Por: Darío Epstein
Luz verde para la izquierda en Grecia. En las últimas elecciones generales en donde se votaron los representantes parlamentarios, el partido Syriza -de claro corte anti-austeridad- fue elegido con 149 bancas en el nuevo parlamento (36,4% de los votos). Junto a la alianza hecha con Griegos Independientes a posteriori, el nuevo bloque logró reunir 162 bancas.
La votación parlamentaria en primera ronda será el día 6, en la cual necesitaría 180 diputados (ahora tiene 162, 149 suyos y 13 de Griegos Independiente), por lo que necesitaría más apoyos. La segunda votación es el día 12 de febrero. Pero el gabinete ya fue conformado y anunciado y la sorpresa ha sido negativa para los mercados dado que el nuevo premier ministro griego nombró un equipo de trabajo con personas de mucho sesgo anti-austeridad. A pesar de las advertencias de los políticos de la Eurozona y los mercados, reafirmó su objetivo de adherirse a las promesas electorales que son de público conocimiento.
Grecia debe pactar con la Troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) una prórroga del rescate antes del 28 de febrero. Por eso el mundo mira preocupado por las posibles aristas y el impacto de la victoria del partido Syriza si toma las medidas que prometió tomar durante la campaña política. Alexis Tsipras consiguió el apoyo necesario asegurándole al pueblo el fin de la austeridad con un programa de gasto social de 11,5 billones de euros, aumentos de sueldos y nuevos planes sociales. Está claro que se opone a las medidas de austeridad que impusieron los inversores internacionales para el rescate financiero sobre Grecia.
Pero nos preguntamos si podrá volver a dar un paso atrás sabiendo el fracaso de las anteriores políticas de relajamiento en el gasto público y el desboque de su deuda externa. La situación no es nada fácil. Basta con mirar los números de algunas consultoras especializadas para saber que la macroeconomía está en serios problemas y dilatar los ajustes no harán más que patear nuevos problemas a futuro. Con el desempleo en 26% y una deuda del 175% del PBI, el país recién el año pasado ha dejado atrás una severa recesión de más de seis años seguidos, desde 2008 hasta 2013 inclusive.
Grecia contrajo una deuda que asciende a 412 billones de euros, que representa 175% de su PIB y a su vez, los intereses que paga por ella equivalen al 4,3% de su PBI. El 80% de la misma, según AndBank, está en manos de organismos oficiales, lo que facilita una reestructuración.
Grecia ya recibió un alivio notable con la quita aprobada en 2011, pero debe volver a renegociar la deuda pública y aliviar los términos del rescate. Un descuento como el que descuenta el mercado no será suficiente. Al cierre de esta nota, los bonos cortos a 3 años cotizan con un rendimiento del 15%.
Syriza ha moderado su discurso en los últimos dos años porque antes afirmó que no había que pagar la deuda porque era ilegítima y dio señales de que quiere permanecer en la zona euro. Es por eso que desearía reestructurar el pago de la deuda minimizando el daño sobre los acreedores. Al tiempo que las políticas de ajuste y reformas se apacigüen y reducir el impacto social de la crisis volviendo al crecimiento. Demasiados objetivos para instrumentos más restringidos que antes. Entre los objetivos pretende gastar 2 billones de euros para dar luz gratuita a 300.000 hogares sin ingresos, así como vales de comida y de transporte público para los más necesitados.
En algún momento Alemania amenazó a Grecia con la expulsión de la Eurozona, pero solo fueron amenazas. El calendario de vencimientos de corto plazo es elevado. Y el 28 de febrero expira el rescate europeo: Grecia oficialmente no ha pedido dicha extensión. Las negociaciones pueden durar meses, y estarán asociadas con volatilidad en los mercados financieros, lo cual no es positivo para nadie.
¿Pueden las compras del BCE aliviar las tensiones? Solo si hay acuerdo previo entre Atenas y la Troika y limitado a que no puede superar el límite impuesto del 33% de la deuda en circulación.
El gran dilema en el cual la Troika hace hincapié es de dónde podrá recaudar lo necesario para cumplir con el presupuesto y sus promesas. Es posible una salida de Grecia del euro, pero antes se hará todo lo posible para que no salga, que es el escenario base. Europa no quiere que Grecia salga del euro: los potenciales riesgos que supondría la ruptura del euro son demasiado elevados para permitirse provocar tal daño. Pero Syriza tiene otras prioridades en la cabeza.
Syriza tiene como objetivo liberarse de las condiciones que la Troika le impone. Pero Grecia también necesita ayuda de sus acreedores, una nueva línea de crédito y que el BCE inyecte dinero a los bancos griegos. Aunque ninguna de estas medidas salvará a la economía griega, podría comprar tiempo para lograr resultados. Alemania, por su parte, se mostró favorable a la extensión del actual rescate financiero de Grecia, pero volvió a instar a Atenas a que cumpla con los compromisos asumidos.
Se han levantado voces a favor de las medidas anti-austeridad, como el presidente de Francia, quien mostró total apoyo al nuevo gobierno, y en contra, como el vocero del gobierno alemán y el canciller de Finlandia, quienes creen que el país heleno debe continuar con los compromisos asumidos por el anterior presidente, el conservador Andonis Samarás. El FMI también se mostró duro y dijo que Grecia deberá cumplir las reglas de la Eurozona y recomendó que el país poner en marcha una reforma del aparato estatal, reforma impositiva y la reducción de plazos judiciales que no son medidas de austeridad, sino reformas estructurales.
Syriza no contempla de momento el abandono de Europa ni salir de la Eurozona, pero es una posibilidad que inquieta a muchos por ser un escenario desconocido que volvería a despertar dudas sobre la fortaleza y supervivencia de la unión monetaria. Los mercados, a diferencia de 2012, tampoco contemplan esa posibilidad: el escenario más probable y el esperado por el mercado en general, es que los acreedores amplíen los vencimientos del pago de la deuda y ofrezcan tasas de intereses más bajas.