La única solución es sentarse a negociar

Claudio Loser

La Suprema Corte de los Estados Unidos (SCOTUS) anunció su decisión de no reabrir el caso de Argentina versus los acreedores que no aceptaron  la restructuración de la deuda, los así llamados  “holdouts” o, en la terminología popular, fondos buitres.  Esta decisión, que ha tomado de sorpresa a muchos,  confirma tres puntos fundamentales. El primero es la fuerte y clara independencia de poderes, y particularmente de la SCOTUS, dentro de los Estados Unidos.

El segundo se refiere a la integridad del estado de derecho en los países avanzados, aunque a veces menospreciado por otros, y del valor de los derechos contractuales. El tercero es la uniformidad de decisión a todos los niveles de la justicia, primera instancia, apelación y máximo tribunal, respecto de la aplicación y la constitucionalidad de la ley. El hecho de que no hubiese desviación respecto de estos principios es crucial, pero lamentablemente no fue entendido por diferentes protagonistas del juicio y en particular por el Gobierno argentino, el Ejecutivo de los EEUU y otros países, los analistas de Wall Street y  Argentina, y en consecuencia por los medios.

Los miembros del Club de Paris se desviaron de prácticas previas, aceptadas y prudentes, como la intervención del Fondo Monetario Internacional en la evaluación de la situación económica del país. Sin embargo, sus argumentos respecto de los efectos nocivos de un rechazo del SCOTUS del pedido argentino no fueron convincentes, frente al hecho concreto de que la Argentina no cumplió con sus contratos y fue esquiva en cuanto a si cumpliría  la decisión judicial de pagar a los “holdouts”. La Corte también rechazó el pedido de extraterritorialidad en cuanto a la información acerca de fondos argentinos fuera de los Estados Unidos, probablemente debido a los antecedentes en cuanto a la protección de sus activos, por ejemplo en cuanto al Bank of International Settlements (BIS).

El resultado de la decisión no tiene ambigüedades y elimina todo tipo de tácticas y estrategias para pasarle la cuenta al próximo gobierno de  Argentina. Las consecuencias inmediatas en el país son claras. Independientemente del mensaje presidencial, aumentarán las presiones sobre el dólar blue o paralelo, bajarán los títulos, que implicará pérdidas importantes para los inversores que confiaban que Argentina se impondría, sin querer ver el comportamiento de SCOTUS respecto de temas constitucionales. Por supuesto estos inversores actuaron igual  que los “holdouts”, ya que compraron títulos  baratos para venderlos caros.

La economía argentina sufrirá ahora directamente, pues corre peligro tanto el flujo de capitales, que hubiese surgido del acuerdo con el Club de París, como el que pudiera estar asociado a las enormes reservas de gas no convencional de Argentina. Todo esto llevará a que la recesión se profundice. La única solución es sentarse con los “holdouts” y negociar, ahora desde una posición más débil que hace una semana. 

El default técnico en las condiciones actuales sería la peor salida, porque quebraría todos los acuerdos obtenidos hasta ahora y que beneficiaban a la Argentina. Cuanto antes se solucione el tema, haciendo uso de fórmulas legales y financieras creativas, junto con políticas macroeconómicas ortodoxas, más rápido se podrá salir de esta crisis.  De hecho, debe recordarse que esta crisis, aunque no el default, fue originada por el mismo gobierno que ahora enfrenta sus consecuencias, y de las que no puede escaparse con su usual  retórica.

 

(Artículo publicado originalmente en Infolatam)