimiento, respeto y convivencia que nos permite vivir en una sociedad mejor. Bajo esta misma lógica, un grupo de 43 argentinos judíos, católicos y musulmanes emprendimos una “Peregrinación de Paz”, con el objetivo de salir al mundo a mostrar la convivencia de Argentina, predicando con el ejemplo de viajar juntos al corazón geográfico y espiritual de nuestras religiones. Ya estamos en Israel y pronto llegaremos a Amman y Roma, con este importante mensaje de amistad, que conlleva el diálogo interreligioso y la coexistencia. Compartiremos los vuelos, el ómnibus, el hotel, los paseos y la voluntad de llevar el mensaje de paz a Medio Oriente, donde los fanatismos religiosos son barreras para la construcción del entendimiento entre los hombres.
Todos los que integran el contingente son referentes de sus comunidades, para visitar lugares relevantes a cada fe y encontrase con personalidades que aportan a la construcción de la paz en el mundo. Es el prólogo del primer viaje del papa Francisco a Medio Oriente. En Israel plantaremos olivos por la paz, como una forma de perpetuar el mensaje de la visita, también nos reuniremos con el histórico presidente israelí Shimón Peres y visitaremos Iad Vashem, el Museo del Holocausto. Además estaremos en la mezquita del Al Aqsa, la Vía Dolorosa, el Santo Sepulcro y el Muro de los Lamentos. En Jordania realizaremos un recorrido por Aman, visitaremos la Gran Mezquita y también recorreremos la milenaria ciudad de Petra. Finalmente llegaremos al Vaticano en Roma, donde seremos recibidos por el papa Francisco, el inspirador de esta noble iniciativa, para testimoniar que hemos cumplido con un nuevo capítulo en el libro del entendimiento, la convivencia y la paz. Al regreso, el grupo buscará profundizar el trabajo, sobre la red de vínculos interpersonales e institucionales desarrollados a lo largo de diez días de convivencia.
Nos enseña la historia judía que Hillel, uno de los más importantes sabios y maestros judíos del siglo I antes de la Era común, una vez fue increpado con gran sorna por un romano que le dijo: “Dime la esencia del judaísmo mientras estoy parado sobre sólo una de mis piernas”, como una forma de obligarlo a contestar con unas pocas palabras. Sin dudar, Hillel respondió: “Ama a tu prójimo como a ti mismo… lo demás son comentarios”. Amar al prójimo como a uno mismo: ésta es la enseñanza de nuestra tradición judía, que sin dudas, es común a todos. Sabemos que si sembramos prejuicio cosecharemos odio, así la historia lo ha probado en muchas oportunidades. Como líderes religiosos tenemos frente a nosotros, cada día, una opción del mensaje que queremos predicar: Sembrar prejuicio, estereotipos y resentimiento en el prójimo o amarlo como a nosotros mismos. Según la opción que tomemos será el mundo que construyamos. Tenemos frente a nosotros la opción del amor al prójimo, o el prejuicio, odio y violencia. Hillel sintetizó alrededor del amor. La convivencia interreligiosa no es producto de la providencia divina. La construyen los líderes de las comunidades por medio del dialogo. Y es una construcción, como la cara humana de la globalización. Nuestro objetivo desde Argentina es mostrar el mensaje de amor de que un mundo mejor es posible.