Por: Federico Pinedo
La influencia de Francisco en el mundo convulsionado que nos toca vivir será formidable. Es un hombre espiritual y de fe; es el dueño de un intelecto relevante; es americano; es jesuita; es humilde; es severo; sabe escuchar; fue elegido primado de la Iglesia de su país; creo que es el primer papa elegido por sus pares que es ajeno al Mediterráneo y a Europa y el primero de su Orden. Es el primer Francisco. El santo de Asís era el santo de la naturaleza y el santo de la pobreza. Francisco Javier fue el gran evangelizador del África, India, China y Japón.
Siendo obispo de la Argentina, Francisco impulsó incansablemente la unidad y el trabajo común de católicos, judíos y musulmanes. Ello impactará seguramente en la paz mundial.
Sus condiciones personales también serán relevantes en la comunidad hispana de los Estados Unidos y en los católicos de ese país, en el que tendrá una influencia completamente inusual en un sudamericano y, por eso, extraordinariamente interesante.
El Papa debe caminar un sendero que lleve a ensanchar los brazos de la Iglesia, acercándola a los pueblos y acercando los pueblos hacia ella. Sabemos que en su apostolado no habrá espacio para la demagogia, pero no dudamos de que el Papa sabrá aprovechar la fuerza insuperable de la libertad de las personas y del amor. La fe no declinará, se fortalecerá la esperanza que consiste en esperar a Dios y hacer lo que él espera, será clara la búsqueda de trascendencia y de eternidad en el mensaje pastoral.
La alegría histórica no se empaña frente a acciones críticas muy chiquitas, de mera política, de mera circunstancia.