Apple, Google y Microsoft: el quinto poder

Darío Epstein

Se ha establecido que el cuarto poder le ha sido otorgado a la prensa. ¿Pero nadie habla de quinto poder?

Este es uno de los factores de poder en el mundo, de hecho el primero que miramos para ver qué países tiene mayor fortaleza y potencial a largo plazo. Nuestra tesis es que empresas como Apple, Microsoft, Facebook y otras tecnológicas tendrían más poder que determinados países y podrían jugar un rol superior en un futuro cercano.

Si miramos a la líder del pelotón: Apple posee una capitalización bursátil tan grande como el PBI -el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año- de Arabia Saudita (748 mil millones de dólares al cierre de este reporte) o incluso bastante más que el de Suiza (685 mil millones). Es más, su valor de mercado es solo superado por el PBI de 19 países.

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Asimismo, podríamos comparar la capitalización bursátil de Apple con todas las empresas que cotizan en el índice bursátil español Ibex35 (734 mil millones de dólares).

Si realizamos la comparación con las reservas internacionales, ¡la posición número 28 sería la suya!, por encima de las reservas de países como Holanda, Canadá, Suecia, Noruega y España.

La caja que posee Apple, de unos 193 mil millones de dólares al 31 de marzo del corriente año, es equivalente a 5,8 veces las reservas contables del Banco Central de la República Argentina. Su poder de inversión puede alterar la economía de un país mediano o chico más que el propio gobierno de ese país.

Comparaciones de otras empresas del sector asustan también: juntos, Microsoft y Facebook tienen un tamaño casi idéntico al índice FTSE MIB de Italia. Twitter y LinkedIn poseen un valor similar al producto de Grecia.

Google, con sus 374 mil millones de dólares, supera al PBI de países como Venezuela, Irán, Sudáfrica, Dinamarca, Malasia e Israel.

Claramente desde el punto de vista económico no quedan muchas dudas.

Limitado al poderío económico eso sería una empresa como siempre vimos en el pasado; sin embargo, combinado con la enorme penetración sobre grandes grupos sociales y el acceso a información de estos, este clúster empresarial se transforma en algo muy poderoso. No solo brindan información en tiempo real que ayuda a transparentarla y ponerla al alcance de todos, también limitan el poder de muchas sociedades autocráticas que manejan información tanto positiva como negativa como una forma de conservar el poder.

Al mismo tiempo obtienen información positiva y negativa de sus usuarios y acceden no solo a los datos básicos (edad, sexo, correo), sino también acceden y recolectan información sobre gustos personales, afiliaciones y reacciones ante determinados eventos.

Si miramos el alcance de personas transversalmente por los países, notamos algo sorprendente: Facebook tiene tantos usuarios como China habitantes y a esta altura no sabemos quién de los dos tiene más y mejor información de sus usuarios o sus habitantes.

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Se es chino, ruso o norteamericano por nacimiento, pero se está en Facebook por elección.

Alguien está espiando a cada persona. Posiblemente cada persona esté al tanto de quién, pero no tenga manera de averiguar cómo, y si supiera, le molestaría mucho evitar que lo haga, porque significaría cambiar sus comportamientos y sus hábitos de consumo diarios, que incluyen muchos derechos ya adquiridos.

El poder de las tecnológicas es tan elevado que hasta nos han convencido de que son gratis, cuando no lo son, y que nos piden abrir nuestra información reservada y lo hacemos muchas veces en forma inconsciente y otras tantas veces sin saberlo siquiera.

Algunas redes sociales más específicas como Twitter, LinkedIn o Instagram e incluso algunos comercios en línea como Mercado Libre o Alibaba comienzan a adueñarse de nuestra información privada sin saberlo.

Así, la población de América Latina suma menor número de habitantes que WhatsApp o la población de EEUU. Es similar a los usuarios de la red de profesionales LinkedIn. Ningún país de la región por sí solo tiene más habitantes que las redes sociales que están presentes cada día.

Dadas estas nuevas condiciones habrá que medir el impacto de las decisiones de estas empresas que, además de gran poderío económico, concentran también multitudes y conocen a cada individuo en su intimidad. Las cookies, la apertura de datos personales a las empresas proveedoras de aplicaciones o en sus sitios de internet es la norma, ya no la excepción.

Varios paradigmas se desmoronan en este mundo moderno: con conocimiento y tecnología, pero sin grandes sumas de capital, se puede llegar a generar bastante capital. En cambio, con capital, pero sin tecnología y conocimiento se pierde ese capital. Los casos de RCA, Nokia o Kodak son solamente algunos ejemplos de grandes empresas que no supieron adaptarse a las necesidades de nuevas tecnologías y a tiempo, dos requisitos fundamentales.

La tecnología siempre ha sido poder. Lo que cambia hoy día es que precisamente por el poder de las tecnologías de información esa importancia se acrecienta. No es que la información antes no fuera importante y ahora sí. La información siempre ha sido importante. Pero al existir nuevas tecnologías de información, el grupo de la información tiene un papel más decisivo, ya que se puede procesar, transmitir muy deprisa y con gran flexibilidad, además de acumularse historial de información y segmentarlo por grupos y dirigir la promoción, la publicidad o las ofertas para poder generar más capital.

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