La actualidad política de nuestro país tiene una extraña característica: hay más candidatos que doctrinas.
Esta histórica particularidad se viene deformando y agravando en este último período democrático.
Mientas que la madurez de la mayoría de las sociedades hace que éstas se pongan de acuerdo en hacia dónde ir, y sólo discutan democráticamente cómo hacerlo, en Argentina no tenemos claro el destino y transitamos por los caminos que el líder de turno establezca según el poder que acumule. Ah, además ese líder tiene una cartelito que dice “peronista”.
Con sólo ordenar un poco las fichas, vemos que las sociedades modernas tienen matices en los enfoques de manejo de las políticas de Estado.
El fracaso del comunismo sacó del juego una buena parte de la polarización de opciones. Guste o no, el capitalismo domina la escena y es regulado según los matices de cada política de Estado en materia social; salvo en tierras como las nuestras, donde es visto como todo lo salvaje que el descontrol permita que así sea. En este sentido me pregunto: luego de 11 años de estar combatiendo al capitalismo, ¿por qué seguimos teniendo tantos pobres?
O sea que la explicación sobre la gran oferta de candidatos no pasa ya por las doctrinas que representan, sino por a quienes dicen representar esos candidatos y cómo ocupan un lugar de poder. Sería algo así como el capitalismo de la política: quien quiera ocupar un espacio de poder (económico), podría ser un candidato, compitiendo no por el voto, sino por el manejo de poder; que en el peor de los casos, se acota a sus dominios territoriales. Da la sensación que esto está armado como un negocio. Y que, además, no tiene muchos controles.
Se supone que UNEN sacará un sólo candidato a presidente. Manifiestan diferencias, pero declaman los atributos tradicionales del armado político: las internas y la elección de los afiliados / simpatizantes; aunque sin doctrinas claras. ¿O hay muchas coincidencias entre Sanz y Pino, o entre Lilita y Cobos?.
Mauricio Macri definió que será una tercera vía. Así creó el PRO y lo viene construyendo, con “el desarrollismo” como una bandera doctrinaria para el país. Una bandera que fue históricamente olvidada por los partidos mayoritarios, que son justamente los que tienen incongruencias doctrinarias serias, tanto en materia social como económica.
La izquierda verdadera, probablemente tenga un candidato. Históricamente han sido tan rupturistas y extremos en sus visiones que no han logrado gran reflejo electoral. Menos mal que Luis Zamora es buen vendedor de libros.
¿Y qué nos queda? El Peronismo, una fábrica de candidatos: Scioli, Massa, De la Sota, Urtubey, Rodríguez Saá, Cristina III (si pudiera), etc. Es decir, cero doctrina. Todas figuras con el mismo cartelito, peleando en una política capitalista al extremo: libre competencia y cero control. Todos ellos tienen sus despachos lookeados con figuras de Perón y de Evita, con fotos, banderas, cuadros, souvenirs y recuerdos de sus figuras emblemáticas.
¿Qué los diferencia?. Scioli es Cristina, Massa fue Cristina, De la Sota coqueteó con Néstor, Urtubey es Massa a mil kilómetros, Rodríguez Saá es Néstor en la isla de San Luis…
No es menor este comportamiento del Peronismo para la vida republicana y democrática de la Argentina.
Es muy grave, y lo que deberíamos exigir a todos esos candidatos es que se presenten como opciones “dentro del Peronismo”, como dicta el espíritu republicano y democrático de la Constitución. No hacerlo así es tramposo, es justamente la bicicleta, ya no financiera, sino política, de la política capitalista que domina este Peronismo desde hace muchos años; empobreciendo al País y enriqueciendo a sus gobernantes.