Por: Daniel Sticco
Los candidatos a la presidencia de la Nación a partir del 10 de diciembre deberán vender algo más que sus buenas intenciones para restablecer el diálogo entre sus pares y ofrecer su compromiso para terminar con un país mejor, no sólo respecto del que recibirán sino también en el pico de su gestión, en el debate que se realizará el 4 de octubre.
Este punto no parece menor, habida cuenta de que después de 12 años de gobierno, la administración saliente y muchos de sus seguidores destacan como grandes logros los avances que en materia económico-social se obtuvieron respecto de años previos, como fueron la recesión y default de fines de 2001 y la depresión del año siguiente. Mientras ignoran los severos deterioros que se observaron entre 2011 y 2007, y más aún en la última etapa de gestión.
A partir de ahí, creo importante para entonces saber cuál es el diagnóstico que cada candidato hace de la situación actual, con números concretos, en especial en temas palpables por la sociedad, como inflación, pobreza, nivel de atraso cambiario y forma de eliminarlo, entre otros, para que a partir de allí definan cuales son las prioridades, medidas y efectos en el tiempo, en términos económicos, pero principalmente sociales.
En este punto, sería interesante que el grupo de notables que integran el Comité Estratégico de Argentina Debate se ocupe de obtener esos datos para que puedan ser mostrados con claridad.
No se trata de un tema menor. Un ejemplo claro, además del indicador de pobreza en el que desde hace casi dos años el Indec lo dejó de medir e informar porque le resulta estigmatizante al ministro de Economía, Axel Kicillof, es el de empleo. Mientras que los últimos datos oficiales al primer trimestre de 2015 indican que estaban ocupadas 15,9 millones, 4,7 millones más que en el punto mínimo registrado a comienzos de 2002 y 3,4 millones superior al comienzo de la nueva etapa institucional que se inició en mayo de 2003, operadores políticos del Gobierno nacional y también del gobernador Scioli resaltan que “en los últimos 12 años se generaron más de 6 millones de empleos”.
Además, desde fines de 2007 se generó apenas 1,1 millón de empleos, entre extremos, con una media anual inferior al crecimiento vegetativo de la oferta laboral, que explica el aumento de la tasa de desempleo, sólo atenuada por el efecto desaliento de los que necesitan buscar un puesto, porque más de la mitad de los desocupados lleva entre 6 y 18 meses en esa condición. Y si bien el desempleo se mantiene en el rango de un dígito alto, trepa rápidamente a los dos dígitos si se considera como tales al casi un millón de personas que se retiraron del mercado por los repetidos fracasos en sus búsquedas de reinserción laboral. De ahí que mal se puede hablar de que se ha alcanzado un estadio de casi pleno empleo, como resaltan algunos economistas asesores de los candidatos.
Se sabe muy bien que si el diagnóstico es equivocado, las medidas de política económicas tendrán resultados bien diferentes a los buscados, con consecuencias sociales que pueden resultar dramáticas, como por estas horas sufren casi un tercio de los pobres.
El ministro de Economía dijo hace poco más de un año: “quédense todos tranquilos, está todo estudiado”. Pero desde entonces la economía no crece; el déficit fiscal voló a un ritmo de más de 6% del PBI; el superávit comercial se licuó y ahora China decidió la mayor devaluación en 20 años y proyecta seguir una política de flotación que no sólo afectará el resultado del intercambio, sino que además encarece el swap de monedas y debilita las reservas del Banco Central que buscaba apuntalar.
Por eso, creo que en lo referente a los temas económicos, los candidatos a la presidencia de la nación deberían responder, entre otras diversas dudas que tiene la sociedad, no sólo empresaria y académica, sobre diversos tópicos, como:
- Si se mantendrá o no la vigencia de la Ley de Emergencia Económica, con superpoderes para el Ejecutivo, para que siga administrando y modificando discrecionalmente el Presupuesto Nacional, aún a costa de elevar el déficit fiscal;
- Bases del Presupuesto de Gastos y Recursos 2016, y si pedirán al Congreso que postergue su aprobación para después del 10 de diciembre, a fin de que las nuevas autoridades puedan comenzar la gestión con pautas acordes a sus postulados de campaña;
- Tiempos y modalidad de recuperación del Indec como organismo autónomo del poder político y del Banco Central de la República Argentina como entidad rectora de las políticas monetaria, financiera y cambiaria y prestamista de última instancia del sistema financiero y no de la Tesorería de la Nación;
- Política tributaria: retenciones sí o no, sin medias tintas; actualización de los balances por inflación desde 2001; actualización de los mínimos no imponibles y deducciones especiales para trabajadores en relación de dependencia y también para autónomos y tratamiento igualitario para todos los trabajadores independientemente de la antigüedad laboral; actualización automáticas de los parámetros para las categorías de monotributistas y PyME; es decir eliminación de cualquier criterio de discrecionalidad;
- Cuadros tarifarios de los servicios públicos para el ámbito nacional unificado, sólo diferencial para áreas geográficas y subsidios definidos a la demanda por niveles de ingresos;
- Acuerdos con los holdouts y política de endeudamiento internacional, previa discusión legislativa.
Claramente, no se debería agregar la pregunta devaluación sí o no, porque se desprenderá del procesamiento de las respuestas a dichos interrogantes. Según si sean concretas o ambiguas, así será la reacción de los mercados el día después del 25 de octubre.
Sin duda, la lista queda abierta, porque las inquietudes planteadas se concentran en los bloques previstos sobre “desarrollo económico” y parte del correspondiente a “calidad institucional”, porque los considero claves para luego poder dar cumplimiento a las metas y objetivos sobre educación e infancia y seguridad.
Aspiro a que, al final de este primer debate abierto de los candidatos a la presidencia, la ciudadanía pueda tener en claro cuáles son las propuestas y resultados esperados en lo inmediato, en el mediano plazo y al final del período de cuatro años.