Por: Fernanda Reyes
A partir del 1º de julio pasado entró en vigencia la Ley de Blanqueo de Capitales versión 2013. Dos meses más tarde venció ese período de gracia para evasores y se alcanzó una magra recaudación de U$S 341.600 millones. El resultado evidencia el fracaso de la medida, máxime cuando el “equipo económico del gobierno” había anunciado que con ella se recuperarían alrededor de U$S 4.000 millones para el circuito formal. A las palabras se las lleva el viento y al 90% de esos 4.000 millones, también. No contentos con este rotundo fracaso de política económica, la presidenta decidió prorrogarla por decreto. En ese marco, cabía preguntarse por qué se prorrogaba una medida que ya había fracasado.
Hoy tenemos más claro el motivo. Carlos y Alejandro Bulgheroni, el primero de ellos literalmente echado por Elisa Carrió de su casa en 2001 por lobbysta, acaban de anunciar que adquirirán U$S 500 millones en bonos creado en la Ley de Blanqueo de Capitales para inversiones energéticas, con destino a una inversión en el yacimiento de Vaca Muerta. Una clara maniobra para que el grupo Bridas ingrese a negocios compartidos con YPF con dinero que no tenía radicado en nuestro país.
El acuerdo sería el siguiente: Bulgheroni entrega una cifra millonaria equivalente al 142% del dinero que ingresó por blanqueo en tres meses y “salva” la medida impulsada por el Gobierno. Como contrapartida el Gobierno reflota un acuerdo suscripto entre Bridas e YPF para la explotación de hidrocarburos no convencionales en las áreas de Bajada de Añelo y Bandurria del yacimiento de Vaca Muerta. Esto no es ninguna hipótesis, sino que se trata de un acuerdo que se hizo público en diciembre de 2012, y que comprometía una inversión de alrededor de U$S 1.500.000 para la explotación de 663km2 del yacimiento.
La única novedad es que parte del pago de ese dinero está siendo realizada a través del BAADE, el bono para el desarrollo energético creado en el marco de la Ley de Blanqueo de Capitales, y que por ello el dinero de Bulgheroni no será investigado por la AFIP.
En su momento lo denunciamos y lo adelantamos: tras haber consentido el vaciamiento de YPF-Repsol, el kirchnerismo entregaría la explotación de una importante área en Vaca Muerta a Bulgheroni en asociación con YPF. Están decididos a vender las joyas de la abuela entregando las reservas de petróleo no convencional con altísimos costos ambientales.
Lo más preocupante de todo es que, pese a que el Estado abrió la puerta al lavado de dinero con la Ley de Blanqueo de Capitales, el problema de la falta de dólares no será resuelto. El blanqueo es una medida improvisada y carente de efectos concretos, ya que muy difícilmente se pueda recaudar dinero suficiente para saldar el déficit de la balanza energética, y en cualquier caso no dejar de ser una toma de deuda con particulares a los que no se les pregunta de dónde sacaron la plata que prestan.
Se trata de un nuevo manotazo de ahogado, mediante el cual este Gobierno continúa diciéndole a los ciudadanos que es mejor no pagar impuestos, y que conviene mantenerse en la informalidad. Se premia a los evasores y se castiga a los ciudadanos que cumplen, ya que éstos son los principales afectados por la inflación y un sistema tributario injusto. No obstante, aún tras 10 años en los que el kirchnerismo nos hizo perder la oportunidad histórica de generar desarrollo real en la Argentina y de incluir en la clase media a muchos sectores pobres, todavía podemos construir un país distinto, ese que muchos argentinos deseamos.
Se nos presenta hoy en la Argentina un punto de inflexión histórica, y como pueblo nos toca decidir qué país queremos. Todos los ciudadanos tienen el poder de decidir si vamos a permanecer con gobiernos cómplices, o construir una alternativa sin pactos de impunidad, que garantice prosperidad económica y social. Se trata de una decisión clara y sencilla. Debemos elegir si vamos a repetir el pasado, o si de una buena vez vamos a ir hacia el futuro.