Por: Darío Epstein
Recientemente he leído un excelente artículo de Andrés Oppenheimer donde remarca que deberíamos preocuparnos por el tema de esta nota (Free trade won’t kill U.S. Jobs – robots may). La sustitución de los hombres por máquinas y la consecuente pérdida de puestos de trabajo ante la automatización de las tareas es un viejo tema de constante opinión. Me parece importante concientizar al lector e inversor acerca de un proceso que no debería pasar desapercibido, teniendo en cuenta sus consecuencias en el desempleo estructural y en la deflación de precios generales, con su impacto sobre el crecimiento de largo plazo.
A favor de los que apoyan este proceso se encuentran los que argumentan que esa automatización eliminará puestos prescindibles pero creará otros necesarios. Lo cierto es que la pérdida de empleos no es reemplazada en la misma cuantía por la generación de nuevos empleos, por lo que el desempleo estructural debido a la automatización de los procesos productivos y en la prestación de servicios es un fenómeno que en las últimas décadas jugó un papel negativo en las economías.
Si se conjuga con una coyuntura desfavorable como ocurrió en España, Italia y Grecia principalmente a partir de la crisis de 2008, las consecuencias pueden ser devastadoras. El desempleo joven, personas por debajo de 25 años que buscan trabajo activamente, es superior al 50%.
En el afán de incrementar la producción y mantener controlados los costos laborales, a lo largo de los años los empresarios han ido automatizando distintas funciones en las empresas. La productividad, es decir la cantidad producida en relación a la mano de obra empleada, ha ido aumentando año tras año y pasando de los puestos específicamente de producción a cualquier otra tarea desempeñada en forma rutinaria.
Los robots y la automatización ya están aquí. Con la automatización, la distribución del empleo se ve afectada de raíz, con un incremento de los servicios y una caída de las manufacturas.
Veamos el impacto con dos ejemplos: es muy fácil hoy advertir en los distintos servicios que han ido tecnificándose: basta con tener que realizar un check-in sin equipaje para despachar por alguna de las aerolíneas más famosas para poder advertir que se carece por completo de cualquier contacto humano, ya sea por internet previamente o incluso en el aeropuerto en las terminales personales. El sistema financiero, por otro lado, ha ido aumentando asimismo la productividad con las terminales de autoconsultas y la derivación de los clientes hacia los “canales alternativos”, mucho más eficientes y de menor tiempo de concreción y, obviamente, sin ningún contacto humano, por internet o en el mismo banco.
Veamos algo más concreto aún: el diario Los Angeles Times cuenta con los servicios de Quakebot, que interpreta automáticamente los datos de la actividad sísmica del Instituto de Geología norteamericano: la respuesta es el envío de twitts de alerta a alta velocidad.
Asimismo, la agencia AP ya cuenta desde 2013 con los servicios de “Wordsmith”, un programa de generación natural del lenguaje que escribió por sí mismo 300 artículos con noticias económicas en su primer año de aplicación.
Google es una empresa líder cuyos movimientos son interpretados como claves del futuro tecnológico. En el último año, la compañía ha adquirido casi una decena de empresas de robótica. Amazon, por otro lado, compró hace dos años la empresa de robots Kiva con el objetivo de optimizar y robotizar más aún la gestión de sus depósitos y procesos logísticos.
En septiembre de 2013, Frey y Osborne ecribieron el paper “The future of employment: how susceptible are jobs to computerization?” En forma general, según ese estudio existiría un 47% de categorías de trabajo en EEUU que están en peligro y que correrán el riesgo de ser automatizados en los próximos 20 años (y el 35% en Gran Bretaña). Entre las profesiones que tienen muchas posibilidades de ser sustituidas y eliminadas figuran los telemarketers, auditores de cuentas, vendedores minoristas, escritores y brokers de ventas inmobiliarias son los que más probabilidad tienen.
Podemos agregarle los brokers de bolsa, así como todo lo que pueda reducir la burocracia, las ventas, el montaje, la instalación y el manejo de máquinas, así como las reparaciones, los trabajos nocturnos y los que menos calificación precisan, son susceptibles de desaparecer.
Marketwatch, por otro lado, menciona a las siguientes profesiones como altamente probables de ser sustituidas: mozos, soldados, farmacéuticos, agricultores, desactivadores de explosivos, periodistas, ama de casa, asistentes legales y cajeros o empleados bancarios.
Uber ha hecho que la profesión de los taxistas esté seriamente amenazada.
Los puestos asociados con niveles altos de educación sobrevivirían, pero el impacto se sentirá de cerca: el mundo apostará por las tareas de alto valor.
El tema no es hacer mejor lo que veníamos haciendo, sino hacerlo distinto.
Como el uso de la tecnología robótica crece, ya no se les pedirá a los seres humanos que desarrollen tareas rutinarias. Los trabajos rutinarios y mecánicos serán tarde o temprano sustituidos por máquinas. Hay que ser conscientes de este proceso y actuar en consecuencia: el futurista Martin Ford (autor del inminente “The Rise of the Robots”) predice una época de turbulencia, desempleo y creciente desigualdad por efecto de la automatización y si no tomamos medidas radicales y urgentes.
Independientemente de la opinión a favor o en contra, la ola avanza y con ella aumenta la importancia de la educación y del trabajo. Tanto Gobiernos como empresas tienen un rol fundamental para adaptar la sociedad a los nuevos requerimientos.
Fuentes: Bloomberg, Marketwatch, Andres Oppenheimer- Free trade won’t kill U.S. Jobs – robots may, Frey y Osborne The future of employment: how susceptible are jobs to computerization?
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