Por: Darío Epstein
Vientos de cambio soplan en algunos lugares de Europa. Si bien por ahora son casos aislados, reflotan los deseos de cambios en distintos puntos del Viejo Continente, en el que buena parte de su territorio ha acordado unirse de manera política para tener mayor peso, pero que en lo económico presenta importantes asimetrías.
Dichos brotes de nacionalismo renacen desde lugares tan recónditos como Venecia en Italia, Cataluña en España o Escocia en Gran Bretaña.
Este último caso merece una atención especial ya que existe una fecha concreta para que sus ciudadanos puedan votar independizarse de Gran Bretaña, luego de 307 años de Unión. El gobierno escocés, liderado por Alex Salmond, sostiene que la unión entre Inglaterra, Escocia y Gales, no tiene ya ningún propósito y que una Escocia independiente, con su riqueza petrolera, podría convertirse en uno de los países más ricos del mundo. El impuesto que Gran Bretaña aplica a las reservas petroleras y gasíferas del Mar del Norte, territorio escocés, es el principal motivo del gobierno de Salmond para promover la separación de Escocia.
Hay movimientos nacionalistas que pueden aumentar con esta experiencia escocesa, el mundo está mirando esto y es geopolíticamente peligroso.
La última encuesta de YouGov para el Sunday Times sobre la posible Independencia de Escocia reveló una importante paridad.
Existen serios peligros acerca de la continuidad de Gran Bretaña en su conformación actual, lo que impactó fuertemente en la cotización de la libra, que ya pierde casi 7% en el año contra el dólar.
Otra encuesta de TNS también refleja cierta igualdad entre los partidarios y los detractores de la independencia de Escocia, y la tendencia es creciente a favor del primer grupo.
Las pequeñas empresas ven en la independencia la posibilidad de tener más cerca los centros de poder, y los grandes empresarios escoceses o con intereses en Escocia, de sectores como la banca, el whisky y el petróleo. El sector empresario adhiere a la independencia, dado que la economía de Escocia está creciendo, la tasa de empleo es alta y hay una fuerte afluencia de inversiones extranjeras.
Pero también es cierto que Gran Bretaña ha podido manejar de manera independiente su política monetaria al no estar atada al euro, y haber podido mostrar tasas de crecimiento superiores a la Eurozona, con un efecto derrame directo interno de Inglaterra al resto de los países miembros.
Según el último informe del FMI sobre perspectivas de la economía mundial (WEO), el crecimiento de la economía de Gran Bretaña sería de 3,2% en 2014, y de 2,7% en 2015.
Por otra parte, el organismo estima que se mantendrá la tendencia a la baja de la inflación minorista iniciada en 2011, proyectando una cifra de 1,9% para 2014 y 2015. Asimismo, espera que las cuentas fiscales muestren un déficit en términos porcentuales del PIB de 3,8% en 2014 y de 3,1% en 2015. Respecto a la deuda bruta del gobierno, el Fondo Monetario estima una cifra de 91,5% en relación al PIB para 2014, y de 92,7% para 2015. Finalmente, según el FMI, el balance de cuenta corriente se mantendría neutro en 2014, con un mínimo superávit (0,1% del PIB) en el próximo año:
En caso de aprobarse la independencia, los temas claves a trabajar serán: la divisa, el marco regulador, los impuestos, las pensiones, la pertenencia a la UE, el petróleo y el apoyo a las exportaciones en todo el mundo.
Hay importantes empresas británicas con sede en Escocia como son el Bank of Scotland (RBS), Standard Life (SLFPF) y Lloyds (LYG), que podrían ver dañados sus negocios, sus ratings crediticios y su situación financiera.
¿Reingresará Escocia a la Unión Europea? Para eso debería solicitar su adhesión después de su separación de Gran Bretaña en marzo de 2016, debiendo cumplir los mismos criterios que otros estados.
¿Podrá Escocia independiente mantener la libra? Lo vemos como poco probable que Gran Bretaña otorgue esa concesión, por lo que Escocia será vulnerable a las debilidades económicas por el lado fiscal y su monetización o la tasa que deberá pagar por emitir títulos soberanos nuevos. Si Escocia se independizara tendría un déficit de 6,4% del PIB, superior al 4,4% para Gran Bretaña en su conjunto el año pasado. Pero Escocia pasaría a beneficiarse con la nueva recaudación directa de los ingresos del petróleo y gas, lo que debería revertir esta comparación. La alternativa es que Escocia tenga su propia moneda, aunque deberá crear su propio Banco Central. Muchos desafíos que, por ahora, son puros interrogantes. Escocia se quiere independizar. Es un tema fiscal y de nacionalismo, de ambos temas.
Cualquier consulta y/o comentario, contáctame a través de @DarioEpstein