Por: Edgardo Zablotsky
Para Albert Einstein la definición de locura consistía en hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Por ello, cada tres años, nuestro rendimiento en los exámenes PISA nos obliga a cuestionar la lucidez de aquellos encargados de delinear la política educativa de nuestro país. ¿Cómo innovar? ¿Qué cambiar? No hace falta mirar lejos, con cruzar el Río de la Plata tal vez nos alcance. El caso de dos escuelas secundarias de Montevideo, los liceos Jubilar e Impulso, nos servirá de ejemplo para ello.
El objetivo de ambos colegios es eliminar la brecha de aprendizaje de alumnos provenientes de barrios extremadamente pobres, creando las condiciones que les permitan estudiar e insertarse en la sociedad. Ambos colegios son privados y gratuitos, religioso el liceo Jubilar, laico el liceo Progreso; y han alcanzado niveles de eficacia que superan a los del sector público. Los resultados del liceo Jubilar, dado que el liceo Impulso comenzó a funcionar recién en 2013, es comparable al de los mejores colegios privados del Uruguay.
La historia del liceo Jubilar es más conocida, pues el domingo 17 de marzo el Papa Francisco elogió a su fundador, el sacerdote jesuita Gonzalo Aemilius. “Quiero agradecerle su trabajo”, dijo Francisco abrazando al sacerdote frente al altar de la repleta Iglesia de Santa Ana y agregó: “Quiero hacerles conocer a un sacerdote que ha venido de lejos. Que desde hace mucho tiempo trabaja con los niños de la calle, con los drogadictos. Para ellos ha hecho una escuela, ha hecho tantas cosas para hacer conocer a Jesús. Todos estos niños de la calle hoy trabajan, con estudio, y tienen capacidad de trabajo”.
El Liceo se financia con recursos provenientes de empresas y personas que apadrinan el proyecto. El diario el País de Montevideo señala que “uno de sus primeros aportantes fue el Papa Francisco, cuando era cardenal y arzobispo de Buenos Aires”. ¿Qué opina de este colegio, de gestión privada y religioso, el presidente del Uruguay? El 13 de junio pasado, José Mujica defendió el proyecto afirmando: “A mí me dicen una y otra vez que el liceo Jubilar es una cosa bárbara y yo también lo veo así”.
Al respecto, el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), un prestigioso centro de investigaciones del Uruguay, estimó que si la experiencia del Jubilar se replicara la delincuencia juvenil se abatiría en un 40%. Justamente su Director, Ernesto Talvi, junto a un grupo de cinco amigos crearon en 2011 la Fundación Impulso, la cual dio origen al liceo del mismo nombre, el cual abrió sus puertas en marzo de 2013.
Un pretexto menos. Como bien señala la edición uruguaya del Observador de la Unesco del viernes 3 de mayo, “la aplicación a la educación pública de la exitosa experiencia del liceo Jubilar ha sido descartada por algunos sectores políticos con el argumento de que la enseñanza religiosa viola la laicidad oficial. Este pretexto se ha esfumado con la creación del liceo Impulso. En varios aspectos estas instituciones marcan el camino para mejorar la enseñanza secundaria. Han introducido en el país un sistema eficiente de liceos privados pero gratuitos para educar jóvenes de zonas conflictivas de la ciudad.”
Es claro que este tipo de institución no puede funcionar sin la posibilidad de que las empresas realicen donaciones deducibles de impuestos. Al respecto, la página web de la Fundación Impulso señala: “Las empresas donan, a modo de ilustración, 100 pesos y el costo real para ellas es de 18,75, porque el 75% de lo que donan lo pueden aplicar directamente a impuestos y el otro 25% es un gasto deducible de la renta. El costo neto es de 18.75% de lo que se dona. Esto es valor creado por las empresas privadas que en vez de ir a impuestos va a este tipo de proyectos”.
En septiembre de 2012, el liceo Impulso realizó la convocatoria a los alumnos próximos a graduarse de las más de 25 escuelas primarias del barrio de Casavalle. La recepción fue notable, de una población potencial de 1.200 niños, se preinscribieron 377. Los 100 cupos fueron asignados por sorteo ante escribano público, no hubo prueba previa alguna.
Un año después los resultados hablan por sí solos: la deserción fue nula, al igual que la repitencia; 25 alumnos rindieron por primera vez exámenes internacionales de inglés; cuatro grupos de estudiantes obtuvieron los puestos 5, 6, 7 y 8 entre las 350 escuelas que participaron en “el mes de la matemáticas” y una alumna obtuvo el tercer puesto en el concurso individual. Para el ciclo lectivo 2014, se preinscribieron 550 niños de una población potencial de 1.215, ¡casi el 50% de la población objetivo!
Si hacemos siempre lo mismo no es razonable esperar resultados distintos. ¿No será hora de instrumentar incentivos fiscales similares a los del país vecino? Probablemente generar las condiciones adecuadas para el financiamiento privado de instituciones como los liceos Jubilar e Impulso colabore a incrementar las oportunidades de aquellos niños de familias más desfavorecidas mucho más que varios de los planes sociales que se vienen aplicando.